16.09.2018 Views

_Quien le hacia la cena a Adam - Katrine Marcal

El feminismo y la economía siempre han tenido mucho que ver. Virginia Woolf quería una habitación propia, y eso cuesta dinero. A finales del siglo XIX y principios del XX, las mujeres se unieron para exigir el derecho a la propiedad privada y a la herencia, el derecho de libre creación de empresas, el derecho a pedir préstamos, el derecho al trabajo, la igualdad salarial y, en definitiva, la posibilidad de mantenerse a sí mismas, de manera que no tuvieran que casarse por dinero, sino que pudieran, en su lugar, hacerlo por amor. El feminismo sigue guardando una estrecha relación con la economía. Durante las últimas décadas, el objetivo del movimiento feminista ha sido hacerse con el dinero y otros privilegios tradicionalmente acaparados por los hombres, a cambio de cosas menos fáciles de cuantificar como, por ejemplo, «el derecho a llorar en público». O, por lo menos, así es como lo han explicado algunos.

El feminismo y la economía siempre han tenido mucho que ver. Virginia
Woolf quería una habitación propia, y eso cuesta dinero.
A finales del siglo XIX y principios del XX, las mujeres se unieron para
exigir el derecho a la propiedad privada y a la herencia, el derecho de libre
creación de empresas, el derecho a pedir préstamos, el derecho al trabajo, la
igualdad salarial y, en definitiva, la posibilidad de mantenerse a sí mismas, de
manera que no tuvieran que casarse por dinero, sino que pudieran, en su
lugar, hacerlo por amor.
El feminismo sigue guardando una estrecha relación con la economía.
Durante las últimas décadas, el objetivo del movimiento feminista ha sido
hacerse con el dinero y otros privilegios tradicionalmente acaparados por los
hombres, a cambio de cosas menos fáciles de cuantificar como, por ejemplo,
«el derecho a llorar en público».
O, por lo menos, así es como lo han explicado algunos.

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

sobre un trapo de cocina, <strong>la</strong> vapu<strong>le</strong>a con fuerza sobre <strong>la</strong> mesa, gruñe,<br />

conquista, subyuga a <strong>la</strong> albahaca antes de <strong>la</strong>nzar<strong>la</strong> sin piedad en <strong>la</strong> ol<strong>la</strong>.<br />

De <strong>la</strong> misma manera, un co<strong>le</strong>gio que pretenda invertir los ro<strong>le</strong>s de género<br />

tradiciona<strong>le</strong>s se negará enseguida a que <strong>la</strong>s niñas l<strong>le</strong>ven <strong>le</strong>otardos de color<br />

rosa; no, no aceptaremos estereotipos de esos en nuestra c<strong>la</strong>se de gimnasia.<br />

No en una sociedad democrática y progresista como <strong>la</strong> nuestra, en <strong>la</strong> que,<br />

creemos, los niños han de crecer como individuos libres. Por eso <strong>la</strong>s chicas<br />

no deben corretear de un <strong>la</strong>do a otro durante <strong>la</strong>s horas de educación física<br />

vestidas con <strong>le</strong>otardos de color rosa. Las reduce a un estereotipo de género en<br />

el que seguramente no se sientan cómodas.<br />

Sin embargo, es muy probab<strong>le</strong> que el mismo y bienintencionado maestro<br />

no <strong>le</strong> preste gran atención a cómo vistan los chicos. Unos <strong>le</strong>otardos de color<br />

rosa son percibidos como un estereotipo de género; sin embargo, <strong>la</strong><br />

igualmente tradicional vestimenta deportiva de los chicos es vista como<br />

neutra.<br />

Así es como casi siempre se percibe <strong>la</strong> masculinidad. De forma neutra.<br />

Algo básico para <strong>la</strong> construcción de <strong>la</strong> identidad de género.<br />

El príncipe Ham<strong>le</strong>t de Shakespeare personifica <strong>la</strong> gran duda universal; ser<br />

o no ser viene a significar ser o no ser... como él. Todos nos vemos ref<strong>le</strong>jados<br />

en él, incluso <strong>la</strong>s mujeres. Las profundas dudas de Ham<strong>le</strong>t son un ref<strong>le</strong>jo de <strong>la</strong><br />

experiencia humana. El hombre es <strong>la</strong> norma, y <strong>la</strong> humanidad se ha convertido<br />

en sinónimo de masculinidad.<br />

Dar a luz no es, sin embargo, una experiencia humana. Es una experiencia<br />

femenina. Así es como nos han enseñado a ver el mundo. La experiencia<br />

femenina siempre se hal<strong>la</strong> separada de <strong>la</strong> universal. Nadie <strong>le</strong>e un libro sobre<br />

el parto para conectar con <strong>la</strong> existencia humana. Leemos a Shakespeare. O a<br />

alguno de los grandes filósofos que escribieron sobre cómo <strong>la</strong>s personas<br />

aparecieron sobre <strong>la</strong> faz de <strong>la</strong> tierra y comenzaron a reproducirse como

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!