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Historia: LA MÁS LINDA HISTORIA
En una noche muy linda, estaban los pastores en el campo, cuidando de sus ovejitas,
cuando, de repente, apareció una luz muy fuerte, brillando, brillando, como si fuera un gran
sol.
Los pastores, asustados, cerraron los ojos, no pudiendo soportar tanta luz.
Entonces, en el silencio de la noche, oyeron una voz muy suave, muy amable, que decía:
— ¡Jesús nació! Jesús nació en Belén.
Los pastores abrieron los ojos, admirados. La luz brilló por algunos instantes más,
hasta que desapareció. Pero en el cielo brillaba una gran estrella que dejaba caer puntitos de
luz sobre el tejado de alguna casa.
— ¡Jesús nació! — dijo uno de los pastores, emocionado.
— ¡Dios nos mandó a avisar! — dijo otro, también conmovido.
— ¡Vamos deprisa hasta Belén! — dijo otro pastor.
Y todos, cogiendo sus cayados, siguieron con sus ovejitas en dirección a la ciudad para
procurar el lugar donde la voz dijera que Jesús había nacido, y fueron siguiendo la luz de
aquella estrella que muy linda brillaba, brillaba.
Caminaron, caminaron, caminaron, hasta que llegaron frente a una casa muy pobre.
Allá dentro había una luz tan bonita igual que aquella que ellos vieron en el campo.
— ¿Será aquí? — preguntó uno de los pastores.
— Vamos a entrar para ver — dijo el otro.
Entraron y vieron un matrimonio y un niñito todo envuelto en paños, acostado en un
pesebre. Era un niño lindo, y parecía que estaba envuelto en una sábana de luz.
— ¡Jesús nació! — dijeron los pastores e, inmediatamente, dieron gracias a Dios por la
enorme felicidad que tuvieron de ver el niño Jesús.
querido.
Los padres de Jesús, José y María, estaban felices, contentos, sonriendo con el hijito
Jesús, desde niño, demostró una gran bondad, un enorme corazón. Aún, pequeñito,
comenzó a ayudar a su papá en la carpintería y también a su mamá en los trabajos de la
casa. No podía ver una persona pobre, enseguida le daba alguna cosa: un pedazo de pan,
una fruta o una ropa para abrigarle el cuerpo. Conversaba con los más viejos, como si fuera
una persona adulta y a todos encantaba con su inteligencia, bondad y dedicación.
Una vez, cuando tenía 12 años, fue con sus padres y muchas personas a una fiesta en
una ciudad vecina. Al regreso, los niños venían jugando, mientras las madres conversaban
alegremente. En esto, María se dio cuenta que Jesús faltaba.
Buscando el hijo, fue a encontrarlo en un grupo de hombres que lo rodeaban, atentos.
Eran viejos doctores, de barbas largas, que conversaban con él.
diciendo?
María se paró admirada diciendo:
— ¡Oh! ¡Mi hijito conversando con estos doctores! ¡Es tan pequeño! ¿Qué estará
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