30.04.2013 Views

La-monta%C3%B1a-es-algo-m%C3%A1s-que-una-inmensa-estepa-verde

La-monta%C3%B1a-es-algo-m%C3%A1s-que-una-inmensa-estepa-verde

La-monta%C3%B1a-es-algo-m%C3%A1s-que-una-inmensa-estepa-verde

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

A Prío le decían el "Capi" Prío y se vanagloriaba <strong>que</strong> Rubén Darío llegaba a beber<br />

cerveza a su <strong>es</strong>tablecimiento y de <strong>que</strong> <strong>una</strong> vez <strong>que</strong> no tenía dinero le <strong>es</strong>cribió un<br />

poema en pago, y cada vez <strong>que</strong> llegaba alguien importante él lo sacaba y se lo<br />

enseñaba. Es <strong>que</strong> Prío en León era <strong>algo</strong> más <strong>que</strong> un punto de referencia.<br />

El otro lugar al <strong>que</strong> uno podía ir en las lóbregas semanas santas de León era a<br />

los billar<strong>es</strong> de Lezama, <strong>que</strong> <strong>que</strong>dan a media cuadra de donde Prío, buscando para el<br />

edificio de la universidad, donde sólo <strong>que</strong>daban los muros con las consignas<br />

contra la dictadura- pintadas por los <strong>es</strong>tudiant<strong>es</strong>, pu<strong>es</strong> de gente no <strong>que</strong>daba ni un<br />

alma allí. Y por supu<strong>es</strong>to el barcito de doña Pastora también <strong>es</strong>taba cerrado.<br />

A los billar<strong>es</strong> de Lezama concurría toda la gente de los barrios, los obreros, la<br />

gente del campo <strong>que</strong> llegaba a pasar Semana Santa con sus familiar<strong>es</strong> de las<br />

barriadas, <strong>es</strong> decir, se hospedaban donde sus parient<strong>es</strong> para ir a pagar prom<strong>es</strong>as a<br />

la proc<strong>es</strong>ión de San Benito, lo mismo <strong>que</strong> al Santo Entierro del Viern<strong>es</strong> Santo. Yo<br />

a vec<strong>es</strong> pienso <strong>que</strong> los ricos se iban para- el mar o cerraban sus puertas para no<br />

confundirse con a<strong>que</strong>lla masa de la pobrería <strong>que</strong> iba <strong>es</strong>trenando camisas,<br />

pantalon<strong>es</strong>, naguas de todos los color<strong>es</strong> en las proc<strong>es</strong>ion<strong>es</strong>. Es <strong>que</strong> los ricos<br />

siempre han sido bien distinguidos.<br />

Luego, uno <strong>que</strong> otro de <strong>es</strong>ta gente pobre de los barrios empezaba a caminar hacia<br />

el centro de la ciudad buscando la acera donde había sombra hasta llegar a los<br />

billar<strong>es</strong> huyendo de los polvasal<strong>es</strong> <strong>que</strong> el viento levantaba en los barrios. Cuando<br />

vos llegabas donde Lezama ya ibas sudando, los zapatos polvosos y si te<br />

r<strong>es</strong>tregabas las manos te salían colochitos de tierra negra. Aun<strong>que</strong> algunos<br />

buscaban un poco de diversión en otra parte, indefectiblemente, como por ley de<br />

gravedad, caían donde Lezama.<br />

En los billar<strong>es</strong> de Lezama había como seis o siete m<strong>es</strong>as de las cual<strong>es</strong> <strong>una</strong> era de<br />

carambola <strong>que</strong> <strong>que</strong>daba en la propia entrada; ésa- era para los mejor<strong>es</strong> jugador<strong>es</strong>.<br />

El local media unos 15 metros cuadrados, de los cual<strong>es</strong> 3 los ocupaba el<br />

mostrador, tras el cual <strong>es</strong>taba Lezama, un señor gordo a quien nunca me acuerdo<br />

haber visto reír, y dos mujer<strong>es</strong> malcriadas <strong>que</strong> d<strong>es</strong>pachaban como autómatas; había<br />

también dos mantenedoras repletas de cerveza y gaseosas, y alg<strong>una</strong>s <strong>que</strong> otras<br />

cosas propias del negocio, además de la máquina sumadora.<br />

En tiempos de Semana Santa el local albergaba no menos de ciento cincuenta<br />

personas, <strong>que</strong> habían entrado de la calle caliente y hacían el ambiente en el<br />

local bien denso, la atmósfera p<strong>es</strong>ada. Se entraba de la calle empujando <strong>una</strong><br />

celosía como las <strong>que</strong> se ven en los bar<strong>es</strong> de las películas de va<strong>que</strong>ros, sentías en<br />

la cara y en el cuerpo todo un golpe caliente sobre la temperatura <strong>que</strong> llevabas<br />

encima, sentías todo el sopor de un baño sa<strong>una</strong>, pero no había más remedio ni más<br />

alternativa: o te <strong>que</strong>dabas en el barrio polvoso y caliente contemplando tu<br />

miseria e inundándote de ocio, o bien, pagabas un poco mas de temperatura,<br />

jugabas billar, bebías cerveza bien helada y, lo <strong>que</strong> era más halagüeño, sin<br />

nadita de polvo.<br />

No más entrabas al lugar y te envolvía todo <strong>es</strong>e aire p<strong>es</strong>ado, empezabas a<br />

<strong>es</strong>cuchar’ simultáneamente en distintos tonos y variacion<strong>es</strong> el cía pra pra pon bun<br />

bun de los billar<strong>es</strong> y, por supu<strong>es</strong>to, el clic cuando hacías <strong>una</strong> pifia. En la<br />

primera m<strong>es</strong>a, infaltablemente, el Curro, el mejor de todos ellos, ma<strong>es</strong>tro de la<br />

carambola, de <strong>una</strong>, de dos, de tr<strong>es</strong> y cuatro bandas. Concentrado, imperturbable en<br />

el bullicio, sudando de los brazos, de la cara, de la <strong>es</strong>palda, dando un sorbo de<br />

cerveza d<strong>es</strong>pués de cada tiro, d<strong>es</strong>afiando a cualquier apostador o d<strong>es</strong>mochándose<br />

algún pichón, lo cierto era <strong>que</strong> conteníamos la r<strong>es</strong>piración cuando el Curro se<br />

preparaba solemnemente para golpear la bola, por<strong>que</strong> las apu<strong>es</strong>tas eran de<br />

cincuenta córdobas y en la palmazón en <strong>que</strong> vivíamos nosotros <strong>es</strong>o era <strong>una</strong> emoción:<br />

perder o ganar de un tiro cincuenta o cien córdobas. Lezama, <strong>que</strong> <strong>es</strong>taba detrás<br />

del mostrador, con disimulo, pero sin reírse, vigilaba de reojo cada vez <strong>que</strong> le<br />

tocaba el turno al Curro.<br />

En las otras m<strong>es</strong>as el ruido no se detenía y las voc<strong>es</strong> de los jugador<strong>es</strong> se<br />

levantaban por sobre el ruido del cho<strong>que</strong> de decenas de bolas exclamando: ¡mirá<br />

qué vía más linda la <strong>que</strong> te va ahí!; ¡<strong>es</strong>e quince <strong>es</strong>tá duro!; ¡no papa, <strong>es</strong>e tiro<br />

<strong>es</strong> para las mayor<strong>es</strong>!; ¿y por qué no me la echás con la mano mejor?; ¡te gustaría,<br />

5

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!