05.01.2017 Views

VIAJE AL CENTRO DE LA ALIMENTACIÓN QUE NOS ENFERMA

QS3d307mFKm

QS3d307mFKm

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

CAPÍTULO 3. ¿POR QUÉ COMEMOS TAN REMATADAMENTE M<strong>AL</strong>?<br />

3. Internalizar los costes sanitarios derivados de la alimentación<br />

insana en los productos cuyo consumo excesivo los<br />

generan.<br />

4. Actuar sobre el ambiente o entorno alimentario, mandando<br />

una señal clara, desde las Administraciones, sobre que existen<br />

alimentos con buen perfil nutricional y otros que no.<br />

Esto, a otras medidas, por ejemplo, un etiquetado claro y<br />

una limitación de la publicidad de determinados alimentos<br />

claramente insanos para poblaciones vulnerables, es una<br />

medida sociocultural altamente efectiva.<br />

5. Conseguir recaudar fondos que se puedan destinar a otros<br />

aspectos de lucha contra la epidemia de la alimentación insana<br />

(impulsar los sistemas alimentarios locales, campañas<br />

educativas, costear parte de los gastos sanitarios, etc.).<br />

Cuando se analizan las propuestas de intervención en los precios,<br />

se deben tener en cuenta todos estos posibles objetivos. En parte,<br />

esto nos ayudará a escoger el mejor sistema (en función del<br />

objetivo que queramos priorizar) y en parte, ayuda a entender<br />

que es una medida global que va más allá de multiplicar por X el<br />

precio de algunos alimentos esperando que se reduzca drásticamente<br />

su consumo, simplemente por ese hecho. Se puede conseguir<br />

reducir el consumo, también, por otras vías indirectas (como<br />

es el potente aspecto simbólico de penalizar algunos perfiles<br />

nutricionales, cuando la Administración nos dice «esto es malo<br />

y por eso le pongo un sobreprecio», se manda una señal contundente<br />

hacia el consumo que no es, en absoluto, inocua respecto a<br />

nuestro comportamiento consumidor).<br />

Como resumen podemos referirnos a las palabras de Tim Lobstein<br />

en el sentido de que los impuestos sobre ciertos tipos de<br />

alimentos suelen estar por debajo del 5% del precio de compra, y<br />

en esas magnitudes no suelen ser lo suficientemente altos como<br />

para afectar a la persona consumidora a la hora de elegir. Añadir<br />

unos pocos céntimos de euro al precio de un aperitivo salado o<br />

una chocolatina o un refresco podría tener un impacto muy bajo<br />

sobre las ventas.<br />

Estos impuestos pueden significar un incremento en la recaudación,<br />

sí, y este dinero extra puede canalizarse en campañas de<br />

promoción de la salud y educación pública o en intervenir en los<br />

barrios de clases populares para mejorar el acceso a la alimentación<br />

sana o para potenciar, ahora sí, los sistemas alimentarios<br />

locales.<br />

También es conveniente recordar otro tipo de medidas impositivas<br />

que pueden tener impacto sobre el sistema alimentario<br />

pero que no afectan directamente a los alimentos, como los<br />

impuestos ambientales o al márquetin de determinados productos.<br />

Lo dicho, hay que valorar bien todos estos aspectos antes de<br />

comenzar el diseño de una política de precios acorde con las<br />

políticas de salud.<br />

• nConsideraciones importantes para el<br />

diseño de las políticas de precios<br />

La evidencia científica nos indica que las políticas de precios tienen<br />

el potencial claro e inequívoco de influir en los patrones de<br />

consumo, en la dirección deseada.<br />

Existen, sin embargo, una serie de consideraciones adicionales<br />

que deben tenerse en cuenta en la acción para maximizar el beneficio<br />

potencial para la salud pública:<br />

››<br />

La elasticidad del precio de la demanda<br />

››<br />

Los efectos de sustitución potenciales<br />

››<br />

Los impactos diferenciados en función del género o la clase<br />

social<br />

››<br />

La repercusión del impuesto a lo largo de la cadena, con<br />

especial atención en cómo la tasa se traspasa al consumo<br />

››<br />

La elección del mecanismo impositivo<br />

› La elasticidad de la demanda<br />

No todos los alimentos se comportan de la misma manera a nivel<br />

de consumo cuando varían sus precios. La elasticidad de la<br />

demanda calcula la diferencia en la cantidad de producto consumido<br />

cuando su precio cambia un 1%. Si a ese 1% de incremento<br />

de precio, el producto (el alimento en este caso) reduce mucho<br />

su consumo, hablamos de que ese alimento tiene una elasticidad<br />

alta, si por el contrario, apenas varía su consumo, diremos que<br />

ese alimento es poco elástico; es decir, que aunque le subamos el<br />

precio vía impuestos, su consumo no se verá alterado.<br />

La elasticidad no es una cifra estática ni universal. Depende de<br />

diversos factores (grupos sociales, hábitos de consumo, preferencias,<br />

alternativas existentes, etc.) En general, se considera<br />

que la mayoría de alimentos son inelásticos (la proporción de<br />

disminución de su consumo es menor a la proporción de aumento<br />

de precio, o a la inversa), pero también es cierto que si existen<br />

alternativas (alimentos sustitutos) al alimento en cuestión, la<br />

elasticidad aumenta. Es decir, algunos alimentos específicos<br />

pueden tener mayores elasticidades si el consumo es capaz de<br />

sustituirlos por otros.

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!