Nuevas adicciones - Proyecto Hombre
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CAPÍTULO 17<br />
dieta habitual, siendo las comidas principales del día escasas”, Martín,<br />
Sanz, Fuentes (1999). En principio la necesidad de comer determinados<br />
alimentos responde más a necesidades del organismo que a lo<br />
que entendemos por una adicción. En ocasiones se ha considerado un<br />
abuso que se produce por las propiedades estimulantes de algunos<br />
alimentos. Ciertamente, el chocolate es un tranquilizante, un “antidepresivo”,<br />
da sensación de placer, aporta energía, glucosa, genera sustancias<br />
estimulantes como la feniletilamina y la teobromina (es una<br />
sustancia similar a la cafeína), por lo cual es de suponer que esta sustancia<br />
se use tanto. Una persona depresiva podría buscarlo, una mujer<br />
con síndrome premenstrual también; los que se hallan en situaciones<br />
de cansancio o estrés. Todo ello en función de una necesidad de bienestar<br />
del organismo. Aunque en alguna ocasión se haya relacionado<br />
con problemas afectivos, nunca hemos encontrado un caso de adición<br />
tal como nosotros lo entendemos, todo lo más un hábito, y en algún<br />
momento un abuso puntual que puede tener repercusiones leves pero<br />
insidiosas tales como acné, dolores de cabeza, y por ahí.<br />
Furor por los piercings. Empezaron a florecer a finales del siglo<br />
XX. Hoy no es raro encontrarse a una persona perforada por innumerables<br />
lugares. “Algunas mujeres poseen unos pocos pares, pero<br />
otras llegan a ser adictas y tienen grandes cantidades, el record (según<br />
el Libro Guinness de los Récords) lo posee una americana de<br />
Pensylvania, con una colección de 17122 pares. Si se pusiera uno<br />
diferente cada día, tardaría casi medio siglo en usarlos todos”.<br />
Obsesión por la cirugía de los pechos. “Se calculó entonces que, antes<br />
del año 2002, más de un millón de mujeres americanas se habrían<br />
realzado los pechos mediante la cirugía. Ésta es una cifra asombrosa<br />
para cualquier clase de cirugía estética y revela la necesidad profundamente<br />
arraigada que tienen muchas mujeres de lanzar su señal femenina<br />
primitiva”, Desmond Morris (2005).<br />
Y, para concluir, una pequeña duda: quién sabe si en alguna parte<br />
alguna persona no está padeciendo en este instante un “Trastorno<br />
Fúnebre a los Entierros”. Seguro que sí, y aunque nosotros no hemos<br />
tenido la oportunidad, por ahora, de tratar a ninguna, es posible que<br />
dentro de unos años nos veamos en la necesidad de reflexionar seriamente<br />
sobre nuestra broma inicial, ¿recuerdan?, encarnada en el inefable<br />
Nino, quien nos sirvió, y se lo agradecemos tanto, de excusa y ejemplo<br />
para explicar con mayor claridad la complejidad de las <strong>adicciones</strong>.<br />
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