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Nuevas adicciones - Proyecto Hombre

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NUEVAS ADICCIONES: ¿ADICICIONES NUEVAS?<br />

inmediata a su problema, está dentro de los lógicos parámetros de la<br />

clínica. Pero lo diferente y sintomático hoy día y lo que nos encontramos<br />

con mayor frecuencia es que el paciente no se siente responsable<br />

de lo que le ocurre en relación a su malestar. El dolor emocional<br />

no suele ser asumido como responsabilidad propia, sino como<br />

algo que se externaliza en los otros, que se atribuye por ejemplo a la<br />

sociedad, a la educación, a la familia, a la pareja e, incluso, a la biología<br />

y la genética; algo, en resumidas cuentas, que no se acepta como<br />

propio. “¡No tiene nada que ver conmigo!”, escuchamos decir en ocasiones.<br />

Ante la clásica pregunta freudiana en desuso: “¿Y usted qué<br />

tiene que ver en todo esto?”, la respuesta es un prolongado silencio<br />

en el mejor de los casos. En cuanto a estos cambios, el antropólogo<br />

Paul Rabinow (2006), en un artículo publicado en “The New York<br />

Times”, apunta que “la vieja visión liberal del mundo de que todo es<br />

una cuestión de fuerza de voluntad sigue muy presente en Estados<br />

Unidos, pero la genética se ha convertido en una fuerte contracorriente”.<br />

La responsabilidad, ya sea del problema o malestar en sí<br />

como de la solución del mismo, es ubicada en el clínico. Es, pues,<br />

trabajo y responsabilidad del terapeuta aliviar o curar esa molestia;<br />

es, por consiguiente, al experto a quien le es confiado ese supuesto<br />

“saber y deber”. Como afirma José Mª Álvarez (2006), “ese hurto de<br />

la responsabilidad, ese empeño en disociar el pathos y el ethos de los<br />

antiguos, culminó en un nihilismo terapéutico tanto más recalcitrante<br />

cuanto que se privó al propio sujeto de hacerse cargo de inventar<br />

alguna solución para su desdicha”. La responsabilidad del malestar<br />

puede derivar también a una nueva alienación que nos trae a la<br />

memoria “el mundo feliz” de Aldous Huxley (1932), o la espeluznante<br />

obligación de ingerir soma expuesta en la novela “1984”, de<br />

George Orwell. Que la dolencia sea atribuida a lo biológico supone<br />

un bálsamo en forma de sedativo para muchas personas, ya que no<br />

tienen que buscar ni sortear en su interior ni en lo que les rodea solución<br />

alguna, viéndose libres de interpelar a su familia o de ser creativos,<br />

emancipados de tener que procurarse recursos por sí mismos,<br />

pero, eso sí, con pleno derecho de exigirle al clínico: “Déme usted<br />

una solución”. Esta es otra de las características del hombre actual.<br />

En la otra cara de la moneda se hallan aquellos para quienes el<br />

atribuir su malestar a la herencia o la biología supone una verdadera<br />

tortura, puesto que entonces exiguas son sus posibilidades de hacer

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