JAVIER TUSELL - Prisa Revistas
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EL SIGLO DEL CONSUMO<br />
El consumo del siglo<br />
En los últimos tiempos, la política, la<br />
sociedad, la cultura, la creación han<br />
emigrado de sus significados tradicionales.<br />
Sigue existiendo la política, la sociedad,<br />
la cultura, la creación, pero cada uno<br />
de ellos ha perdido su antiguo contenido y<br />
funcionan dentro de un nuevo juego, cuyos<br />
signos remiten hacia otros significados.<br />
La política ha pasado de ser el cumplimiento<br />
de un proyecto ideológico a ser un<br />
simple asunto de gestión; la sociedad de<br />
ciudadanos se ha convertido en una comunidad<br />
de clientes, clientes de la votación<br />
política o clientela del consumo general; la<br />
cultura ha perdido su propia categoría para<br />
flotar en la superficie de la información,<br />
y el creador ha pasado de ser un demiurgo<br />
para convertirse en productor.<br />
Sucede como con el progreso en general<br />
que los reúne a todos: el progreso continúa,<br />
pero hemos perdido la idea de lo<br />
que es el progreso. Ni hay proyecto a alcanzar;<br />
ni plan humano que reúna a la colectividad<br />
en un afán conjunto. Este mundo<br />
sin rumbo al que se refiere Ignacio Ramonet<br />
en un libro reciente (Un mundo sin<br />
rumbo, Edit. Debate. Madrid,1997) es la<br />
confirmación de una nueva escena donde<br />
el valor de la creación pierde relevancia sin<br />
la rentabilidad de la producción y en donde<br />
las influencias entre cultura crítica y sociedad<br />
discurren por unas tangentes de<br />
complicidad o de fricción inofensivas.<br />
Dentro de esta nueva aureola de indiferencia<br />
sustancial, la cultura, la sociedad,<br />
la política y la creación flotan como ingredientes<br />
de un caldo donde, perdido uno a<br />
uno los sabores fuertes, los ingredientes se<br />
permutan, se calientan, se enfrían o se confunden<br />
en la inconsistencia del valor. Todo<br />
es hoy política, como todo es economía,<br />
todo es estética o todo es sexualidad. La estética<br />
se hace economía en las ferias internacionales<br />
del libro, en las galerías, en los<br />
taquillajes, en las colas de los museos,<br />
mientras la política se estetitiza en el espec-<br />
VICENTE VERDÚ<br />
táculo de la política, el mundo de los shows<br />
televisivos, el diseño de las campañas, el<br />
atrezzo de los Gobiernos y la imagen que<br />
cultiva el portavoz gubernamental. Igualmente,<br />
finalizada la economía política, sólo<br />
existe la política económica afianzada en<br />
la pornografía de la cantidad. Todo ello sobre<br />
una plataforma de obscenidad, ausente<br />
de secretos, transparente, expuesta al público<br />
como corresponde a un punto de extenuación<br />
de lo obvio, donde ya no hay<br />
misterio ni subversión que ocultar.<br />
12 CLAVES DE RAZÓN PRÁCTICA n Nº 85