La-monta%C3%B1a-es-algo-m%C3%A1s-que-una-inmensa-estepa-verde
La-monta%C3%B1a-es-algo-m%C3%A1s-que-una-inmensa-estepa-verde
La-monta%C3%B1a-es-algo-m%C3%A1s-que-una-inmensa-estepa-verde
Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
me conocía, compañeros de clase, gente de Malpaisillo <strong>que</strong> vivía en León; y por<br />
otro lado, el hecho de ser conocido me daba <strong>una</strong> sensación de d<strong>es</strong>nudez, por<strong>que</strong><br />
sentía <strong>que</strong> cualquiera me podía ver, <strong>que</strong> cualquiera me podía reconocer; y la<br />
sensación de d<strong>es</strong>nudez <strong>es</strong> todavía más grande, por<strong>que</strong> en la montaña uno anda con su<br />
pistola, o con arma larga, con fusil, o con la subametralladora, la carabina y<br />
andás un montón de tiros en el fusil, y en los cargador<strong>es</strong> y andás en la mochila a<br />
vec<strong>es</strong> r<strong>es</strong>ervas de comida, sos autosuficiente en el medio; y sentís la protección<br />
del arma larga <strong>que</strong> en la montaña se te encarna, <strong>es</strong> parte tuya el fusil en la<br />
montaña, dormís con tu arma, caminás con ella, te bañás a la orilla de ella,<br />
hacés ejercicio con ella, arma helada, arma aceitosa, arma al hombro, arma en la<br />
mano, arma con sarro, arma apoyo, arma limpia, arma mojada, arma, siempre el arma<br />
al cuello, al hombro o en la mano.<br />
En la montaña el arma se vuelve un pedazo tuyo, como un miembro más, y uno de los<br />
miembros más important<strong>es</strong> por<strong>que</strong> a la hora de <strong>una</strong> caída uno protege más el arma<br />
para <strong>que</strong> no se golpee <strong>que</strong> la propia mano. Entonc<strong>es</strong> a vec<strong>es</strong> preferís <strong>que</strong>brarte la<br />
mano <strong>que</strong> <strong>que</strong>brar el fusil. En la montaña, <strong>es</strong> mas importante el arma <strong>que</strong> cualquier<br />
parte del cuerpo; y uno se empieza a encariñar con el arma, y por lo general le<br />
ponés apodos a las armas, ¿verdad? Por ejemplo, Aurelio Carrasco, le había pu<strong>es</strong>to<br />
a su Garand "El Garañón", otro compañero tenía <strong>una</strong> carabina de culata negra y se<br />
llamaba "<strong>La</strong> Negra". Yo usaba <strong>una</strong> carabina M1 y como siempre dormía con ella y a<br />
vec<strong>es</strong> me <strong>que</strong>daba en la hamaca dormido con mi carabina, entonc<strong>es</strong> yo le había<br />
encajado mi "Peluche".<br />
Y cuando bajé a Malpaisillo, me sentía d<strong>es</strong>protegido sin mi Peluche, por<strong>que</strong> mi<br />
Peluche, me garantizaba la oportunidad de morir combatiendo con <strong>una</strong> buena<br />
capacidad de defensa. Yo iba crispado, pero me <strong>que</strong>ría hacer el hombre normal,<br />
corriente; andaba con un sombrerito un par de botin<strong>es</strong>, un pantalón bluejeans y<br />
<strong>una</strong> camisa sencilla; había bajado de la montaña con mis bigot<strong>es</strong>, ya venía un poco<br />
transformada la cara, afeitado pero con bigot<strong>es</strong>, pero mi gran temor era <strong>que</strong><br />
alguien me reconociera. Me hacía el normal, pero iba vigilando las reaccion<strong>es</strong> de<br />
la gente; así, con disimulo me fijaba en la gente <strong>que</strong> iba encontrando y <strong>que</strong> me<br />
<strong>que</strong>daba mirando, para ver si alguien me reconocía; y d<strong>es</strong>graciadamente alguien me<br />
reconoció y entonc<strong>es</strong>, cuando me reconocieron, sentí <strong>una</strong> corriente en el cuerpo,<br />
no sé, <strong>una</strong> cosita en el <strong>es</strong>tómago, iba a salir en carrera, d<strong>es</strong>eaba salir en<br />
carrera.<br />
¿Me irá a saludar? ¿me va a llamar? Sólo acerté a caminar más rápido, hasta ganar<br />
la carretera <strong>que</strong> va a León. Recuerdo <strong>que</strong> nos <strong>es</strong>condimos como <strong>una</strong> hora, <strong>es</strong>perando<br />
<strong>que</strong> fueran a poner la denuncia y la Guardia llegara, pero no sucedió nada. Al<br />
rato nos decidimos a caminar por la carretera en dirección a León, nadie me había<br />
reconocido, ni tampoco a Juan de Dios Muñoz, <strong>que</strong> era el <strong>que</strong> venia conmigo, o si<br />
nos reconocieron, no se atrevieron a denunciarnos.<br />
Durante el trayecto a pie de la carretera yo sentía <strong>una</strong> gran curiosidad o alegría<br />
por<strong>que</strong> iba a ver a los compañeros, pero lo cierto <strong>es</strong> <strong>que</strong> ya no me entusiasmaba<br />
mucho, ya habían pasado demasiadas cosas como para entusiasmarme tanto, me<br />
alegraba pensar <strong>que</strong> vería a los compañeros <strong>que</strong> <strong>es</strong>taban en la ciudad,<br />
fundamentalmente Iván Montenegro, pero ya no era a<strong>que</strong>l encanto, a<strong>que</strong>l entusiasmo<br />
como cuando subí a la montaña, era distinto, ya había muerto gente... ya sabíamos<br />
<strong>que</strong> se moría, y <strong>que</strong> se vivía, ya sabíamos <strong>que</strong> se sufría, <strong>que</strong> había tristezas,<br />
además de alegrías. Y digamos <strong>que</strong> lo <strong>que</strong> más me entusiasmaba era la oportunidad<br />
de poder conocer a mí hija o a mis hijos, por<strong>que</strong> ahora <strong>que</strong> recuerdo, el jodido de<br />
Rodrigo, ant<strong>es</strong> de bajar me dice: "y felicidad<strong>es</strong> por los gemelos".<br />
<strong>La</strong> compañera tenía <strong>una</strong> gran barriga y parece <strong>que</strong> alguien, un correo, hizo<br />
comentarios allá arriba, <strong>que</strong> tenía <strong>una</strong> gran barriga, y <strong>que</strong> a lo mejor eran<br />
gemelos, y de boca en boca, hasta llegar a la montaña, alguien se lo dijo a<br />
Mod<strong>es</strong>to y a Rodrigo, <strong>que</strong> eran gemelos. Entonc<strong>es</strong> había empezado allá arriba toda<br />
la jodedera: "Chocho, Eugenio... ¡qué clase de poder, qué barbaridad!" y toda la<br />
jodarria <strong>que</strong> se arma cuando uno tiene gemelos. Fue hasta <strong>que</strong> llegamos a pie, a un<br />
lugar ahí por Telica, a <strong>una</strong> casita, <strong>que</strong> me encontré con un compañero <strong>que</strong> se llama<br />
Francisco <strong>La</strong>cayo, quien me sacó de dudas: "Eugenio, ¿sabías <strong>que</strong> tenés <strong>una</strong> niña?",<br />
79