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VIAJE AL CENTRO DE LA ALIMENTACIÓN QUE NOS ENFERMA

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CAPÍTULO 3. ¿POR QUÉ COMEMOS TAN REMATADAMENTE M<strong>AL</strong>?<br />

La visión de la industria<br />

alimentaria<br />

Según el magnífico estudio realizado por Lozano et al., para el<br />

sector productivo las etiquetas cumplen un papel fundamental<br />

en sus estrategias de venta ya que, por un lado, son uno de los<br />

principales instrumentos para informar al consumidor acerca de<br />

las características del producto y, por otro, les permiten diferenciarse<br />

de sus competidores y atraer la atención de las personas<br />

consumidoras. El formato limitado de las etiquetas y la presencia<br />

cada vez mayor de información obligatoria les exige tener muy<br />

claro qué es lo que se quiere transmitir y cómo hacerlo. Es decir,<br />

la industria otorga gran importancia a la información publicitaria<br />

a la hora de diseñar sus etiquetas, ya que considera que<br />

la función primaria del etiquetado es la de llamar la atención<br />

de las personas consumidoras y diferenciar al producto del<br />

resto de alimentos. De ahí que recurran a la utilización de múltiples<br />

estímulos visuales (colores, imágenes, eslóganes) para<br />

hacer su producto más atractivo. La capacidad de lectura de las<br />

etiquetas depende del conocimiento y familiaridad que quien<br />

consume tenga con los diferentes tipos de información presente<br />

en la misma, pero también del modo en que se combinen dichos<br />

estímulos.<br />

Los resultados de diversos estudios indican que las etiquetas<br />

a menudo aportan más opacidad que transparencia al sistema<br />

alimentario. Esto dificulta enormemente la toma de decisiones<br />

razonadas en torno al producto en cuestión. Y esto se debe<br />

no solo a las características de esos datos, en términos de formato<br />

y terminología empleada, sino también, y principalmente, por<br />

la cantidad y variedad de datos presente en las etiquetas, que<br />

tienden a desorientar más que informar a quien consume. Una<br />

situación que se acentúa especialmente cuando aparecen sellos<br />

que supuestamente garantizan las cualidades específicas de un<br />

alimento o cuando las personas consumidoras se cruzan con una<br />

potente campaña publicitaria en la que se consigue que estas les<br />

depositen buena parte de su confianza. 161 Daremos unos ejemplos<br />

paradigmáticos de ambos casos.<br />

Elígeme a mí<br />

Nos encontramos ante un mercado alimentario altamente competitivo,<br />

donde las empresas (unas pocas y con gran capacidad<br />

de inversión) pelean para situar sus productos en el mercado y<br />

estimular a quien consume a que los elija.<br />

Estamos ante un sistema de producción a gran escala cuya gran<br />

baza consiste en propagar el concepto personalización del producto<br />

para que las personas consumidoras se sientan atendidas<br />

a nivel individual y no como una masa consumidora. Se trata de<br />

una falsa percepción, dado que numerosos estudios indican que<br />

la base alimentaria actual es altamente homogénea. Sin embargo,<br />

la industria hace todo lo posible para que cuando entremos en<br />

un supermercado, tengamos la impresión de que nos hallamos<br />

en un gran bazar lleno de variedad y de alimentos especialmente<br />

pensados para nosotros.<br />

Decimos todo esto porque el oxígeno actual de la industria<br />

alimentaria es la publicidad (en sus distintas formas), y el etiquetado<br />

forma parte de ella. Se trata de un mercado que, pese a la<br />

regulación existente sobre él, siempre se mueve en los límites de<br />

lo aceptable. La persona consumidora actual, incluso la más<br />

razonadora y objetiva, en el momento de la compra no puede<br />

sustraerse de los aspectos simbólicos y psicosociales de la alimentación,<br />

y esta es una de las razones de que informar sobre<br />

el contenido nutricional de los alimentos haya sido tan bien<br />

recibido por las empresas alimentarias, ya que, a través de<br />

esta información, modelada con frases sugerentes, consiguen<br />

reforzar el concepto de salud como importante valor social.<br />

Los estudios sobre las percepciones del etiquetado por parte del<br />

consumidor reflejan, reiteradamente, las críticas ante un exceso<br />

de información y de mensajes comerciales, ante la presencia de<br />

información abigarrada y confusa (a veces en letra pequeña), y<br />

ante el uso de expresiones demasiado técnicas que impiden su<br />

comprensión y que, por tanto, anulan su utilidad.<br />

Todo lo expuesto nos lleva a reflexionar sobre la necesidad de<br />

revisar, en el marco de la legalidad vigente, cuáles deben ser los<br />

mejores mecanismos para facilitar la información, primando lo<br />

esencial sobre lo accesorio y atendiendo a las opiniones del consumo<br />

que se han venido pronunciando, reiteradamente, desde<br />

distintos medios y foros.<br />

161. http://www.fes-web.org/uploads/files/modules/congress/11/papers/1882.pdf

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