Nuevas adicciones - Proyecto Hombre
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CAPÍTULO 14<br />
(Cuna 2000), que podrían existir en aquel país aproximadamente 20<br />
millones de personas que frecuentan más de 10 horas a la semana<br />
cualesquiera de las miles de direcciones pornográficas que existen en<br />
la Red. Estaría, pues, afectado “un 2% de la población”. Las características<br />
más frecuentes que presentan estos individuos son las<br />
siguientes: “hombre casado, con profesión liberal, de clase media, de<br />
entre 35 y 45 años y padre de familia”. “Entre los pacientes [...] hay<br />
un 50 % de homosexuales y algunas mujeres”, Sanz (2003). En la<br />
literatura al respecto también se habla de que una persona clasificada<br />
con este trastorno tiene mayor comorbilidad de padecer otro trastorno<br />
adictivo. Se ha relacionado el tema con personas narcisistas, obsesivas,<br />
dependientes y dadas a un excesivo abuso de medicamentos y<br />
especialmente de alcohol. En el siguiente cuadro podemos observar<br />
la anatomía de la adicción sexual sintetizada por el Dr. Patrick, (ver<br />
cuadro pág. 140).<br />
14.6. DON JUAN O EL DEPENDIENTE<br />
“Según Foucault, los dos grandes sistemas de reglas que Occidente<br />
ha concebido para regir el sexo -la ley de la alianza y el orden de<br />
los deseos- son destruidos por la existencia de Don Juan”,<br />
Rosenzvaing (1996). A lo largo de la historia de la literatura hemos<br />
tenido tantas figuras de Don Juan como síntomas y estilos tienen sus<br />
magníficos creadores. La premisa necesaria de Don Juan es seducir<br />
a todas las mujeres viables para posteriormente desentenderse de<br />
ellas. Después de conquistada la hembra surge el efecto del desinterés,<br />
el entusiasmo se diluye. Cada época crea su propio Don Juan,<br />
que por lo general es clasificado como una mezcla de persona traumatizada<br />
con rasgos de artista. El más afamado burlón hispánico es<br />
el de Zorrilla. Su historia transcurre desde su briosa presentación<br />
hasta el final de su curación, curación que no puede ser más que por<br />
amor. Por el amor se arrepiente en una especie de acto de contricción,<br />
aunque según el propio autor “no hay que olvidar que lo suyo<br />
era un drama”, muy en consonancia con el igualmente arrepentido<br />
Don Juan de Zamora.<br />
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