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Crescendo Cantando, Editorial Alianza.
Historia: EL CIEGO DE JERICÓ
Cuando Jesús estaba en la Tierra, había un pobre ciego que se llamaba Bartimeo que
no tenía ninguna posibilidad de ver. Vivía en Jericó. No podía ver los jardines, las palmeras,
no podía ver nada. Permanecía sentado en una calle, pidiendo limosna, sin poder ver la
multitud que pasaba o las personas que paraban para darle algunos centavos. Vivía en un
mundo de oscuridad y no parecía que aquello le importara a nadie.
Un día, Bartimeo fue caminando despacito hasta llegar a la gran puerta de la ciudad.
Se sentó cerca de la pared y comenzó a pedir limosna. El pueblo pasaba apresuradamente.
Oía los ploc-plo-ploc de los burros y, algunas ovejitas pasaban tan cerca de él, que hasta
podía sentir su lana rozándole. Era un día como otro cualquiera. Pero, de repente, todos
comenzaron a estar muy entusiasmados. Él lo podía sentir. El pueblo comenzó a aglomerarse
al lado del camino, Fueron llegando tantas personas que se llenó el lugar donde él estaba.
Todos hablaban al mismo tiempo.
— ¿Qué está sucediendo? — gritó Bartimeo. — ¿Qué está sucediendo?
Y escuchó bien las voces de las personas que estaban a su alrededor
— ¡Es Jesús! ¡El rabí de Galilea! ¡Él está yendo para Jerusalén!
— ¡Ahora está más cerca! Dentro de un ratito va a pasar por aquí mismo.
¡Ah! ¡Ah! ¡Era Jesús! Bartimeo podía entender ahora. ¡Él enseñaba y curaba los
enfermos de cualquier enfermedad!
De repente, el corazón de Bartimeo comenzó a palpitar fuertemente sin parar. Le
invadió una gran esperanza.
— ¡Jesús, tenga misericordia de mí! — gritó.
— Permanezca quieto — le dijeron algunos.
— ¡No grite más! — dijeron otros.
Pero Bartimeo no paró de gritar.
— ¡Jesús, ayúdeme! ¡Cure mi ceguera!
Y gritó aún más alto dando un salto, se puso de pie en el medio de aquellas personas
que le pedían que permaneciera quieto.
Y entonces... Sucedió algo muy emocionante. Todos guardaron silencio. Jesús se había
parado, en el medio del camino. Él les dijo alguna cosa a sus discípulos. Bartimeo pudo oír el
pueblo murmurando. Después pudo sentir que ellos se estaban apartando para los lados.
Escuchaba atentamente. Y entonces alguien dijo:
— Jesús quiere hablar contigo.
Bartimeo casi no podía creerlo. Comenzó a caminar cuando, entonces, alguien lo
agarró por el brazo.
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