JAVIER TUSELL - Prisa Revistas
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ollado el “pensamiento único” han<br />
orientado su labor mediante ópticas conservadoras<br />
y no desde la tradición liberal<br />
comúnmente aceptada. Dicha tradición<br />
compromete una concepción de la sociedad<br />
con cuatro notas irrenunciables: individualista,<br />
igualitaria, universalista, meliorista<br />
30 . Gray admite distintos “sabores” liberales<br />
dentro de ese gran cuerpo único de<br />
la tradición liberal. No cabe duda de que<br />
los parámetros del “pensamiento único”<br />
no responden a ese cuerpo doctrinal básico<br />
y sí ofrecen notas y tics netamente conservadores<br />
durante los últimos cuatro lustros.<br />
El peso de la reacción conservadora a<br />
la preponderancia del socialismo y del liberalismo<br />
en el mundo ha pesado más que<br />
ninguna otra tendencia a la hora de articular<br />
las grandes operaciones de integración<br />
institucional que definen la globalización<br />
del final de siglo. Las élites que gobiernan<br />
tales operaciones o procesos no están educadas<br />
en la tradición liberal; se morirían de<br />
risa sólo de pensar que alguien pudiera ser<br />
capaz de dar la vida para que su adversario<br />
pueda defender sus ideas. The Wall Street<br />
Journal, el diario de mayor difusión en Estados<br />
Unidos, además de su excelente información<br />
financiera sirve a sus lectores la<br />
visión de la era anterior a Reagan como de<br />
auténtico libertinaje a superar e incluso<br />
combatir y hasta ha llegado a pagar como<br />
publicidad la inclusión de su editorial defendiendo<br />
semejante tesis en el periódico<br />
liberal The New York Times (el diario español<br />
Abc lo tradujo y reprodujo sin cargo<br />
alguno). Resulta sorprendente que la tradición<br />
liberal, en el sentido en que puedan<br />
entenderla Berlin y Gray, por ejemplo, se<br />
acepten mejor en las órbitas del socialismo<br />
liberal que en las propias carnes de las derechas<br />
que se reclaman del liberalismo.<br />
Todo lo dicho puede ayudar a explicar<br />
el tonto episodio de Fukuyama 31 , el hombre<br />
que molestó al mundo porque quería<br />
quitarle la historia. Curiosa reacción, ajena<br />
tanto a la tradición hegeliana como al teórico<br />
americano de apellido japonés, pero<br />
certera en una intuición de gran interés<br />
para el futuro: la creciente conciencia ciudadana<br />
de las gentes en los tiempos del desencanto<br />
político. La desaparición de los<br />
regímenes comunistas, la caída más que<br />
simbólica del muro de Berlín, había alentado<br />
la idea del triunfo del capitalismo,<br />
entendido como la condición natural de la<br />
30 John Gray, Liberalismo, Alianza Editorial,<br />
pág. 10, 1994.<br />
31 Francis Fukuyama, “The End of history?”,<br />
The National Interest, págs. 3-18, verano 1989.<br />
Nº 85 n CLAVES DE RAZÓN PRÁCTICA<br />
sociedad. Se impuso “el mercado-rey”, el<br />
que “asegura la victoria del consumidor sobre<br />
el productor, del ahorrador sobre el<br />
prestamista, del emprendedor sobre el funcionario”<br />
32 . Pero aquellos países del Este,<br />
“que soñaban con un mercado al estilo anglosajón”,<br />
encontraron la jungla 33 . Sin duda<br />
acababa una historia, pero empezaba<br />
invariablemente otra. ¿El triunfador? “La<br />
democracia ha vencido, y la democracia<br />
que ha vencido es la única democracia ‘real’<br />
que se haya realizado jamás sobre la tierra:<br />
la democracia liberal” 34 . El sistema<br />
mejor asentado y más extendido en el<br />
mundo (118 de 193 países son democráticos,<br />
el 55% de la población vive bajo tales<br />
regímenes); pero puede que por ello el sistema<br />
también más controvertido, el sistema<br />
al que se le exige más, el sistema que<br />
degenera más peligrosamente. Sartori cree<br />
que “se hace cada vez mas difícil refutar la<br />
democracia… y, por otro lado, se hace cada<br />
vez más difícil administrarla” 35 . El director<br />
de Foreign Affairs, Fareed Zakaria,<br />
hace balance de esa realidad y de esa dificultad:<br />
“De Perú a la Autoridad Palestina,<br />
de Sierra Leona a Eslovaquia, de Pakistán<br />
a Filipinas, vemos surgir un fenómeno<br />
perturbador en la vida internacional: la democracia<br />
iliberal” 36 . Un concepto imaginativo<br />
para una realidad variada y abundante,<br />
que encierra la negación de su esperanza<br />
en la realidad de su propio peligro.<br />
Tal es el legado para el nuevo milenio del<br />
mundo globalizado que nos han redondeado<br />
las dos últimas generaciones de gestores<br />
públicos, en la gran red urdida que tratan<br />
de hacer operativa lo mismo que si<br />
fuera un telar.<br />
4. Los políticos “globales” vuelven<br />
a la vertebración de espacios y flujos<br />
en una sociedad capitalista de participación;<br />
buscan de nuevo al ciudadano.<br />
A principios de siglo, Graham Wallas denunció<br />
el declinar de la racionalidad causado<br />
por la “deslocalización” de las gentes<br />
que, arrancadas de la aldea, eran arrojadas<br />
al anonimato masivo de la gran ciudad 37 .<br />
Se atribuye a ese fenómeno el entusiasmo<br />
32 Minc, op. cit., pág. 12.<br />
33 Alain Minc, La nueva Edad Media, Temas<br />
de Hoy, pág. 21.<br />
34 Giovanni Sartori, La democracia después del<br />
comunismo, Alianza Editorial, pág. 16, Madrid,<br />
1994. 35 Sartori, op. cit., pág. 16.<br />
36 Fareed Zakaria, “The Rise of Illiberal Democracy”,<br />
Foreign Affairs, pág. 22, November-December,<br />
1997. Publicado en español por Política<br />
Exterior, nº 62, marzo-abril, 1998, como “La aparición<br />
de las democracias no liberales”, pág. 119.<br />
JACINTO PÉREZ IRIARTE<br />
por la sociología que siguió luego a aquellos<br />
años. Los sociólogos tomaron materia<br />
del desarraigo de aquellas gentes, sin poder<br />
prever, naturalmente, que el desarraigo<br />
sería cuasitotal en el mundo, puesto<br />
que todo sería ciudad hasta que nada fuera<br />
ciudad. A la reflexión de los sociólogos<br />
habrían de darle respuesta, en cada lugar<br />
y en cada momento, los urbanistas. El urbanismo<br />
ha sido este siglo la gran ciencia<br />
de la organización de la vida humana, de<br />
la ubicación y de la reubicación de las<br />
gentes que han ido invadiendo las ciudades.<br />
El urbanismo ha sido la disciplina<br />
más odiada en los ámbitos del poder conservador<br />
tradicional, tanto si es en razón<br />
de su capacidad para romper el sistema de<br />
espacios establecido como si es por su incorregible<br />
tendencia a regular el uso de<br />
los suelos y limitar la libre especulación<br />
que sobre ellos tendría lugar en un mercado<br />
inadecuadamente llamado libre.<br />
La referencia “local” de todas aquellas<br />
gentes que, a lo largo del siglo, han ido<br />
abandonando el campo e integrándose en<br />
la ciudad anónima, han buscado su nueva<br />
referencia, en el barrio, en el club social o<br />
deportivo, en la pandilla o en la tribu urbana,<br />
en la empresa, o han resuelto su soledad<br />
y su sistema de referencias con la<br />
inestimable ayuda de la televisión. Hoy, la<br />
vida en el mundo es una vida urbana. Es<br />
urbana incluso la vida de la gente que<br />
queda en el campo, porque la ciudad es<br />
también su “centro urbano” en su sistema<br />
de referencias económicas y sociales.<br />
“¿Tiene sentido seguir hablando<br />
de ciudades? –se preguntan Borja<br />
y Castells–. Si, tendencialmente,<br />
todo es urbano, ¿no deberíamos<br />
cambiar nuestras categorías mentales<br />
y nuestras políticas de gestión<br />
hacia un enfoque diferencial entre<br />
las distintas formas de relación<br />
entre espacio y sociedad?” 38 .<br />
Castells ha reseñado un ámbito espacial<br />
nuevo, que duplica e incluso reduplica<br />
el ámbito del mundo que conocemos: el<br />
espacio que conforma “la ciudad informacional”<br />
39 . Lo describe como “el surgi-<br />
37 Graham Wallas, “Human Nature in Politics”<br />
(1908), citado por Roland N. Stromberg en<br />
Historia intelectual europea desde 1789, Debate, 3ª<br />
edición, pág. 322, Madrid, 1995.<br />
38 Jordi Borja y Manuel Castells, Local y global,<br />
Taurus, pág. 11, Madrid, 1997.<br />
39 La teoría social de Castells es una importantísima<br />
aportación, a la que el catedrático español<br />
ha dedicado, en Madrid y en Berkeley, buena<br />
parte de su vida. Su trabajo principal está recogido<br />
en sus obras Las tecnópolis del mundo. La formación<br />
de los complejos industriales del siglo XXI (con Peter<br />
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