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_Quien le hacia la cena a Adam - Katrine Marcal

El feminismo y la economía siempre han tenido mucho que ver. Virginia Woolf quería una habitación propia, y eso cuesta dinero. A finales del siglo XIX y principios del XX, las mujeres se unieron para exigir el derecho a la propiedad privada y a la herencia, el derecho de libre creación de empresas, el derecho a pedir préstamos, el derecho al trabajo, la igualdad salarial y, en definitiva, la posibilidad de mantenerse a sí mismas, de manera que no tuvieran que casarse por dinero, sino que pudieran, en su lugar, hacerlo por amor. El feminismo sigue guardando una estrecha relación con la economía. Durante las últimas décadas, el objetivo del movimiento feminista ha sido hacerse con el dinero y otros privilegios tradicionalmente acaparados por los hombres, a cambio de cosas menos fáciles de cuantificar como, por ejemplo, «el derecho a llorar en público». O, por lo menos, así es como lo han explicado algunos.

El feminismo y la economía siempre han tenido mucho que ver. Virginia
Woolf quería una habitación propia, y eso cuesta dinero.
A finales del siglo XIX y principios del XX, las mujeres se unieron para
exigir el derecho a la propiedad privada y a la herencia, el derecho de libre
creación de empresas, el derecho a pedir préstamos, el derecho al trabajo, la
igualdad salarial y, en definitiva, la posibilidad de mantenerse a sí mismas, de
manera que no tuvieran que casarse por dinero, sino que pudieran, en su
lugar, hacerlo por amor.
El feminismo sigue guardando una estrecha relación con la economía.
Durante las últimas décadas, el objetivo del movimiento feminista ha sido
hacerse con el dinero y otros privilegios tradicionalmente acaparados por los
hombres, a cambio de cosas menos fáciles de cuantificar como, por ejemplo,
«el derecho a llorar en público».
O, por lo menos, así es como lo han explicado algunos.

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mantuviera cohesionada.<br />

La cuestión es si esta es una estrategia sostenib<strong>le</strong> a <strong>la</strong>rgo p<strong>la</strong>zo.<br />

Hoy en día hay una gran escasez de cuidadores en el mundo. Atrás ha<br />

quedado <strong>la</strong> época en que un gran número de mujeres no tenían <strong>la</strong> oportunidad<br />

de dedicarse a otra cosa. Por lo menos en Occidente.<br />

Alrededor de 3.500 médicos filipinos se recic<strong>la</strong>ron como enfermeros entre<br />

2000 y 2003.[5] La mayoría de ellos emigraron a Estados Unidos. Un<br />

enfermero gana allí entre cuatro y seis veces más que un médico en Filipinas.<br />

Las enfermeras profesiona<strong>le</strong>s formadas en el continente africano emigran<br />

de país en país hasta Sudáfrica. Y de ahí viajan a Canadá o Estados Unidos.<br />

Los países del África subsahariana padecen el 24 por ciento de <strong>la</strong>s<br />

enfermedades mundia<strong>le</strong>s; sin embargo, solo poseen el 3 por ciento del<br />

personal de enfermería del p<strong>la</strong>neta. En Zambia hay 2,2 enfermeras por cada<br />

10.000 habitantes. Eso es más de cuarenta veces menos que en Estados<br />

Unidos.<br />

En este mercado uno va a donde está el dinero.<br />

Las mujeres quieren tener una vida mejor, y muchos países carecen de<br />

trabajadores especializados en el cuidado de enfermos y ancianos. El<br />

prob<strong>le</strong>ma no está resuelto ni siquiera en Occidente. En Suecia, se espera que<br />

haya un déficit de 130.000 cuidadores cualificados (enfermeros, auxiliares de<br />

enfermería) en 2030.[6] Ese mismo año, en Estados Unidos serán necesarios<br />

entre 400.000 y 800.000 cuidadores más.<br />

A pesar de que los sa<strong>la</strong>rios de los enfermeros y enfermeras de los países<br />

occidenta<strong>le</strong>s son altos comparados con lo que se gana en otras partes del<br />

mundo, siguen siendo bajos en comparación con el resto de los emp<strong>le</strong>os del<br />

mercado <strong>la</strong>boral. Eso hace que sea difícil contratar. Parece que el dinero sí<br />

que importa.

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