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_Quien le hacia la cena a Adam - Katrine Marcal

El feminismo y la economía siempre han tenido mucho que ver. Virginia Woolf quería una habitación propia, y eso cuesta dinero. A finales del siglo XIX y principios del XX, las mujeres se unieron para exigir el derecho a la propiedad privada y a la herencia, el derecho de libre creación de empresas, el derecho a pedir préstamos, el derecho al trabajo, la igualdad salarial y, en definitiva, la posibilidad de mantenerse a sí mismas, de manera que no tuvieran que casarse por dinero, sino que pudieran, en su lugar, hacerlo por amor. El feminismo sigue guardando una estrecha relación con la economía. Durante las últimas décadas, el objetivo del movimiento feminista ha sido hacerse con el dinero y otros privilegios tradicionalmente acaparados por los hombres, a cambio de cosas menos fáciles de cuantificar como, por ejemplo, «el derecho a llorar en público». O, por lo menos, así es como lo han explicado algunos.

El feminismo y la economía siempre han tenido mucho que ver. Virginia
Woolf quería una habitación propia, y eso cuesta dinero.
A finales del siglo XIX y principios del XX, las mujeres se unieron para
exigir el derecho a la propiedad privada y a la herencia, el derecho de libre
creación de empresas, el derecho a pedir préstamos, el derecho al trabajo, la
igualdad salarial y, en definitiva, la posibilidad de mantenerse a sí mismas, de
manera que no tuvieran que casarse por dinero, sino que pudieran, en su
lugar, hacerlo por amor.
El feminismo sigue guardando una estrecha relación con la economía.
Durante las últimas décadas, el objetivo del movimiento feminista ha sido
hacerse con el dinero y otros privilegios tradicionalmente acaparados por los
hombres, a cambio de cosas menos fáciles de cuantificar como, por ejemplo,
«el derecho a llorar en público».
O, por lo menos, así es como lo han explicado algunos.

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doméstica a tiempo comp<strong>le</strong>to solo está disponib<strong>le</strong> para aquel<strong>la</strong>s que pueden<br />

permitírselo. ¿Quién limpia en casa de <strong>la</strong> limpiadora? ¿Quién cuida a <strong>la</strong> niña<br />

de <strong>la</strong> niñera? Estas no son solo preguntas retóricas, sino cuestiones para <strong>la</strong>s<br />

que únicamente puede hal<strong>la</strong>rse respuesta siguiendo <strong>la</strong> complicada red de<br />

atención que envuelve a <strong>la</strong> economía global.<br />

Hoy en día, más de <strong>la</strong> mitad de los inmigrantes del mundo son mujeres. En<br />

algunos países <strong>la</strong> proporción asciende a entre el 80 y el 90 por ciento.[3] Sus<br />

vidas consisten en <strong>la</strong>rgas jornadas de trabajo a cambio de bajos sa<strong>la</strong>rios,<br />

ejerciendo un trabajo duro, ais<strong>la</strong>do y no regu<strong>la</strong>do. A menudo viven en el<br />

lugar donde trabajan, que es <strong>la</strong> casa de otra persona. Son parte de <strong>la</strong> familia,<br />

pero no acaban de serlo del todo.<br />

La calidad de su trabajo dependerá en gran medida de <strong>la</strong>s re<strong>la</strong>ciones que<br />

logren forjar. Si se apegan a <strong>la</strong> familia a <strong>la</strong> que sirven, serán mejores niñeras.<br />

Los niños van a ver<strong>la</strong>s más a menudo que a sus propias madres y, sobre todo,<br />

más que a sus padres. En algunos casos, <strong>le</strong>s cogerán mucho cariño. Pero el<br />

que una emp<strong>le</strong>ada doméstica se apegue afectivamente a <strong>la</strong> familia para <strong>la</strong> que<br />

trabaja <strong>le</strong> pondrá <strong>la</strong>s cosas más difíci<strong>le</strong>s cuando l<strong>le</strong>gue <strong>la</strong> hora de renegociar<br />

el sa<strong>la</strong>rio y <strong>la</strong>s condiciones <strong>la</strong>bora<strong>le</strong>s. Será casi imposib<strong>le</strong> separar los ro<strong>le</strong>s.<br />

¿Trabaja por interés propio, por amor o por ambas cosas? Les tiene tanto<br />

afecto a los niños que, ¿cómo va a despedirse así, sin más, cómo van a<br />

arreglárse<strong>la</strong>s sin el<strong>la</strong>? El emp<strong>le</strong>ador a menudo se considera <strong>le</strong>gitimado a<br />

aprovecharse de esa confusión.<br />

Si <strong>la</strong> niñera hace muy mal su trabajo, malo; pero si lo hace muy bien, malo<br />

también. Si los niños se encariñan con el<strong>la</strong> más que con papá y mamá, eso a<br />

estos no <strong>le</strong>s sentará nada bien. La carrera de niñera es un difícil acto de<br />

equilibrio, y, por tanto, está destinada a durar poco.<br />

La jornada media de <strong>la</strong>s emp<strong>le</strong>adas domésticas en Estados Unidos es de

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