16.09.2018 Views

_Quien le hacia la cena a Adam - Katrine Marcal

El feminismo y la economía siempre han tenido mucho que ver. Virginia Woolf quería una habitación propia, y eso cuesta dinero. A finales del siglo XIX y principios del XX, las mujeres se unieron para exigir el derecho a la propiedad privada y a la herencia, el derecho de libre creación de empresas, el derecho a pedir préstamos, el derecho al trabajo, la igualdad salarial y, en definitiva, la posibilidad de mantenerse a sí mismas, de manera que no tuvieran que casarse por dinero, sino que pudieran, en su lugar, hacerlo por amor. El feminismo sigue guardando una estrecha relación con la economía. Durante las últimas décadas, el objetivo del movimiento feminista ha sido hacerse con el dinero y otros privilegios tradicionalmente acaparados por los hombres, a cambio de cosas menos fáciles de cuantificar como, por ejemplo, «el derecho a llorar en público». O, por lo menos, así es como lo han explicado algunos.

El feminismo y la economía siempre han tenido mucho que ver. Virginia
Woolf quería una habitación propia, y eso cuesta dinero.
A finales del siglo XIX y principios del XX, las mujeres se unieron para
exigir el derecho a la propiedad privada y a la herencia, el derecho de libre
creación de empresas, el derecho a pedir préstamos, el derecho al trabajo, la
igualdad salarial y, en definitiva, la posibilidad de mantenerse a sí mismas, de
manera que no tuvieran que casarse por dinero, sino que pudieran, en su
lugar, hacerlo por amor.
El feminismo sigue guardando una estrecha relación con la economía.
Durante las últimas décadas, el objetivo del movimiento feminista ha sido
hacerse con el dinero y otros privilegios tradicionalmente acaparados por los
hombres, a cambio de cosas menos fáciles de cuantificar como, por ejemplo,
«el derecho a llorar en público».
O, por lo menos, así es como lo han explicado algunos.

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

imaginario, los juntamos hasta crear modelos y los l<strong>la</strong>mamos «una imagen<br />

bastante certera del mundo».<br />

Las teorías en torno al hombre económico, como se ha demostrado una y otra<br />

vez, no se sostienen. Pero da lo mismo, por mucho que Kahneman y Tversky<br />

se hayan esforzado durante más de treinta años en hacernos ver que nuestras<br />

decisiones no son en absoluto objetivas y raciona<strong>le</strong>s. El hecho de que<br />

sepamos a ciencia cierta que, en realidad, el hombre económico no existe, no<br />

parece detenernos a <strong>la</strong> hora de seguir situándolo en el centro de <strong>la</strong> ciencia<br />

económica y de aplicar su lógica a ámbitos cada vez más amplios de nuestras<br />

vidas. En 2004, el fenómeno editorial internacional Freakonomics sostuvo<br />

que todos y cada uno de los aspectos de nuestra existencia se configuran<br />

según los principios del mercado. A fina<strong>le</strong>s de los años setenta, el filósofo de<br />

izquierdas Michel Foucault no habría podido imaginarse cuán <strong>le</strong>jos l<strong>le</strong>varían<br />

los neolibera<strong>le</strong>s más salvajes sus teorías. Y, sin embargo, ahí está: un éxito de<br />

ventas en edición de bolsillo copando los estantes centra<strong>le</strong>s de <strong>la</strong> librería.<br />

Siempre ha habido economistas que han criticado de forma c<strong>la</strong>ra y<br />

meticulosa <strong>la</strong>s teorías del hombre económico. No obstante, a pesar de todo<br />

sigue siendo sinónimo de economía. Es a él a quien nos referimos cuando<br />

hab<strong>la</strong>mos de «lógica económica» en nuestro día a día; y <strong>la</strong>s corrientes de<br />

pensamiento crítico que han surgido en su contra han sido calificadas, en el<br />

mejor de los casos, de meramente comp<strong>le</strong>mentarias. Es el hombre económico<br />

el que está en el centro del es<strong>cena</strong>rio, y es a él al que todos los demás deben<br />

referirse.<br />

La economía conductual, <strong>la</strong> corriente que ha provocado el mayor impacto<br />

en los últimos años,[2] se <strong>la</strong>s ha visto y deseado para demostrar que <strong>la</strong> gente<br />

no siempre se preocupa solo por su propio beneficio; que el sentido de <strong>la</strong><br />

justicia, por ejemplo, importa, y que <strong>la</strong>s preferencias pueden cambiar con el

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!