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¡Pero, que tristeza! Cuando llegó a la escuela, vio que todo estaba silencioso. Ni
siquiera había un compañerito. Ya todos habían partido.
En llanto, Elena regresó para la casa y le contó a su mamá lo que sucedió. Ésta
abrazándola le dijo:
— Mi hija, hace cuánto tiempo vengo diciéndote, pidiéndote que no diga siempre: ¡lo
hago más tarde, espera un poco! ¡Ya te expliqué que hagas aquello que te piden en el mismo
instante y que no tengas pereza de levantarte a la hora exacta! Sin embargo, nunca me
escuchaste y hasta te enojabas con mis palabras. Mira una de las consecuencias de tu mala
costumbre y de tu pereza.
Elena se secó las lágrimas y abrazando a su mamá, le dijo:
— Mamá, ahora reconozco que tenías razón, cuando me dabas consejos. Confieso que
muchas veces me enojaba con tus palabras. ¡Pero voy a corregir mi pereza y dejar esa mala
costumbre!
Elena está cumpliendo la promesa, se volvió más puntual y se esfuerza para hacer lo
que le piden en el momento, recordando la frase que dice: “¡No dejes para mañana lo que
puedas hacer hoy!”
Fecha:
Evaluación de la Clase:
278