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— ¿Quién tiene un lápiz que le preste a Juan, porque el <strong>de</strong> él se le partió la punta?<br />
Adriana era la primera en respon<strong>de</strong>r:<br />
— Aquí está el mío. Se lo prestaré a Juan.<br />
Adriana era muy gentil, le gustaba saludar la profesora al llegar y al salir.<br />
Pero lo interesante es que, al llegar a la casa, era la mamá quien le <strong>de</strong>cía “Buenos<br />
días” o “Buenas tar<strong>de</strong>s”, para que ella respondiera. Inmediatamente se sabía cuando<br />
Adriana estaba en casa: era el cua<strong>de</strong>rno aquí, los el tenis allí, el uniforme en la cama, libros<br />
<strong>de</strong>sarreglados.<br />
Su mamá le reclamaba or<strong>de</strong>n y a veces se molestaba:<br />
— ¿Adriana, estás ahí? ¿Mi hija, ya llegaste?<br />
Adriana no respondía.<br />
— ¡Adriana, mi hija! — insistía la mamá.<br />
Y <strong>de</strong>l cuarto ella gritaba:<br />
— ¿Qué es, mamá? Sí, estoy aquí. ¿Será que no me viste llegar?<br />
— ¿Me pue<strong>de</strong>s ayudar a poner la mesa para el almuerzo? — Le pregunta su mamá.<br />
— ¡Ah! Mamá, ¿todos los días la misma cosa? ¿Será que sólo yo existo en esta casa?<br />
No puedo, tengo que estudiar.<br />
— Pero, mi hija, viniste ahora <strong>de</strong> la escuela. Estudia más tar<strong>de</strong>.<br />
Adriana no quería saber. Iba para el cuarto, fingía que estaba estudiando y sólo volvía<br />
para almorzar.<br />
Doña Elsa, su mamá, le <strong>de</strong>cía:<br />
— ¿Adriana, me ayudas a lavar las vasijas?<br />
— ¿Será que no tengo el <strong>de</strong>recho <strong>de</strong> <strong>de</strong>scansar un poco?<br />
¡La mamá estaba tan triste! Todas las veces que le pedía un favor a su hija, era eso lo<br />
que oía:<br />
— Ahora no, estoy cansada, necesito estudiar... No fui yo quien tiró en el suelo, no fui<br />
yo quien <strong>de</strong>jó fuera <strong>de</strong> lugar, no fui yo quien ensució.<br />
Y otras cosas así.<br />
Cierto día Adriana llegó a la casa con una circular para su mamá, Habría reunión <strong>de</strong><br />
padres y maestros.<br />
El día <strong>de</strong> la reunión, las madres pudieron preguntar sobre sus hijos. Doña Elsa<br />
preguntó:<br />
— ¿Doña Alice, cómo le va a mi hija en las clases?<br />
— Su hija es excelente alumna. Se comporta muy bien, gentil, es la alumna que más me<br />
ayuda en las activida<strong>de</strong>s <strong>de</strong>l aula. Pue<strong>de</strong> estar tranquila con Adriana, porque ella nunca nos<br />
dio trabajo.<br />
Terminada la reunión, las dos continuaron conversando un poco más, antes <strong>de</strong><br />
<strong>de</strong>spedirse.<br />
Aquella tar<strong>de</strong>, mientras preparaba la merienda, doña Elsa le pidió a Adriana que fuera<br />
a comprar café.<br />
Adriana refunfuñó, pero fue.<br />
— Listo, aquí está el café — le dijo, cuando llegó.<br />
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