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Historia: VISITA INESPERADA<br />
Estela era una niña estudiosa, inteligente, obediente, hasta más <strong>de</strong>cir, en fin una niña<br />
buena.<br />
Estela vivía sola con su abuelo, el señor Antonio Pires, a quien amaba mucho.<br />
Todas las tar<strong>de</strong>s ella hacia un té, para que el abuelo tomara.<br />
Cierta tar<strong>de</strong>, Estela, que le gustaba saber las cosas, le preguntó al señor Antonio:<br />
— ¿Abuelo, usted siempre habla que <strong>de</strong>bemos ayudar a los necesitados, no es así?<br />
Y el buen viejito le respondió:<br />
—Sí, así es. ¿Por qué me preguntas eso?<br />
La niña le replicó:<br />
— ¿Abuelo, cómo es que nosotros po<strong>de</strong>mos ayudar a los pobres si somos pobres?<br />
El abuelo, entonces, mirando a la querida nietita, le respondió:<br />
— Siempre existe una manera <strong>de</strong> ayudar a las personas necesitadas.<br />
Y la niña dice <strong>de</strong>spués, pensativa:<br />
— No sé cómo podríamos, nada sobra <strong>de</strong> nuestra comida y tenemos muy poca ropa.<br />
Entonces, el abuelo sonriendo, mientras tomaba su té, le iba respondiendo:<br />
— No pienses así, mi nieta, siempre po<strong>de</strong>mos socorrer a alguien que necesite <strong>de</strong> buenas<br />
palabras, amistad, amor.<br />
En eso, alguien toca a la puerta y Estela fue a aten<strong>de</strong>r. Vio a un hombre, bien viejito,<br />
apoyado en un bastón. La niña entró corriendo y le dijo:<br />
— ¡Abuelo, es un hombre pidiendo alguna cosa para comer!<br />
El señor Antonio miró cariñosamente a su nieta y le respondió:<br />
— Invítalo a entrar, para que tome un té.<br />
La niña entonces, un tanto cohibida, fue hasta la puerta y se dirigió al pobre viejito,<br />
diciéndole:<br />
— Mire, nosotros sólo tenemos té para ofrecerle. Si usted quiere, pue<strong>de</strong> entrar.<br />
El viejito sonrió y le dijo:<br />
— ¡Ah! Niña, sería tan bueno, para calentar mi estómago, en esta tar<strong>de</strong> fría.<br />
Estela se alegró y tomó la mano <strong>de</strong>l viejito para ayudarlo, le ofreció una silla con<br />
almohadón.<br />
El mendigo enseguida fue acomodándose y saludando al señor Antonio.<br />
La niña le dio una taza <strong>de</strong> té al viejito, que inició la conversación, diciendo:<br />
— Yo tuve mucho dinero, pero nunca fui a la escuela. No estudié y por eso personas<br />
expertas, pero <strong>de</strong>shonestas, se acercaron a mí y me engañaron, quitándome todo mi dinero.<br />
Mi familia <strong>de</strong>sapareció... y yo vivo solo, pidiendo limosna.<br />
A Estela se le llenaron los ojos <strong>de</strong> lágrimas y el señor Antonio muy triste, le dijo:<br />
— ¡Y nosotros no tenemos nada para darle!<br />
El buen viejito meció la cabeza blanquita y con una sonrisa respondió:<br />
— Uste<strong>de</strong>s me dieron lo que hacía mucho yo no tenía: una buena silla, un buen té, y lo<br />
más importante, mucha atención y respeto. ¡Por unos instantes me sentí un rey! ¡Ahora ya me<br />
voy!<br />
Se <strong>de</strong>spidió y se fue feliz, virándose a cada paso para congratular aquellas personas<br />
que lo ayudaron.<br />
Estela entonces abrazó el abuelo y le dijo:<br />
— Estoy feliz, abuelo, por haber ayudado ese viejito tan necesitado.<br />
Fecha:<br />
Evaluación <strong>de</strong> la Clase:<br />
186