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JAVIER TUSELL - Prisa Revistas

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TOCQUEVILLE INÉDITO<br />

dad de un sujeto histórico encarnado<br />

y, por tanto, mortal y<br />

contingente, no nos impide contemplar<br />

la existencia tangible de<br />

un hilo conductor en todas sus encarnaciones.<br />

Es justamente la manifestación<br />

existencial del devenir,<br />

algo que todo sujeto particular<br />

aprehende y enuncia, lo<br />

que permite examinar el elemento<br />

subyacente, el denominador<br />

común de humanidad y<br />

agente permanente de la historia,<br />

en la aparente incongruencia y<br />

sucesión estocástica de los acontecimientos.<br />

2. Una experiencia irrelevante<br />

7 de diciembre de 1828, Tocqueville<br />

a Beaumont<br />

un grueso clavo… plantado<br />

desde el principio en<br />

la nalga izquierda…<br />

…la posición en la que<br />

me obliga a sostenerme<br />

y el malestar que me causa<br />

me sume (sic) en una<br />

suerte de imbecilidad<br />

de la que no sé si lograré<br />

salir. Me aburro<br />

mortalmente y, por tanto,<br />

aburro a los demás;<br />

es la regla 4 .<br />

Hay aquí una narración subjetiva,<br />

un yo que se reconoce actor<br />

en interrelación con la circunstancia.<br />

Es un “yo pienso”<br />

más un “yo siento”, una suerte<br />

de síntesis de Descartes y Rousseau…<br />

Digámoslo claramente:<br />

la existencia se reconoce antepuesta<br />

a la esencia, al menos en<br />

el orden práctico. Es, por supuesto,<br />

una anécdota demasiado<br />

banal para tratarla por sí sola<br />

como prueba o base de una filosofía<br />

existencialista. Pero considerada<br />

en el contexto general de<br />

la correspondencia de Tocqueville,<br />

en la –diríamos– atmósfera<br />

habitualmente presente en todos<br />

sus escritos, puede mostrarse que<br />

estamos ante una fórmula de expresión<br />

que manifiesta su modo<br />

de pensar, su disposición ante el<br />

mundo y la realidad, así como la<br />

4 La ortografía y puntuación se han<br />

conservado fielmente. Pertenecen por<br />

entero a la época y a Tocqueville.<br />

forma en que se representa la<br />

idea de sujeto. No es desde luego<br />

el sujeto trascendental kantiano,<br />

una abstracción que resultaría incómoda<br />

y poco funcional para<br />

la mentalidad tan característicamente<br />

contemporánea que Tocqueville<br />

encarna ya. El sujeto es<br />

para él, en todos los casos 5 , un<br />

sujeto de carne y hueso, un sujeto<br />

temporal, geográfica y hasta<br />

culturalmente determinado. Si<br />

esto es cierto, y no es difícil probarlo<br />

(basta consultar cualquiera<br />

de sus obras), ¿cómo es posible<br />

construir –o tener siquiera– una<br />

filosofía de la historia? No hay<br />

duda de que Tocqueville posee<br />

y elabora su propia interpretación<br />

de lo histórico. Su Democracia,<br />

por ejemplo, no puede<br />

considerarse de ningún modo<br />

una agenda del proceso de igualación<br />

social de Norteamérica.<br />

Los hechos, aunque presentes (y<br />

presentes además en calidad de<br />

guías y gestores), no están simplemente<br />

yuxtapuestos al modo<br />

de una pura cronología o listado.<br />

Han sido secuenciados e interpretados<br />

a la luz de una significación<br />

que es a la vez impuesta y<br />

descubierta. Impuesta por cuanto<br />

la hermenéutica de la historia jamás<br />

puede venir dictada desde<br />

la exterioridad de los hechos sino<br />

que ha de ser, necesariamente,<br />

entrevista, intuida, percibida y<br />

sentida por una conciencia humana<br />

particular que la aprehende<br />

como significado y como<br />

existencia general. Descubierta<br />

porque a pesar de que toda interpretación<br />

proviene de la intuición<br />

necesaria de un significado,<br />

su aprehensión consciente<br />

y pormenorizada resulta a su vez<br />

de un proceso esforzado y constante<br />

del espíritu, o de la inteligencia,<br />

si se prefiere; aunque<br />

también esto requerirá de ulterior<br />

matización. Este carácter a la<br />

5 Hago abstracción, evidentemente,<br />

de su declarada fe en la acción providencial.<br />

Si procedo de este modo no<br />

es únicamente por las razones que son<br />

obvias en un estudio laico, sino porque<br />

el valor de la Providencia en Tocqueville<br />

parece tener, a la vista de todo<br />

el razonamiento posterior, un valor meramente<br />

declarativo –o si se quiere personal–<br />

pero nunca filosófico.<br />

vez impuesto y revelado se predica<br />

sin excepción de todo lo humano,<br />

incluidas las leyes matemáticas<br />

que describen el comportamiento<br />

del universo y que<br />

pasan por epítome de todo lo<br />

científico, como si ellas fueran<br />

lo único riguroso que nos es posible<br />

conocer. De hecho, a pesar<br />

de que algunas de esas leyes pertenecen<br />

al tipo de verdades reconocibles<br />

a priori, su interés y<br />

hasta su necesidad desde el punto<br />

de vista existencial, esto es, su<br />

necesidad práctica, sólo pueden<br />

emanar de esa conciencia subjetiva<br />

que las integra en el marco<br />

general de una significación del<br />

mundo. La actividad específica<br />

de la conciencia humana es un<br />

continuo explicarse su mismo<br />

contenido y acción. Por ello, sea<br />

cual sea la índole de las explicaciones<br />

(científicas, míticas o religiosas),<br />

invariablemente la conciencia<br />

encuentra en ellas el calmante<br />

cognitivo que reclama su<br />

fundamental y universal ansiedad<br />

hacia el saber, o mejor, hacia<br />

el sentido. Esta búsqueda definitoria,<br />

diferencial e inexcusable<br />

del hecho humano es aquella por<br />

la que se ha de conferir significado<br />

a todos y cada uno de los fenómenos<br />

que a la conciencia<br />

aparecen. Y ello sin excepción.<br />

Tanto si se trata de una atribución<br />

“objetiva” de significado, esto<br />

es, de una descripción cuantificada<br />

o “intersubjetivamente<br />

contrastable” 6 de la realidad, como<br />

si se trata de una atribución<br />

“subjetiva”, es decir, de una evaluación<br />

más personal y cualitativa<br />

de la experiencia, el hombre<br />

6 Según la expresión de Karl R.<br />

Popper.<br />

7 Esta carta aparece fechada en 1828<br />

en el manuscrito que se conserva en<br />

Yale. Sin embargo, la edición canónica<br />

de las Obras completas de Tocqueville<br />

corrige la fecha al 30 de agosto de<br />

1829, lo que es efectivamente exacto<br />

teniendo en cuenta que la botadura que<br />

se menciona más adelante en dicha carta<br />

corresponde al Suffren, bajel de carga<br />

de 100 cañones lanzado al mar en<br />

Cherburgo el 27 de agosto de 1829.<br />

La carta ha sido publicada en OC (M),<br />

VIII, 1, 78-81. Salvo indicación en<br />

contrario, todas las cursivas son mías.<br />

Agradezco a la profesora Françoise Mélonio<br />

su indicación relativa al equívoco<br />

de las fechas.<br />

necesita siempre el calmante aroma<br />

de alguna narrativa esclarecedora.<br />

Y todo ello se hace, en el<br />

caso de la historia, tanto más<br />

cierto y perentorio cuanto que<br />

los fenómenos que ella describe<br />

narran justamente la vida colectiva<br />

y profunda del despliegue<br />

que nos constituye.<br />

3. Hacia un sujeto<br />

transhistórico<br />

30 de agosto de 1828, Tocqueville<br />

a Beaumont 7<br />

… parecéis esperar que<br />

os haga descripciones de<br />

lo que he visto en este país 8 :<br />

no lo haré… tal cosa<br />

os aburriría porque<br />

la descripción de una bella<br />

cosa cae siempre en la<br />

mezquindad… [y] porque<br />

sois el hombre menos<br />

curioso que conozca<br />

respecto a todo cuanto<br />

no tiene para vos una<br />

utilidad actual y práctica,<br />

cosa que, por decirlo<br />

de pasada, me parece<br />

el abuso de una disposición<br />

excelente y una verdadera<br />

imperfección.<br />

Este pasaje parece la ampliación<br />

explícita de algunas observaciones<br />

ocasionales dispersas en<br />

el cuerpo de su obra publicada.<br />

Tocqueville no siente gran admiración<br />

hacia los saberes puramente<br />

prácticos. En la Democracia,<br />

cuando describe el carácter<br />

utilitarista de la mentalidad americana,<br />

lo hace sin encomio, citando<br />

con la imparcialidad del<br />

sociólogo un rasgo que a los ojos<br />

del hombre aparece como defecto<br />

y no como virtud. De hecho,<br />

es el tono lúcidamente crítico<br />

que impregna toda la disertación<br />

sobre la Democracia lo que confiere<br />

a la obra su interés característico<br />

y su peculiaridad al análisis.<br />

Frente a las innumerables<br />

obras contemporáneas a Tocqueville,<br />

cuyo empeño oscila en-<br />

8 Tocqueville acaba de regresar de<br />

Sicilia en fecha indeterminada. En cualquier<br />

caso, ésta es posterior al 6 de abril<br />

de 1827. André Jardin, Alexis de Tocqueville,<br />

1805-1859, FCE, 1988, pág.<br />

62.<br />

68 CLAVES DE RAZÓN PRÁCTICA n Nº 85

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