JAVIER TUSELL - Prisa Revistas

Nº 85 n CLAVES DE RAZÓN PRÁCTICA
Francesa enarboló como divisa en su lucha
contra los privilegios de la nobleza: en adelante,
todos los ciudadanos gozarían de los
mismos derechos por el solo hecho de ser
miembros de la Humanidad. Pero, como
es sabido, una nueva estructura de clases
reemplaza a los estamentos del antiguo régimen
y la Igualdad se reduce a su dimensión
jurídico-legal. En adelante, los ciudadanos
serán teóricamente iguales ante la
ley, pero ese privilegio no incluye el derecho
a una satisfacción equivalente de sus
necesidades básicas, como la alimentación
o la sanidad. Los Derechos Humanos, en
general, se han interpretado desde esta óptica
formal y abstracta: este concepto se
vincula antes al derecho de habeas corpus o
al sufragio universal que al derecho de comer
todos los días, por ejemplo. Lo cual
no implica, por supuesto, desvalorizar el
paso histórico que significa este reconocimiento
si lo comparamos con las desigualdades
existentes en la antigüedad: aunque
idealizados por la abstracción, los Derechos
Humanos han tenido el mérito de
privar a las formas antiguas de dominación
de su legitimación en el orden de la naturaleza
o en la voluntad divina (recuérdese
la defensa aristotélica de la esclavitud y su
posterior justificación en las Sagradas Escrituras).
Y ya sabemos la importancia que
tienen las legitimaciones ideológicas en las
estructuras sociales 5 .
Este proceso se puede ilustrar más
claramente siguiendo la historia del concepto
de Libertad, una de las conquistas
básicas de la Modernidad. Se trata, en
efecto, de un concepto moderno en su
significación actual. Cuando la antigüedad
clásica o el Medievo hablan de libertad
no se están refiriendo, en general, a la
5 A. Klappenbach: Igualdad y diferencia en la
Filosofía Moral de Kant, CLAVES DE RAZÓN
PRÁCTICA, nº 46, octubre 1994.
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