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_Quien le hacia la cena a Adam - Katrine Marcal

El feminismo y la economía siempre han tenido mucho que ver. Virginia Woolf quería una habitación propia, y eso cuesta dinero. A finales del siglo XIX y principios del XX, las mujeres se unieron para exigir el derecho a la propiedad privada y a la herencia, el derecho de libre creación de empresas, el derecho a pedir préstamos, el derecho al trabajo, la igualdad salarial y, en definitiva, la posibilidad de mantenerse a sí mismas, de manera que no tuvieran que casarse por dinero, sino que pudieran, en su lugar, hacerlo por amor. El feminismo sigue guardando una estrecha relación con la economía. Durante las últimas décadas, el objetivo del movimiento feminista ha sido hacerse con el dinero y otros privilegios tradicionalmente acaparados por los hombres, a cambio de cosas menos fáciles de cuantificar como, por ejemplo, «el derecho a llorar en público». O, por lo menos, así es como lo han explicado algunos.

El feminismo y la economía siempre han tenido mucho que ver. Virginia
Woolf quería una habitación propia, y eso cuesta dinero.
A finales del siglo XIX y principios del XX, las mujeres se unieron para
exigir el derecho a la propiedad privada y a la herencia, el derecho de libre
creación de empresas, el derecho a pedir préstamos, el derecho al trabajo, la
igualdad salarial y, en definitiva, la posibilidad de mantenerse a sí mismas, de
manera que no tuvieran que casarse por dinero, sino que pudieran, en su
lugar, hacerlo por amor.
El feminismo sigue guardando una estrecha relación con la economía.
Durante las últimas décadas, el objetivo del movimiento feminista ha sido
hacerse con el dinero y otros privilegios tradicionalmente acaparados por los
hombres, a cambio de cosas menos fáciles de cuantificar como, por ejemplo,
«el derecho a llorar en público».
O, por lo menos, así es como lo han explicado algunos.

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[8] Esta es <strong>la</strong> teoría del capital humano introducida por Jacob Mincer.<br />

[9] Hewitson, 1999, p. 50.<br />

[10] Becker, 1957.<br />

[11] Arrow, 1972, y Mueser, 1987.<br />

[12] Becker, 1995.<br />

[13] Véase, por ejemplo, Becker, 1991, p. 37.<br />

[14] Kipnis, 2006, pp. 81-122.<br />

[15] Angier, 2000, p. 58.<br />

4. EN EL QUE NOS DAMOS CUENTA DE QUE NUESTRO PACTO CON EL<br />

HOMBRE ECONÓMICO NO HA DADO LOS RESULTADOS QUE ESPERÁBAMOS<br />

[1] Citado en Brockway, 1996, p. 10.<br />

[2] Keynes, 1963.<br />

[3] Si <strong>la</strong> producción y el consumo per cápita crece un 2 por ciento cada año,<br />

cada treinta y cinco años se duplicará. Al cabo de aproximadamente un siglo<br />

(103 años y medio), el consumo y los ingresos se habrán multiplicado por<br />

ocho; y al cabo de otros treinta y cinco años, por dieciséis.<br />

[4] Citado en Marglin, 2008, p. 4.<br />

[5] Keynes, 1963, p. 374.<br />

[6] Consúltense <strong>la</strong>s estadísticas en:<br />

.<br />

[7] Hamermesh y Soss, 1974.<br />

[8] Mialon, 2012.<br />

[9] Ga<strong>le</strong>nson, 2006.<br />

[10] Véase, por ejemplo, Thompson, 2008.

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