Nuevas adicciones - Proyecto Hombre
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CAPÍTULO 2<br />
menos control, ya que da más libertad al paciente, y, por lo general,<br />
las personas pueden plantear sus objetivos, sus metas y sus deseos.<br />
Tienen la libertad y la posibilidad de identificar su problema particular.<br />
Las terapias directivas, en segundo lugar, son aquellas en las que<br />
el clínico dirige e impone la solución. Existen asociaciones y centros<br />
donde la rehabilitación perdura casi toda la vida, y donde, por ejemplo,<br />
un ludópata, después de no jugar durante décadas, sigue sin poder<br />
llevar monedas en el bolsillo, afirmando que él no puede hacer eso<br />
y que llevar monedas sueltas es un peligro de recaída, aunque lleve,<br />
repetimos, varias décadas sin jugar. Dicha persona puede llegar a ser<br />
el Presidente de la Asociación de Ludopatía. Curioso, ¿verdad?; pero<br />
cierto. En este tipo de agrupaciones la estructura es más importante<br />
que el proceso personal del usuario, en el sentido de que por sí misma<br />
contiene a las personas, pero sólo cuando las personas están en ella<br />
y no fuera. Casi siempre crean una forma de ser eternamente asociacionista,<br />
con un estilo dependiente del centro, al que suelen estar vinculados<br />
y agradecidos, creando una red social con los que tienen o<br />
tuvieron el mismo problema, con quienes fácilmente se identifica, y<br />
en torno a determinadas figuras y líderes que suelen ejercer una función<br />
protectora. Desarrollan un estilo de vida identificado con la enfermedad,<br />
llamándose a sí mismos enfermos después de décadas de rehabilitación<br />
y abstinencia, viviendo como verdaderos enfermos en su<br />
manera de pensar, actuar y sentir. Es éste un enfoque sin duda pesimista<br />
y determinista en cuanto a su futuro, y reduccionista en cuanto<br />
a sus propias posibilidades, subestimando las capacidades y potencialidades,<br />
o más bien anulándolas, ya que no cabe lugar para la creación,<br />
ni para la evolución, ni la significación, ni el sentido, ni la responsabilidad<br />
sobre su vida. En esta línea nos viene a la memoria<br />
aquella anécdota del clínico que dice a su paciente: “Haga como yo,<br />
invierta en bolsa”. Es un sistema que no ayuda a ganar en independencia,<br />
puesto que es el terapeuta quien marca la línea, dicta la orientación,<br />
modela el estilo de toda la vida, lo cual no ayuda a ganar en<br />
autonomía. El proceso, como decíamos, no tiene fin: uno es enfermo<br />
toda la vida. Además, son tratamientos rigurosos que, por lo general,<br />
no permiten la recaída. Está prohibida, y suele acontecer que cuando<br />
ésta se da -algo, por cierto, que ocurre con frecuencia-, abandonen el<br />
centro o no retomen el tratamiento, motivados acaso por la vergüenza,<br />
el miedo, la culpa, etcétera, y perdiendo así la gran oportunidad de<br />
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