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_Quien le hacia la cena a Adam - Katrine Marcal

El feminismo y la economía siempre han tenido mucho que ver. Virginia Woolf quería una habitación propia, y eso cuesta dinero. A finales del siglo XIX y principios del XX, las mujeres se unieron para exigir el derecho a la propiedad privada y a la herencia, el derecho de libre creación de empresas, el derecho a pedir préstamos, el derecho al trabajo, la igualdad salarial y, en definitiva, la posibilidad de mantenerse a sí mismas, de manera que no tuvieran que casarse por dinero, sino que pudieran, en su lugar, hacerlo por amor. El feminismo sigue guardando una estrecha relación con la economía. Durante las últimas décadas, el objetivo del movimiento feminista ha sido hacerse con el dinero y otros privilegios tradicionalmente acaparados por los hombres, a cambio de cosas menos fáciles de cuantificar como, por ejemplo, «el derecho a llorar en público». O, por lo menos, así es como lo han explicado algunos.

El feminismo y la economía siempre han tenido mucho que ver. Virginia
Woolf quería una habitación propia, y eso cuesta dinero.
A finales del siglo XIX y principios del XX, las mujeres se unieron para
exigir el derecho a la propiedad privada y a la herencia, el derecho de libre
creación de empresas, el derecho a pedir préstamos, el derecho al trabajo, la
igualdad salarial y, en definitiva, la posibilidad de mantenerse a sí mismas, de
manera que no tuvieran que casarse por dinero, sino que pudieran, en su
lugar, hacerlo por amor.
El feminismo sigue guardando una estrecha relación con la economía.
Durante las últimas décadas, el objetivo del movimiento feminista ha sido
hacerse con el dinero y otros privilegios tradicionalmente acaparados por los
hombres, a cambio de cosas menos fáciles de cuantificar como, por ejemplo,
«el derecho a llorar en público».
O, por lo menos, así es como lo han explicado algunos.

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negrero. En su último viaje, <strong>la</strong> nave naufraga y Robinson es arrojado a una<br />

is<strong>la</strong> casi desierta.<br />

Aquí comienza <strong>la</strong> aventura.<br />

Robinson pasa muchos años en un ais<strong>la</strong>miento total, acompañado tan solo<br />

de un par de anima<strong>le</strong>s. Los «salvajes» y los caníba<strong>le</strong>s causan estragos en <strong>la</strong><br />

p<strong>la</strong>ya. En su libro de registro, el náufrago enumera en columnas para<strong>le</strong><strong>la</strong>s no<br />

solo el dinero y los materia<strong>le</strong>s con que cuenta, sino también <strong>la</strong>s dichas y <strong>la</strong>s<br />

desgracias.<br />

Porque estará en una is<strong>la</strong> desierta, pero está vivo.<br />

Porque estará ais<strong>la</strong>do de los demás seres humanos, pero no se muere de<br />

hambre.<br />

Porque no tendrá ropa, pero el clima es agradab<strong>le</strong>.<br />

Robinson calcu<strong>la</strong> de forma muy lógica <strong>la</strong> utilidad de cualquier situación. Y<br />

se siente bastante feliz, libre de deseo, envidia y orgullo. Libre de otras<br />

personas. En su diario constata exultante que tiene el poder de hacer lo que <strong>le</strong><br />

venga en gana; puede proc<strong>la</strong>marse rey o emperador de toda <strong>la</strong> is<strong>la</strong>. ¡Qué<br />

dicha tan enorme! Al no ser esc<strong>la</strong>vo de los deseos carna<strong>le</strong>s ni de otras<br />

distracciones, centra en cambio sus energías en <strong>la</strong> propiedad y en el control.<br />

Tiene toda una is<strong>la</strong> que conquistar y <strong>la</strong> natura<strong>le</strong>za está ahí esperando ser<br />

sometida.<br />

La nove<strong>la</strong> sue<strong>le</strong> ser interpretada como una historia acerca del ingenio y <strong>la</strong><br />

capacidad de inventiva del individuo. Robinson cultiva maíz, realiza <strong>la</strong>bores<br />

de alfarería y ordeña a <strong>la</strong>s cabras. Se <strong>la</strong>s arreg<strong>la</strong> para confeccionar ve<strong>la</strong>s a<br />

partir de sebo de anima<strong>le</strong>s, emp<strong>le</strong>ando como mecha ortigas secas y<br />

estrujadas. Pero esa pequeña sociedad unipersonal no se construye solo con el<br />

ingenio de su único miembro. En realidad, Robinson retorna hasta trece veces<br />

al barco naufragado a fin de hacer acopio de los materia<strong>le</strong>s y herramientas

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