Nuevas adicciones - Proyecto Hombre
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CAPÍTULO 18<br />
costa lleva consigo un fuerte deterioro emocional del clínico y distorsiona<br />
el tratamiento.<br />
Durante las sesiones se puede hacer de espejo del paciente, que<br />
lo ayude con su reflejo a comprender su actual situación y quizás le<br />
ofrezca el cambio necesario y le devuelva el control perdido, ya que,<br />
en la mayoría de los casos, se siente perdido. Un estilo que acepta<br />
y respeta a la persona. El terapeuta que trabaja con personas adictas<br />
se asemeja a un explorador que investiga la narrativa del paciente,<br />
mostrándose firme ante sus presiones, contr<strong>adicciones</strong> y seducciones.<br />
La empatía, los lapsus y la escucha refleja servirán para leer entre<br />
líneas las pistas que va dejando y ayudarle a encontrar alternativas<br />
nuevas a sus bloqueos y resistencias. No enjuiciar, ni culpabilizar,<br />
acompañar facilitando al paciente la responsabilidad de sus propios<br />
cambios.<br />
Fomentar la autoafirmación de las personas, su pericia, acompañarlos<br />
hacia lugares donde puedan en un principio sentirse autorizados,<br />
todo ello con optimismo, ya que el optimismo del terapeuta<br />
es una de las posiciones que más agradece el paciente. Los terapeutas<br />
que trabajan con personas adictas, muestran en muchas ocasiones un<br />
sano optimismo, debido en parte a que dichas personas suelen ser tildadas<br />
de casos perdidos por sus familias y la sociedad.<br />
También mostrar acogida y empatía son actitudes fundamentales,<br />
lo que no quiere decir que el terapeuta no pueda diferir de las opiniones<br />
del paciente ni que tenga que estar siempre de acuerdo con<br />
él. En un principio, aunque la opinión sea dispar, se puede aceptar<br />
sin dificultad por parte del paciente. Tampoco quiere esto decir que<br />
no se puedan hacer sugerencias oportunas; el aspecto educativo también<br />
cobra más importancia cuanto mayor gravedad revista el caso.<br />
Para la mayoría de los terapeutas es importante enfocar el problema<br />
en su justa medida, esto es, sin dramatizar, y a ser posible con<br />
un tono de voz adecuado. En ocasiones, más bien, habrá que desdramatizar,<br />
siempre en un marco de respeto hacia el paciente. Crear una<br />
apertura que atempere su fijación haciéndole devoluciones reafirmativas<br />
de las cosas buenas o de los pequeños avances conseguidos y,<br />
sobre todo, creando y devolviendo a un tiempo el sentido de lo que<br />
le ocurre, junto con resúmenes frecuentes de lo expresado secuencialmente.<br />
Esto hace que se sienta acogido y escuchado.<br />
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