VIAJE AL CENTRO DE LA ALIMENTACIÓN QUE NOS ENFERMA
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CAPÍTULO 2. La alimentación que nos enferma<br />
tes se consumen en exceso y este desequilibrio alimentario está<br />
asociado a un mayor riesgo de obesidad y enfermedades crónicas<br />
no transmisibles (diabetes, hipertensión arterial, caries dental,<br />
enfermedades cardiovasculares y ciertos tipos de cáncer). Los nutrientes<br />
que consumidos por encima de las recomendaciones nutricionales<br />
establecidas se asocian al aumento del riesgo de padecer<br />
las citadas enfermedades crónicas son principalmente los ácidos<br />
grasos saturados y trans, los azúcares y la sal (OMS, 2003) (EFSA,<br />
2008). Por ello se considera prioritario establecer estrategias poblacionales<br />
para reducir el consumo de estos nutrientes. El mejor<br />
camino para reducir su ingesta es limitar el consumo de alimentos<br />
ricos en ellos. Así, los diferentes esquemas utilizados para representar<br />
la frecuencia de consumo recomendada de los diferentes<br />
grupos de alimentos (pirámides, ruedas, platos, etc.) coinciden en<br />
aconsejar a la población un mayor consumo de alimentos frescos<br />
frente a aquellos transformados que, en muchos ca sos, presentan<br />
altos contenidos de grasas, azúcares o sal. Es preciso insistir en la<br />
promoción de los ali mentos frescos, limitando el consumo de alimentos<br />
transformados, mensaje que puede reforzarse con mejoras<br />
en la composición de los alimentos, encaminadas a reducir el contenido<br />
de estos nutrientes.» Este párrafo no es nuestro. Está tomado<br />
íntegramente 91 del Informe del Comité Científico de la Agencia<br />
Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (AESAN).<br />
Las primeras referencias científicas 92 a una dieta mediterránea son<br />
del año 1948, cuando el epidemiólogo Leland G. Allbaugh estudió<br />
el modo de vida de los habitantes de la isla de Creta y, entre otros<br />
aspectos, comparó su alimentación con la de Grecia y EE. UU. Por<br />
su parte, el fisiólogo norteamericano Ancel Keys (lo podemos ver<br />
en la portada de la revista Time), encabezó un estudio sobre las<br />
enfermedades coronarias, el colesterol de la sangre y el estilo de<br />
vida de siete países (Italia, Yugoslavia, Grecia, Países Bajos, Finlandia,<br />
EE. UU. y Japón) tras la Segunda Guerra Mundial y contribuyó<br />
a su difusión.<br />
Keys y sus colaboradores apreciaron que la incidencia de las enfermedades<br />
coronarias era menor en las zonas rurales del sur de Europa<br />
y en Japón. Sospecharon que había un factor protector en el estilo de<br />
vida, que etiquetaron como «estilo mediterráneo» (mediterranean<br />
way). Describieron este estilo de vida como «muy activo físicamente<br />
(por la escasa mecanización del agro), 19 frugal, y con una ingestión<br />
predominante de productos vegetales y reducida en productos de<br />
origen animal». La posterior difusión de sus resultados asimiló el<br />
concepto estilo mediterráneo con el de dieta mediterránea.<br />
Esta dieta, tal cual se planteó, nunca ha sido consumida tradicionalmente<br />
en ningún país mediterráneo. Además, Keys se apoyó en<br />
la imagen de salud proyectada por los países mediterráneos entre<br />
los estadounidenses para formular una dieta más racional, ya que<br />
la dieta norteamericana de su época abusaba del consumo de<br />
ciertos productos (carne, huevos y mantequilla) e ignoraba otros<br />
(verduras y pescado). Es decir, usó políticamente (y con buena intención)<br />
un modelo de dieta para enfrentarlo al otro. Acabó formulando<br />
una dieta en la que predominaban los productos vegetales,<br />
complementada con cantidades justas de carne y pescado.<br />
En el caso del Estado español:<br />
Aunque nuestro imaginario colectivo nos dice que todos nuestros<br />
abuelos seguían la dieta mediterránea, debemos recordar que,<br />
hasta los años 60 y 70, la alimentación de la mayoría de las personas<br />
que habitaban en el Estado español estaba formada mayoritariamente<br />
por cereales, patatas y legumbres, y no se comían tantas<br />
verduras, frutas y pescado como mandan los cánones de este<br />
régimen alimenticio (que, por otra parte, no han sido estandarizados<br />
hasta hace unos pocos años).<br />
Para más inri, en los años 70, cuando aumentó de forma notable<br />
la producción de frutas, hortalizas y aceite de oliva, se priorizó su<br />
exportación sobre el consumo nacional, y los españoles no pudieron<br />
disfrutar de estos nuevos recursos hasta los años 80.<br />
Imagen de la revista Time (13 de junio de 1961).<br />
91. https://www.gencat.cat/salut/acsa/html/ca/dir3608/criterios_nutrientes.pdf<br />
Y finalmente, recordar que la inmensa mayor parte de todos estos<br />
estudios fueran realizados únicamente sobre hombres y, como manda<br />
la tradición, los resultados se extrapolaron sin más a las mujeres.<br />
92. La información que aparece a continuación está tomada de https://es.wikipedia.org/<br />
wiki/Dieta_mediterr%C3%A1nea y sus referencias bibliográficas.