El Teide, una mirada histórica, de Eustaquio Villalba - ATAN
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inevitablemente <strong>de</strong> un <strong>de</strong>rrumbamiento, al menos mientras no cese la generación <strong>de</strong><br />
magma en las profundida<strong>de</strong>s”.<br />
La evi<strong>de</strong>ncia científica <strong>de</strong> los gran<strong>de</strong>s <strong>de</strong>slizamientos supone un cambio radical<br />
en los análisis geográficos y geomorfológicos. No es sólo un cambio <strong>de</strong> <strong>una</strong> teoría por<br />
otra. Los <strong>de</strong>slizamientos implican un giro copernicano en los análisis espaciales <strong>de</strong>l<br />
Archipiélago, pues ahora son <strong>una</strong> nueva y fundamental variable explicativa en los<br />
estudios <strong>de</strong> los paisajes insulares. La confirmación y datación <strong>de</strong> las avalanchas<br />
modifica los análisis hechos hasta ahora sobre la evolución <strong>de</strong>l relieve canario. La gran<br />
cicatriz que <strong>de</strong>jan los <strong>de</strong>slizamientos y la frecuente actividad volcánica que le sigue,<br />
cambia bruscamente las re<strong>de</strong>s hidrográficas y la capacidad erosiva <strong>de</strong> las escorrentías.<br />
También <strong>de</strong>be influir en la distribución y diversificación <strong>de</strong> las especies, pues muchas<br />
poblaciones vegetales y animales quedarían aisladas por los <strong>de</strong>slizamientos y la<br />
actividad volcánica posterior. Y este tipo <strong>de</strong> eventos <strong>de</strong> carácter catastrófico y <strong>de</strong><br />
duración corta, asume un papel capital en la interpretación <strong>de</strong> las formas <strong>de</strong>l relieve. Así<br />
pues, los <strong>de</strong>slizamientos se han constituido en un elemento clave para la explicación<br />
geográfica <strong>de</strong>l paisaje y como nuevo paradigma científico ya está siendo reflejado en<br />
los libros <strong>de</strong> texto y en las publicaciones geográficas.<br />
EL PAISAJE VEGETAL DE LAS CAÑADAS<br />
FIGURA 47. Mapa <strong>de</strong> vegetación <strong>de</strong> Hans Meyer (1894).<br />
La escasez <strong>de</strong> la cubierta vegetal era lo que caracterizaba el paisaje <strong>de</strong> Las Cañadas en<br />
durante todo XIX y la primera parte <strong>de</strong>l XX. En 1803 el científico francés L. Cordier<br />
observó en su ascenso al <strong>Tei<strong>de</strong></strong> que “a los pinos pronto les siguieron las retamas <strong>de</strong> <strong>una</strong><br />
especie gran<strong>de</strong> que se extien<strong>de</strong>n hasta la meseta, don<strong>de</strong> sus escasos matorrales,<br />
dispersos por los montones <strong>de</strong> escorias o por las llanuras <strong>de</strong> arenas volcánicas,<br />
comparten sólo con los líquenes la propiedad <strong>de</strong>l <strong>de</strong>sierto más áspero y seco que uno<br />
pueda imaginar.” La mejor <strong>de</strong>scripción <strong>de</strong> Las Cañadas <strong>de</strong> la primera mitad <strong>de</strong>l siglo<br />
antepasado es, sin duda, la miscelánea que nos <strong>de</strong>jó S. Berthelot con motivo <strong>de</strong> su<br />
segunda subida al <strong>Tei<strong>de</strong></strong> en julio <strong>de</strong> 1827. Su <strong>de</strong>scripción aporta <strong>una</strong> gran cantidad <strong>de</strong><br />
topónimos que no aparecen en anteriores crónicas, lo que le permite trasmitir <strong>una</strong><br />
imagen mucho más viva y reconocible <strong>de</strong> Las Cañadas. La inicia la excursión en<br />
Vilaflor y entra en la cal<strong>de</strong>ra por la “garganta <strong>de</strong> Ucanca” <strong>de</strong>jando atrás “los pinares;<br />
vino <strong>de</strong>spués el co<strong>de</strong>so <strong>de</strong> flores amarillas, arbusto que estaba a continuación <strong>de</strong><br />
aquellos gran<strong>de</strong>s árboles, siendo a su vez sustituidos por las retamas, <strong>de</strong> blancura<br />
<strong>de</strong>slumbrante e intensa fragancia.” Que sólo cite a estas dos especies no es <strong>una</strong><br />
tradición <strong>histórica</strong>. Es la evi<strong>de</strong>ncia <strong>de</strong>l estado <strong>de</strong> la vegetación. Están ausentes en su<br />
<strong>mirada</strong> plantas tan llamativas y abundantes en la actualidad como los tajinastes,<br />
especialmente el rojo, la hierba pajonera o el rosalillo <strong>de</strong> cumbres. Las causas nos las<br />
dice unos párrafos más a<strong>de</strong>lante: “<strong>El</strong> agua que brota <strong>de</strong> la fuente <strong>de</strong> la piedra es <strong>de</strong> <strong>una</strong><br />
frescura <strong>de</strong>liciosa, y gracias a ella, que nos reconfortó, pudimos continuar nuestra<br />
penosa ascensión. A la fuente acu<strong>de</strong>n para abrevar las cabras que pastan por aquellas<br />
alturas. También las abejas, cuyas colmenas están asentadas en los alre<strong>de</strong>dores. Se<br />
<strong>de</strong>sarrollan cerca <strong>de</strong> allí las retamas, esos hermosos arbustos que constituyen el ornato<br />
<strong>de</strong> Las Cañadas. Las cabras comen sus tallos mientras que las abejas liban sin cesar en<br />
sus aromáticas flores; la próvida Naturaleza surte a las necesida<strong>de</strong>s <strong>de</strong> estos seres, ya<br />
que sin la retama, tan abundante en este extenso paraje, ni los enjambres ni los rebaños<br />
podrían subsistir, con lo que los habitantes <strong>de</strong> Las Bandas se verían privados <strong>de</strong> sus<br />
principales recursos.” Afort<strong>una</strong>damente, como le confiesan unos cabreros <strong>de</strong>