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— Mi hija, pon la mesa, que vamos a merendar.
— ¿Solamente yo quién lo hago todo? ¿Será que nadie puede hacer las cosas en esta
casa?
Como su mamá no le respondió, Adriana decidió poner la mesa. Pero puso el mantel al
revés y todo virado, tiró los cubiertos y ni acomodó las tazas correctamente.
Fue cuando su mamá le dijo:
— Pon una taza más, que tendremos una visita.
— ¿Mamá, nosotros tenemos visita? ¿Y ese mantel todo virado? Espera, que lo voy a
acomodar mejor.
Pero, desafortunadamente a Adriana no le daba más el tiempo. La visita ya estaba
entrando. ¡Qué susto cuando vio que era su profesora! ¿Qué hacer? Sólo tenía deseo de
llorar.
Doña Alice, simpática como siempre, la saludó y durante la merienda conversó
normalmente. Adriana estaba callada, pero merendó.
En la despedida de la profesora, doña Elsa la acompañó hasta la puerta.
Cuando su mamá regresó, una sorpresa la esperaba: Adriana lavaba las vasijas, ya
había recogido la mesa y limpiado la cocina.
Fecha:
Evaluación de la Clase:
102