JAVIER TUSELL - Prisa Revistas
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eso puede resultar obvio, pero no lo era<br />
en 1976: ése es el mejor legado del Centro.<br />
Pero fue compatible con la existencia,<br />
al mismo tiempo, de graves defectos. Resulta<br />
toda una paradoja que Suárez, que<br />
hizo muy bien lo más difícil, fallara en lo<br />
más elemental: saber hasta qué punto era<br />
necesario un partido, guiarse por un ideario<br />
articulado y, en general, adaptarse a la<br />
vida política en una democracia, una vez<br />
llegado a ésta con un protagonismo personal<br />
indiscutible. Fue, al mismo tiempo,<br />
como dijo su sucesor en la presidencia, el<br />
“clavillo del abanico” en el seno de su partido<br />
y éste dejó de serlo en cuanto faltó.<br />
Calvo Sotelo, en cambio, reunía más con-<br />
Nº 85 n CLAVES DE RAZÓN PRÁCTICA<br />
diciones para esa nueva etapa, pero probablemente<br />
careció de esa tenacidad que caracteriza<br />
al corredor de fondo en la vida<br />
pública y nunca fue capaz de aglutinar el<br />
conjunto de los electores de centro.<br />
Lo que importa es que éstos existían,<br />
que fueron tenaces en su actitud política,<br />
en el sentido de que la prolongaron en<br />
dos elecciones, y que aquella resultó algo<br />
original, nuevo y positivo en la política española.<br />
Se trataba de un electorado plural,<br />
interclasista (al menos uno de cada tres<br />
obreros industriales votó centro en 1977 y<br />
1979) y que denotó una considerable<br />
apertura para lo que era la mentalidad del<br />
momento. Según las encuestas hechas en-<br />
tonces, menos del 20% de esos electores<br />
hubieran aceptado que se les denominara<br />
“franquistas” (y eso sólo en sentido sociológico,<br />
más que ideológico) mientras que<br />
más del doble se reputaban a sí mismos<br />
antifranquistas. Lo nuevo en la tradición<br />
política española, sin embargo, es que el<br />
porcentaje más alto no admitía ninguno<br />
de esos dos calificativos para definirse a sí<br />
mismos. Mientras que algo más del 40%<br />
no hubieran votado nunca al puro continuismo<br />
del régimen de Franco, sólo el<br />
15% no se hubiera alineado en ningún<br />
caso con el PSOE. La propia clase dirigente<br />
del centro tenía bastante menos que<br />
ver con el franquismo que lo que se dijo.<br />
Sólo uno de sus ministros, Pío Cabanillas,<br />
lo fue con Franco y se vio obligado a dimitir.<br />
Sin aquellos que no habían estado<br />
hasta el momento en política, que habían<br />
pretendido reformar el régimen desde el<br />
interior o que estuvieron en la oposición<br />
moderada no se comprende la opción de<br />
centro. Sobre la pluralidad de procedencias<br />
de los parlamentarios de UCD se ha<br />
ironizado con frecuencia. La fusión, en<br />
apariencia extraña, de grupos diversos nacía<br />
de una coincidencia fundamental entre<br />
los reformistas más jóvenes del régimen<br />
pasado y quienes habían militado en<br />
una oposición que era inequívocamente<br />
demócrata, pero no socialista, y que querían<br />
una democracia acudiendo a procedimientos<br />
que evitaran traumas sociales. Lo<br />
que les unía era la coincidencia en el resultado,<br />
aunque no existiera en las procedencias.<br />
La transición no fue, ni mucho menos,<br />
obra exclusiva del Centro pero resulta<br />
difícil de imaginar qué hubiera podido<br />
hacerse sin él. Ahora se dice que ese gran<br />
proceso histórico fue la obra de la derecha;<br />
y esa afirmación es inaceptable o,<br />
cuando menos, muy matizable. Los procesos<br />
de transición hacia la democracia<br />
son el resultado de una tarea colectiva más<br />
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