El dossier - Géminis Papeles de Salud
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<strong>El</strong> edicto <strong>de</strong> creación <strong>de</strong>l Hospital General es muy claro a este respecto: consi<strong>de</strong>ra a “la mendicidad y la ociosidad como<br />
fuentes <strong>de</strong> todos los <strong>de</strong>sór<strong>de</strong>nes”.[5] Es muy significativo que “<strong>de</strong>sor<strong>de</strong>n” siga siendo la palabra que usan los siquiatras. <strong>El</strong><br />
mismo manual DSM se lee en inglés Diagnostic and statistical manual of mental disor<strong>de</strong>rs y hay siquiatras que traducen<br />
esta última palabra como “<strong>de</strong>sor<strong>de</strong>n” en lugar <strong>de</strong> “trastorno”. Como el siglo XVII marca la línea en que se <strong>de</strong>cidió encerrar<br />
a un grupo <strong>de</strong> seres humanos, sería erróneo creer que la locura esperó pacientemente por siglos hasta que algunos<br />
científicos la <strong>de</strong>scubrieron y se encargaron <strong>de</strong> ella. Asimismo, sería erróneo creer que hubo una mutación espontánea en la<br />
que los pobres, inexplicable y súbitamente, enloquecieron.<br />
Encarcelar a las víctimas <strong>de</strong> la ciudad fue un fenómeno <strong>de</strong> dimensiones europeas. Una vez consumado el Gran Encierro <strong>de</strong>l<br />
que habla Foucault, los censos <strong>de</strong> la época sobre los prisioneros que no habían roto la ley dieron cuenta <strong>de</strong>l tipo <strong>de</strong> gente<br />
que eran: ancianos que no podían cuidarse por sí mismos, epilépticos repudiados por sus familias, gente <strong>de</strong>forme, gente con<br />
enfermeda<strong>de</strong>s venéreas e incluso prisioneros por cartas <strong>de</strong>l rey. Este fue el procedimiento <strong>de</strong> encierro más difundido <strong>de</strong>s<strong>de</strong><br />
los 1690, y los peticionarios <strong>de</strong> la lettre <strong>de</strong> cachet eran los familiares o los parientes más próximos <strong>de</strong> quien se encarcelaba.<br />
<strong>El</strong> caso más sonado <strong>de</strong> encarcelamiento en la Bastilla por lettre <strong>de</strong> cachet fue el <strong>de</strong> Voltaire. Hubo casos <strong>de</strong> insensatas o<br />
“muchachas incorregibles” que fueron internadas. “Insensato” era una etiqueta que correspon<strong>de</strong>ría más o menos a lo que en<br />
el siglo XIX se llamaría “insanía moral” y que actualmente equivale al oposicionismo adolescente o “negativismo<br />
<strong>de</strong>safiante” <strong>de</strong>l DSM. Quisiera ejemplificarlo con un solo caso <strong>de</strong>l siglo XVIII:<br />
Una mujer <strong>de</strong> dieciséis años cuyo marido se llama Beaudoin publica abiertamente que jamás amará a su marido,<br />
que no hay ley que se lo or<strong>de</strong>ne, que cada quien es libre <strong>de</strong> disponer <strong>de</strong> su corazón y <strong>de</strong> su cuerpo como le<br />
plazca, y que es una especie <strong>de</strong> crimen dar el uno sin el otro.[6]<br />
Aunque la mujer <strong>de</strong> Beaudoin era consi<strong>de</strong>rada insensata o loca, las etiquetas <strong>de</strong> entonces para encarcelar no tenían<br />
connotación médica alguna. Las conductas se percibían bajo otro cielo, y el encierro era un asunto arreglado entre las<br />
familias y la autoridad jurídica sin injerencia médica. Se encerraba al “mendaz”, “ocioso”, “<strong>de</strong>pravado”, “hechicero”,<br />
“imbécil”, “pródigo”, “impedido”, “alquimista”, “<strong>de</strong>sequilibrado”, “venéreo”, “libertino”, “disipador”, “blasfemo”, “hijo<br />
ingrato”, “padre disipado”, “prostituída” y al “insensato”. En los registros pue<strong>de</strong> leerse que las fórmulas <strong>de</strong> internamiento<br />
también <strong>de</strong>cían cosas como “hombre muy malvado y tramposo” o “alegador empe<strong>de</strong>rnido”. Francia tuvo que esperar hasta<br />
1785 para que una or<strong>de</strong>n médica interviniera en el encierro <strong>de</strong> toda esta gente: práctica que posteriormente cobró forma con<br />
Pinel. Como dije, <strong>de</strong>l apartarse <strong>de</strong> la norma social surgiría el gran tema <strong>de</strong> la locura en el siglo XIX, como veremos al<br />
hablar <strong>de</strong> Tocqueville y John Stuart Mill al final <strong>de</strong> este libro. Es a partir <strong>de</strong> aquí <strong>de</strong> don<strong>de</strong> <strong>de</strong>bemos enten<strong>de</strong>r la ulterior<br />
clasificación <strong>de</strong> Kraepelin, Bleuler y <strong>de</strong>l DSM <strong>de</strong> los siglos XX y XXI.<br />
En nuestro siglo hay siquiatras que dicen abiertamente que “el suicidio es un <strong>de</strong>sor<strong>de</strong>n cerebral”: un pronunciamiento<br />
<strong>de</strong>scaradamente seudocientífico. En el siglo XVII el “homicida <strong>de</strong> sí mismo” era un criminal “lesa majestad divina” y en<br />
los registros <strong>de</strong> internamiento <strong>de</strong> suicidas que fallaron en cumplir sus objetivos se lee: “ha querido <strong>de</strong>shacerse”. Es a ellos a<br />
quienes se les aplicaron por vez primera los instrumentos <strong>de</strong> tortura que luego usarían los siquiatras <strong>de</strong>l siglo XIX: jaulas<br />
con tapa abierta para la cabeza y armarios que encerraban al sujeto hasta el cuello. La transformación <strong>de</strong> un juicio<br />
abiertamente religioso (“crimen lesa majestad divina”) al reino <strong>de</strong> la medicina (“<strong>de</strong>sor<strong>de</strong>n cerebral”) fue paulatina. Lo que<br />
ahora se consi<strong>de</strong>ra enfermedad biomédica en los siglos XVII y XVIII se entendía como conducta extravagante, impía o que<br />
ponía en peligro el prestigio <strong>de</strong> una familia.<br />
En el siglo XVII por primera vez en la historia se obliga a vivir bajo un mismo techo a personas muy distintas entre sí.<br />
Ninguna <strong>de</strong> las culturas anteriores había hecho algo parecido ni habían visto similitu<strong>de</strong>s entre ese tipo <strong>de</strong> gente (venéreos,<br />
insensatos, blasfemos, hijos ingratos, hechiceros, prostituídas, etcétera). Que <strong>de</strong>trás <strong>de</strong>l encierro había un juicio moralista se<br />
<strong>de</strong>scubre en el hecho que se encerraba a quienes pa<strong>de</strong>cían enfermeda<strong>de</strong>s venéreas, el gran mal <strong>de</strong> la época, sólo si<br />
contrajeron la enfermedad fuera <strong>de</strong>l matrimonio. Las mujeres a quienes las infectaba el marido no corrían riesgo <strong>de</strong> ser<br />
llevadas al Hospital General <strong>de</strong> París. Asimismo, los homosexuales, llamados peyorativamente sodomitas, fueron<br />
encerrados en los hospitales o casas <strong>de</strong> <strong>de</strong>tención. De hecho, cualquier individuo que causara un escándalo público era reo<br />
<strong>de</strong> <strong>de</strong>tención y encierro. La familia, y más específicamente la familia burguesa con sus exigencias <strong>de</strong> guardar las<br />
apariencias, se convirtió en la regla que <strong>de</strong>finió el encierro <strong>de</strong> algunos <strong>de</strong> sus miembros. Este fue el momento en que se<br />
pactarían las oscuras alianzas entre padres y siquiatras que darían luz a la profesión <strong>de</strong>l doctor Amara. La siquiatría tendría<br />
un fácil parto con la gestación <strong>de</strong>l par <strong>de</strong> siglos que transcurren <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el Gran Encierro <strong>de</strong>l XVII. Los orígenes <strong>de</strong> la<br />
siquiatría pue<strong>de</strong>n rastrearse a ese siglo <strong>de</strong> intolerancia.<br />
<strong>El</strong> encierro <strong>de</strong> la gente que no rompía la ley continuó a lo largo <strong>de</strong>l siglo XVIII, y a finales <strong>de</strong>l siglo las casas <strong>de</strong><br />
internamiento estaban llenas <strong>de</strong> “blasfemos”. La Inquisición medieval había tenido fuerza en el sur <strong>de</strong> Francia, pero una vez<br />
abolida la sociedad encontró una manera legal <strong>de</strong> controlar a los individuos que se salían <strong>de</strong> línea. Es conocido el caso <strong>de</strong><br />
un hombre en Saint-Lazare que fue encerrado por no querer arrodillarse en los momentos más solemnes <strong>de</strong> la misa. Esta<br />
estrategia también fue practicada un siglo antes. En el siglo XVII los incrédulos fueron consi<strong>de</strong>rados “libertinos”.<br />
Bonaventure Forcroy escribió una biografía <strong>de</strong> Apolonio <strong>de</strong> Tiana, un contemporáneo <strong>de</strong> Jesús a quien se le adjudicaron<br />
milagros, y mostró con este paradigma que las historias evangélicas también podían haber sido ficticias. Forcroy fue<br />
acusado <strong>de</strong> “libertinaje” y encerrado en Saint-Lazare.