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— Descubre más plantas en Lucía, papá.
El padre no se hizo de rogar.
— Hay una planta llamada algodón que sirve para hacer tejidos.
— ¡Mi vestidito es de algodón! Exclamó Lucía.
Y, así conversando, descubrieron que una infinidad de cosas que utilizamos en el día a
día, son ofrecidas por las plantas: medicinas, ropas, muebles, alimentos, sombreros, papeles,
gomas.
En esto, Joel exclamó, recostándose en el césped suave.
— ¡Uff! ¡Qué agradable sombrita!
Y Lucía, haciendo lo mismo, comentó:
— ¡Qué árbol más grande!
El papá les explicó:
— Árbol como éste, además de darnos sombra protectora, también nos da la madera
que empleamos en la fabricación de muebles, casas y muchas cosas. Existen árboles que nos
dan flores y frutos.
Los niños recordaron:
— El naranjo, el aguacate, y otros tantos...
Entonces, el padre, medio conmovido, continuó:
— Todas esas maravillas se las debemos a alguien que nos ama.
— ¡Sé quién es! — dijo Lucía, sentándose.
— ¡Yo también! — dijo Joel. — ¿Vamos a decirlo juntos?
Y los dos dijeron:
— Le debemos todo eso a Dios.
— Sí — confirmó el padre —, a Dios Nuestro Creador o Papá del cielo, como ustedes le
dicen.
El asunto terminó, pues ya había llegado la hora de regresar. La mamá los esperaba
para comer.
Poco después, ya en la casa, examinando el platito de sopa que tenía delante, Joel dijo:
— ¡Uy!... ¡hay una porción de plantas ayudando nuestra alimentación! ¡Muchas
gracias, plantitas!
Pero Lucía enmendó luego:
— ¡Muchas gracias, Papá del cielo!
Todos sonrieron, felices por aquél día tan feliz y por todo lo que habían aprendido
sobre Dios y la naturaleza.
Fecha:
Evaluación de la Clase:
93