Nuevas adicciones - Proyecto Hombre
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Juan acude en demanda de tratamiento con un síntoma cuya aparición<br />
data de veinte años atrás: cuando sostenía en brazos a su hija<br />
de cuatro años se le impuso la idea de hacerle daño. Su demanda de<br />
ingreso hospitalario apacigua momentáneamente el horror que sintió.<br />
A partir de ese momento inicia un consumo importante de alcohol y<br />
ansiolíticos que, junto con sus frecuentes visitas a la iglesia, le sirven<br />
para aplacar el retorno periódico de “pensamientos agresivos” que se<br />
desencadenan en él ante la presencia cercana de los niños. Podemos<br />
decir, por tanto, que en Juan el alcohol aparece eclipsando el surgimiento<br />
del síntoma, manteniéndolo en su posición de “no pienso”, no<br />
queriendo saber nada de su inconsciente.<br />
10.4.2 Un caso de histeria<br />
NUEVAS ADICCIONES: ¿ADICICIONES NUEVAS?<br />
Del relato de una mujer adicta al alcohol y a la heroína hemos<br />
extraído algunos fragmentos que ilustran las modalidades del recurso<br />
a la droga en una estructura histérica. Se trata de una mujer atendida<br />
en un centro especializado en el tratamiento de <strong>adicciones</strong>, si bien<br />
ella no se presenta como toxicómana ni sitúa la drogodependencia<br />
como causa de su sufrimiento. El recurso a estas sustancias aparece<br />
como una forma de tratar las dificultades relacionadas con el amor y<br />
la sexualidad.<br />
En su novela familiar se ubica como la preferida del padre, que<br />
es presentado como una figura idealizada. La madre es descrita como<br />
una mujer fría y dura que culpa a su hija de su frigidez y de su temor<br />
al sexo. De su infancia dice guardar un recuerdo feliz, asegurando no<br />
haber en ella nada que la enturbiara, como por ejemplo “haber tenido<br />
un padre alcohólico”. Irrumpe ahí el inconsciente como sorpresa, ya<br />
que ella sabe muy bien que su padre era dipsómano. Inmediatamente<br />
surge un recuerdo que ofrece una nueva versión de las figuras parentales:<br />
los gritos del padre cuando llegaba a casa borracho mientras la<br />
madre sufría en silencio su violencia. En su primera relación amorosa<br />
nunca pudo ser penetrada, porque quedaba paralizada, como si<br />
llevara “un corsé”. Un tiempo después y con ayuda del alcohol, pudo<br />
tener una relación sexual en un encuentro esporádico con otro hombre;<br />
así descubrió que beber le daba fuerzas y le tranquilizaba, posibilitándole<br />
sacarse “el corsé”. Así se inicia su adicción al alcohol, como<br />
medio que le permite soportar la angustia frente al encuentro sexual.