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— ¡Ah, estoy débil, estoy enfermo! ¡Qué pereza!
Y sus tierras y animales cada día perdiéndose más.
Un día el médico de la ciudad estaba visitando las haciendas y sitios y vio a Lucas...
— Eh, muchacho... No consigues trabajar, progresar porque estás sin salud. Toma esa
medicina. Después toma un buen baño, nada de andar descalzo por el campo. Deja ese
cigarro de lado...
Pasaron unos tres meses y el médico volvió:
Enseguida comenzó a ver la diferencia: la cerca del sitio estaba arreglada. Luego vio el
huerto bien verdecito. Los animales ya no estaban sueltos, dispersos por el campo. Las
gallinas en el gallinero; los cerdos en el corral.
sorprendió.
El médico tocó a la puerta y llamó a Lucas. Cuando Lucas abrió, el doctor hasta se
— ¡Cómo has cambiado, Lucas! Estás sano, robusto, cabellos bien peinados, con
botines...
— Así mismo, doctor. Después que tomé aquella medicina y cambié algunos hábitos de
alimentación e higiene, volví a tener ánimo y disposición. Las personas hasta me llaman de
Lucas Salud. Aprendí que teniendo salud, logramos todo lo que queremos. Pues la salud que
Dios nos da es una riqueza que debemos conservar.
Fecha:
Evaluación de la Clase:
209