CAPÍTULO 2. La alimentación que nos enferma 04 Determinantes sociales de la alimentación insana De la misma manera que existe una clara y demostrada desigualdad social en salud, existe paralelamente una desigualdad social alimentaria. La alimentación insana y sus consecuencias en salud no afectan por igual a toda la sociedad, se concentran en determinados grupos sociales. Podemos identificar dos grandes determinantes sociales que explican gran parte de esa desigualdad: la clase social y el género. Intentaremos en este apartado dar alguna pincelada sobre dos cuestiones: qué diferencias existen entre distintas clases sociales por lo que respecta al tipo de dieta (es decir, ¿comemos distinto en función de la clase social y del género?) y segunda (y derivado de ello): ¿enfermamos alimentariamente distinto?
75 Clases sociales Hemos visto que las tasas de morbilidad y mortalidad en las sociedades siguen un gradiente socioeconómico. Los grupos más desfavorecidos sufren mayores tasas de obesidad, diabetes, enfermedades cardiovasculares, osteoporosis, la caries dental o algunas formas de cáncer. Todas estas enfermedades tienen una relación directa con la nutrición y la dieta. También hemos visto que dentro de las clases más desfavorecidas, las mujeres acostumbran a tener peores índices de salud. La hipótesis que avala la mayor parte de estudios y datos disponibles radica en que el riesgo alimentario es mayor en estos grupos sociales y de ahí las diferencias en mortalidad y morbilidad. Dicho de otro modo: las clases sociales altas comen mejor que las medias y las bajas y esto les predispone a tener mejor salud. Y las mujeres de las clases sociales bajas comen peor que sus compañeros de grupo social. Las diferencias dietéticas, por tanto, ayudarían a explicar algunas de las desigualdades sociales observadas en salud. Es un hecho contrastado que la calidad de la dieta se ve afectada no solo por la edad y el sexo, sino también por la ocupación, educación y niveles de ingreso (los índices convencionales de estatus socioeconómico y la clase social). Una manera de demostrar cuantitativamente estas afirmaciones consiste en analizar como varían algunos de los índices de calidad de la dieta basados en el cumplimiento de las recomendaciones y directrices dietéticas, en función del sexo o del estatus social. Algunos de estos índices los hemos visto en el apartado anterior y se ha demostrado que los valores más altos del Índice de Alimentación Saludable, el Índice de Calidad de la Dieta, variedad y diversidad de la dieta, y otras medidas de calidad de la dieta corresponden a las personas y grupos sociales con un mayor estatus socioeconómico 104 . Se observó la misma relación positiva con el estado socioeconómico para los patrones de la dieta. Del mismo modo, los estudios sobre las compras de alimentos del hogar, un indicador de consumo de alimentos, han encontrado una relación positiva entre estado socioeconómico del hogar y la calidad y variedad de las dietas compradas. Varias encuestas dietéticas transversales han observado que el consumo de diferentes tipos de alimentos por los adultos se distribuye de manera desigual por las variables del estado socioeconómico 105 . En resumen, la evidencia disponible sugiere que el consumo de una dieta sana está consistentemente asociada a clases sociales altas; dicho de otro modo, que el consumo de productos frescos, poco procesados, diversos, con buen perfil nutricional, bajos en grasas saturadas y trans, azúcares añadidos y sal, corresponden sistemáticamente a grupos sociales altos. 104. http://www.academia.edu/23963237/Does_social_class_predict_diet_quality 105. http://www.academia.edu/23963237/Does_social_class_predict_diet_quality Este enlace directo entre el estado socioeconómico y la calidad nutricional de las dietas se observa también entre la población infantil y juvenil. Un estudio realizado en Francia 106 ha demostrado que los niños y niñas de las personas trabajadoras semicualificadas y no cualificadas consumen significativamente más dulces, pan, patatas, cereales y carnes no magras que la población infantil de las clases altas. En los Estados Unidos, la población infantil y juvenil de familias de bajo estatus socioeconómico consume menos frutas y verduras y una variedad más limitada de productos. Los niños y niñas de familias con niveles de educación más bajos tenían la ingesta de frutas más bajo y el más alto consumo de bebidas azucaradas. Varios estudios europeos han informado también de baja ingesta de frutas y vegetales y una alta frecuencia de consumo de refrescos entre la población infantil y juvenil de las clases populares 107 . • nEn el Estado español Las asociaciones inversas entre un menor nivel socioeconómico y mayor morbimortalidad por enfermedades cardiovasculares y sus fenotipos intermedios (hipertensión, obesidad, diabetes tipo II, etc.), pueden explicarse por toda una serie de factores relacionados con el propio nivel socioeconómico. Entre ellos, unos hábitos de vida menos saludables, incluida la dieta, mayor consumo de tabaco, de alcohol y de otras drogas, etc. De entre todos los factores del estilo de vida, uno de los más importantes es la dieta. También la dieta es uno de los factores más complejos y difíciles de medir por la gran cantidad de alimentos que forman parte de la misma, su variabilidad diaria y a largo plazo y la limitada validez de los instrumentos para su medición. A pesar de estas limitaciones, existe un consenso sobre su importancia mayúscula en la desigualdad en salud observada y la complejidad en su abordaje no es excusa para no hacer nada. Al revisar los estudios 108 que analizan la asociación entre estado socioeconómico y dieta saludable, tendremos que tener en cuenta que no existe un gold standard de dieta saludable, aunque sí que existe un cierto consenso sobre qué patrones o qué grupos de alimentos pueden ser más o menos saludables. Así, entendiendo en general como dieta saludable aquella que permite conseguir una nutrición sana, pilar de la promoción de la salud y de la prevención de la enfermedad y que además está exenta de riesgos, se consideran saludables las dietas no hipercalóricas, equilibradas y variadas; dietas ricas en verduras y frutas, ricas en cereales integrales, con buena presencia de legumbres, frutos secos, pescado y carnes blancas; dietas con consumo bajo de grasas saturadas, embutidos, azúcares refinados, bollería indus- 106. http://www.academia.edu/23963237/Does_social_class_predict_diet_quality 107. http://www.academia.edu/23963237/Does_social_class_predict_diet_quality 108. Información tomada de http://www.publicacionescajamar.es/pdf/publicacionesperiodicas/mediterraneo-economico/27/27-736.pdf