30.04.2013 Views

La-monta%C3%B1a-es-algo-m%C3%A1s-que-una-inmensa-estepa-verde

La-monta%C3%B1a-es-algo-m%C3%A1s-que-una-inmensa-estepa-verde

La-monta%C3%B1a-es-algo-m%C3%A1s-que-una-inmensa-estepa-verde

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

empezábamos a decir mientras caminábamos en medio de los canastos de punch<strong>es</strong>,<br />

conchas y verduras: "¡qué barbaridad qué barbaridad, castigo de Dios, castigo de<br />

Dios <strong>es</strong>te <strong>es</strong> castigo del Señor por<strong>que</strong> no hemos botado a Somoza!". "¡Dios nos va a<br />

seguir castigando por<strong>que</strong> tenemos a Somoza en el gobierno todavía!" y pasábamos<br />

por donde las carneras y las vende fr<strong>es</strong>co "¡castigo de Dios... castigo de Dios!",<br />

y los vende ropa "¡castigo de Dios!" y los zapateros rumor<strong>es</strong> y las marchantas de<br />

abarrot<strong>es</strong> "¡mientras no botemos a Somoza, <strong>es</strong>to va a seguir así!" y la gente <strong>que</strong><br />

<strong>es</strong>taba arrecha por<strong>que</strong> el polvo todo lo ensuciaba por<strong>que</strong> las ventas se bajaban y<br />

lógicamente buscaban contra quién d<strong>es</strong>cargar su cólera, nos oían por<strong>que</strong> nosotros<br />

l<strong>es</strong> dábamos a alguien a quién echarle la culpa; y entonc<strong>es</strong> la gente empezaba a<br />

decir: "<strong>es</strong>te hijueputa <strong>que</strong> nos trae las maldicion<strong>es</strong> tiene mal agüero, <strong>es</strong> <strong>que</strong> anda<br />

con la Dinora".<br />

Y entonc<strong>es</strong> nosotros aprovechábamos las circunstancias para hacer propaganda<br />

contra Somoza y la Guardia. Venir en <strong>es</strong>a camioneta era como venir corriendo,<br />

brincando o cabalgando sobre la máquina del tiempo en sentido regr<strong>es</strong>ivo; a medida<br />

<strong>que</strong> avanzás y se va cambiando la topografía a <strong>que</strong> han <strong>es</strong>tado acostumbrado en los<br />

últimos m<strong>es</strong><strong>es</strong> y va viendo <strong>una</strong> nueva topografía <strong>que</strong> se parece ya a la <strong>que</strong> uno<br />

siempre ha visto d<strong>es</strong>de chiquito, otra vez el madroño, el jiñocuago, las mismas<br />

piedras, los garrobos, las iguanas, la tierra caliente, entonc<strong>es</strong> a medida <strong>que</strong> uno<br />

va recorriendo el camino rumbo abajo, va asociando ideas con r<strong>es</strong>pecto al pasado.<br />

No solamente con r<strong>es</strong>pecto al pasado más reciente cuando te metiste a la montaña,<br />

sino al pasado de tu adol<strong>es</strong>cencia, al pasado de tu infancia; por<strong>que</strong> cuando veía<br />

los madroños y veía el jícaro, por ejemplo, recordaba <strong>que</strong> en el patio de mi casa<br />

habían jícaros y <strong>que</strong> mi papá cortaba las ramas de los jícaros para verguearnos<br />

cuando <strong>es</strong>tábamos jodiendo. Entonc<strong>es</strong>, frente al jícaro uno se va remontando con<br />

<strong>una</strong> velocidad extraordinaria hasta su infancia.<br />

Como a las ocho horas de viaje, ya por la tarde, llegamos a El Sauce, donde<br />

íbamos a tomar el tren. Me acordaba del ferrocarril de León cuando me monté la<br />

primera vez y también la idea del tren me volvía a mi infancia... Esa bajada de<br />

la montaña en el vehículo era un ir y venir constante sobre la propia historia de<br />

uno, con <strong>una</strong> velocidad, con <strong>una</strong> agilidad de mono: vos sabés <strong>que</strong> los monos se<br />

pasan de <strong>una</strong> rama a otra bien rápido, con <strong>es</strong>a misma velocidad, uno se va<br />

retrocediendo de la infancia a la montaña, de la montaña a la ciudad, y así, son<br />

malabar<strong>es</strong>, acrobacias mental<strong>es</strong>, fugac<strong>es</strong> sobre los pedacitos de tu vida anterior a<br />

la anterior. Había poca gente en las call<strong>es</strong> de El Sauce y empezamos a caminar<br />

cogiendo rumbo hacia la <strong>es</strong>tación. Al rato d<strong>es</strong>embocamos en <strong>una</strong> <strong>es</strong>quina y veo el<br />

gran tren parado, todo largo, negro y viejo, el mismo tren, el mismito tren de mi<br />

infancia.<br />

Entonc<strong>es</strong> yo sentí como <strong>que</strong> la dialéctica se había parado; por<strong>que</strong> era el mismo<br />

tren, con las mismas barandas, la misma gente, las mismas voc<strong>es</strong>... "el agua<br />

helada... el agua helada... el chancho con yuca... el chancho con yuca..." las<br />

mismas vendedoras con sus panas, los cargador<strong>es</strong> montando los sacos, p<strong>es</strong>ando la<br />

carga con la báscula, montándola en las carretillas para llevarla al tren; otros<br />

bebiendo guaro, los bolitos tirados allí en la <strong>es</strong>tación, niñas inocent<strong>es</strong><br />

pidiendo, putas paradas en la <strong>es</strong>quina, los billar<strong>es</strong> en la otra <strong>es</strong>quina; en fin<br />

todo el ruido de la misma <strong>es</strong>tación <strong>que</strong> yo ya conocía, la gente con sus gallinas<br />

en las manos, con sus chochadas, con sus bolsas, con frutas, las camp<strong>es</strong>inas de<br />

las comarcas con los cachet<strong>es</strong> coloraditos por<strong>que</strong> venían al pueblo, recién<br />

pintados los labios con a<strong>que</strong>l rojo, rojo, <strong>que</strong> se ponen las camp<strong>es</strong>inas; el montón<br />

de viejas gordas con sus delantal<strong>es</strong>, <strong>es</strong>pantando al perro, otro bolo cayéndose del<br />

caballo, chanchos comiéndose la mierda de los niños en la calle, chancheros<br />

arriando los chanchos para llevarlos al tren, y las vendedoras <strong>es</strong>pantando los<br />

chanchos patangos y chingos, chanchos negros, capados, verracos, y otro jodido<br />

medio brujo sacando la suerte con chocoyos y los camp<strong>es</strong>inos arremolinados con<br />

cara de susto, y la barata parada anunciando <strong>una</strong> pomada <strong>que</strong> curaba todo, hasta<br />

las penas; y el guardia ahí, el mismo guardia en la <strong>es</strong>quina <strong>que</strong> no se metía en<br />

nada y en fin...<br />

Ibamos caminando, a comprar los boletos y la gran patada de orin<strong>es</strong> allí en el<br />

corredor donde venden las tickets y el <strong>que</strong> vende las tickets, el mismo hombre con<br />

77

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!