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¡Y cómo le había dolido! Lloró mucho y por eso <strong>de</strong>cidió cepillarse siempre los dientes.<br />

Pero a pesar <strong>de</strong> tener los dientes limpios, Juan no se bañaba todos los días y la mayoría <strong>de</strong><br />

las veces ni siquiera se pasaba el peine por los cabellos. ¡Parecía un plumero!<br />

Ya tenía hasta apodo: ¡Juan Inmundo!<br />

Todos lo llamaban <strong>de</strong> Juan Inmundo, en las calles, en la escuela. No siempre los niños<br />

querían jugar con él. Quedaba fuera, disgustado, pero no por mucho tiempo; corría a jugar<br />

solito, con tierra, se ensuciaba tanto que, cuando regresaba para su casa, casi nadie lo<br />

reconocía, tenía tierra por todas partes, hasta en la nariz. Y Juan Inmundo iba viviendo<br />

contento con su suciedad.<br />

Cierto día, su papá le trajo <strong>de</strong> regalo un saquito con bolitas <strong>de</strong> cristal. ¡Qué alegría!<br />

Eran bolitas ver<strong>de</strong>s, rojas, azules y blancas, <strong>de</strong> todos los tamaños. Soñaba tanto con las<br />

bolitas <strong>de</strong> cristal... Tantas veces se veía jugando con ellas, en un patio, ro<strong>de</strong>ado <strong>de</strong><br />

compañeros. ¡Pero ahora no era sólo un sueño! ¡Era verdad! Tenía las bolitas y podía jugar<br />

con los amigos.<br />

Sin pensar en nada, Juan salió corriendo para llamar a los compañeros. Tocó en la<br />

primera casa y enseguida vino Pablo. Pablo se interesó mucho al ver las bolitas tan bonitas,<br />

pero sintiendo el mal olor <strong>de</strong> Juan, le dijo:<br />

— Jugamos otro día, Juan Inmundo.<br />

Juan quedó pensativo. ¿Por qué Pablo no quería jugar con él? ¡Al final, él no estaba<br />

tan sucio! Sólo hacía una semana que no se bañaba. Decidido a jugar, fue a llamar a Pedro.<br />

La mamá <strong>de</strong> Pedro, al verlo tan sucio, le dijo:<br />

— Pedro se está bañando. No pue<strong>de</strong> ir a jugar. Después que te bañes, vuelve aquí y<br />

Pedro estará listo.<br />

¿Pero, cómo podía ser eso? ¿Dejar un juguete tan bueno para bañarse? ¡Eso si que no!<br />

Y pensando así, fue a llamar a Luis.<br />

Luis estaba saliendo para ir a pasear al parque. Ante la invitación <strong>de</strong> Juan, cambió <strong>de</strong><br />

i<strong>de</strong>a. No iría al parque ni a jugar bolitas. Haría algún trabajo para su papá.<br />

¡Nadie quiso jugar con Juan Inmundo!<br />

Él regresó para su casa muy disgustado. Ahora que tenía las bolitas, no tenía a nadie<br />

para jugar. Lloró mucho, sintiéndose solo.<br />

Doña Rosa, oyéndolo, lo abrazó, y le dijo:<br />

— ¡Nadie quiso jugar contigo porque estás muy sucio! ¡Eso es <strong>de</strong>sagradable, una falta<br />

<strong>de</strong> respeto! Báñate, arréglate y verás como aparecerán compañeros para el juego.<br />

¡Muy contrariado y enfadado, Juan fue a bañarse!<br />

Se sintió como un rey, pues quedó muy oloroso. La mamá le trajo ropas limpias y lo<br />

ayudó a vestirse. Se peinó muy bien.<br />

Almorzó y fue para la escuela, medio <strong>de</strong>sacostumbrado con tanta limpieza.<br />

Cuando llegó, causó asombro hasta en los compañeros más indiferentes. Estaba bien<br />

vestido, ni se parecía a Juan Inmundo, como lo llamaban.<br />

Pablo, Luis y Pedro luego fueron a buscarlo y durante todo el recreo jugaron a las<br />

bolitas <strong>de</strong> cristal. Planearon otros juegos para el día siguiente.<br />

Juan estaba contento. Al regresar para la casa, les contó a su mamá y a su papá lo<br />

ocurrido. Era mucho mejor bañarse y presentarse limpio en la escuela. Nadie más lo llamaría<br />

<strong>de</strong> Juan Inmundo, pues ese apodo no le servía más al muchacho limpio en el que él se había<br />

transformado.<br />

Fecha:<br />

Evaluación <strong>de</strong> la Clase:<br />

135

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