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Nuevas adicciones - Proyecto Hombre

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Paralelamente buscará la complicidad del padre para beber en su<br />

compañía, de la misma manera que luego beberá o consumirá droga<br />

con sus futuras parejas. Decide entonces abandonar la casa paterna<br />

en busca de aventuras. En este contexto conoce a un hombre, “el príncipe<br />

azul montado a caballo” de los cuentos de su infancia. Aventurero<br />

y brillante conversador, pero también adicto a la heroína y traficante<br />

de drogas. Puesto que era ella quien elegía a los hombres, decide visitarle/o<br />

por sorpresa. Acto seguido deja su trabajo y la ciudad donde<br />

reside y marcha a vivir con él. Es “por amor” que empieza a inyectarse<br />

“caballo” -significante que se emplea para referirse a la heroína-. Cuando<br />

sobreviene la ruptura con este hombre, sola, sin trabajo y sin amigos<br />

vuelve a la casa paterna y deja un tiempo el consumo de heroína y<br />

alcohol. Al mirarse en el espejo no se reconoce y su propia voz le<br />

resulta extraña; empieza a sentir asco de su propio cuerpo. Concluye<br />

que “para seguir sufriendo, mejor estar drogada”.<br />

Si en un primer momento el recurso a la droga le facilitaba el lazo<br />

con el “Otro”, ahora volverá a consumir, pero en solitario y de forma<br />

compulsiva. Durante los siguientes años, identificada con ese objeto<br />

de desecho, no dejará pasar un solo día sin inyectarse ni beber, sustituyendo,<br />

según su decir, al “príncipe” por el “caballo”.<br />

10.4.3 Un caso de psicosis<br />

CAPÍTULO 10<br />

Se trata de un sujeto de diecinueve años que está comenzando el<br />

desencadenamiento de una psicosis. En esa época inicia el consumo<br />

de drogas, hachís fundamentalmente pero también alucinógenos y<br />

cocaína en ocasiones, obligado por “un amigo de su edad, aunque<br />

más maduro”. Después de estos primeros consumos prosigue en solitario<br />

la ingesta de hachís. Lo hace porque cuando no está fumado<br />

tiene los sentidos atrofiados, se siente extraño y no está “entero”. Sin<br />

embargo, estos primeros efectos del consumo se desvanecen tempranamente<br />

y reaparecen la ansiedad y la atrofia corporal. No puede salir<br />

a la calle pues se presenta toda una serie de fenómenos referenciales.<br />

Es internado en un centro para drogodependientes, donde pone freno<br />

a su consumo de droga. Se escapa del centro y vuelve a su casa. Allí<br />

continúa lo que él denomina la “manía persecutoria”. En la televisión<br />

hablan de él, en la calle la gente lo mira mal, alguien controla todos<br />

sus movimientos.<br />

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