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_Quien le hacia la cena a Adam - Katrine Marcal

El feminismo y la economía siempre han tenido mucho que ver. Virginia Woolf quería una habitación propia, y eso cuesta dinero. A finales del siglo XIX y principios del XX, las mujeres se unieron para exigir el derecho a la propiedad privada y a la herencia, el derecho de libre creación de empresas, el derecho a pedir préstamos, el derecho al trabajo, la igualdad salarial y, en definitiva, la posibilidad de mantenerse a sí mismas, de manera que no tuvieran que casarse por dinero, sino que pudieran, en su lugar, hacerlo por amor. El feminismo sigue guardando una estrecha relación con la economía. Durante las últimas décadas, el objetivo del movimiento feminista ha sido hacerse con el dinero y otros privilegios tradicionalmente acaparados por los hombres, a cambio de cosas menos fáciles de cuantificar como, por ejemplo, «el derecho a llorar en público». O, por lo menos, así es como lo han explicado algunos.

El feminismo y la economía siempre han tenido mucho que ver. Virginia
Woolf quería una habitación propia, y eso cuesta dinero.
A finales del siglo XIX y principios del XX, las mujeres se unieron para
exigir el derecho a la propiedad privada y a la herencia, el derecho de libre
creación de empresas, el derecho a pedir préstamos, el derecho al trabajo, la
igualdad salarial y, en definitiva, la posibilidad de mantenerse a sí mismas, de
manera que no tuvieran que casarse por dinero, sino que pudieran, en su
lugar, hacerlo por amor.
El feminismo sigue guardando una estrecha relación con la economía.
Durante las últimas décadas, el objetivo del movimiento feminista ha sido
hacerse con el dinero y otros privilegios tradicionalmente acaparados por los
hombres, a cambio de cosas menos fáciles de cuantificar como, por ejemplo,
«el derecho a llorar en público».
O, por lo menos, así es como lo han explicado algunos.

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de <strong>la</strong> demanda.<br />

Los mercados no solo se han adentrado hasta el corazón de <strong>la</strong>s metrópolis<br />

más importantes del p<strong>la</strong>neta, sino que en su honor se han construido edificios<br />

enormes que definen el paisaje de <strong>la</strong>s grandes ciudades: Nueva York,<br />

Shangai, Tokio, Londres, Kua<strong>la</strong> Lumpur. La silueta de <strong>la</strong>s áreas<br />

metropolitanas de todo el mundo se hal<strong>la</strong> dominada por rascacielos<br />

pertenecientes a los bancos y <strong>la</strong>s multinaciona<strong>le</strong>s financieras. Nunca antes<br />

había sido capaz el ser humano de construir tan alto ni de crear nada a tan<br />

gran esca<strong>la</strong>; sin embargo, en <strong>la</strong> cúspide de dichos rascacielos hemos tenido<br />

que colocar val<strong>la</strong>s de seguridad para evitar que <strong>la</strong>s personas se arrojen al<br />

vacío en una caída libre de cien p<strong>la</strong>ntas <strong>hacia</strong> una muerte segura.<br />

Al mismo tiempo que el hombre económico ha ido creciendo hasta<br />

convertirse en el amo del mundo, los mercados parecen seguir necesitando de<br />

nuestros hechizos y conjuros. Tal vez ahora más que nunca. Estamos<br />

constantemente preocupados por su estado de salud. Los mercados pueden<br />

sentirse a<strong>le</strong>gres, preocupados, sobreexcitados, felices o enfadados; son como<br />

una bestia gigantesca con un abanico increíb<strong>le</strong> de sentimientos. Su vida<br />

interior es tan rica que algunos de los periódicos más prestigiosos están<br />

consagrados exclusivamente a seguir sus fluctuaciones.<br />

A veces, se muestran ref<strong>le</strong>xivos y meditabundos:<br />

«Los mercados decidieron ignorar <strong>la</strong> esperada subida de precios.» «Los<br />

mercados interpretaron <strong>la</strong> decisión del gobierno como una negativa a<br />

devaluar su moneda.» «La rápida respuesta de los mercados pilló a todo el<br />

mundo por sorpresa.» «Los mercados sacaron sus propias conclusiones.»<br />

Otras veces, se muestran tercos y descontentos:<br />

«Los mercados no se dejaron impresionar por <strong>la</strong>s medidas del gobierno.»<br />

«Los mercados se encuentran aún <strong>le</strong>jos de reconocer que Italia signifique<br />

posibilidades de negocio.» «Los mercados se sienten bastante decepcionados

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