JAVIER TUSELL - Prisa Revistas
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tione complementariamente lo global y lo<br />
local, precisa –incluso aceptando los criterios<br />
“gerencialistas” más limitados– una<br />
descentralización. Si todo el poder y todos<br />
los recursos se hallan en el centro, las<br />
periferias no podrán desarrollar sus capacidades<br />
y no sobrevivirán, o bien acabarán<br />
por “tomar” el centro. Por otra parte,<br />
es obvio que esa descentralización del poder<br />
queda implícitamente asociada a un<br />
reequilibrio de los recursos hacia criterios<br />
de mayor solidaridad.<br />
Para contestar a la pregunta de ¿qué<br />
hay después del capitalismo?, Heilbroner<br />
concluye que, para que el capitalismo logre<br />
superar su propio desorden, su salida<br />
apunta hacia<br />
“una sociedad cuyo modelo<br />
de cooperación no es la costumbre<br />
ni la tradición ni un mando<br />
centralizado ni la sumisión a las<br />
presiones e incentivos del mercado.<br />
Su principio integrador sería<br />
la participación, el compromiso<br />
de todos los ciudadanos en la<br />
determinación recíproca de cada<br />
fase de sus vidas económicas a través<br />
del debate y la votación” 47 .<br />
La conclusión de Heilbroner y otros<br />
autores tiene interés porque no surge de<br />
Nº 85 n CLAVES DE RAZÓN PRÁCTICA<br />
la voluntad de hallar un mundo mejor sino<br />
del resultado dialéctico que tiene salir<br />
del mundo en el que nos encontramos<br />
ahora. La tendencia hacia un modelo de<br />
sociedad civil basada en los derechos humanos<br />
se menciona ahora desde sectores<br />
del capitalismo menos caritativo. Hasta<br />
los chinos van a tener que aprobar esas<br />
pruebas de selectividad antes de inaugurar<br />
su imperio de mercado del siglo XXI. Lo<br />
curioso es que el capitalismo de participación<br />
se ha convertido en un punto de<br />
convergencia hacia el que, cada uno a su<br />
manera, se acercan los schumpeterianos,<br />
los marxistas, los entusiastas del “capitalismo<br />
popular” que hablan sin empacho<br />
de un “capitalismo progresista”, los comunitaristas<br />
–cristianos o no– y, desde luego,<br />
los socialistas liberales y algunos no tan liberales.<br />
En todo caso, este podría ser, por<br />
el momento, el debate de cierre acerca de<br />
la globalización y de sus consecuencias.<br />
Descartados tanto “la lucha final” como<br />
“el final de la historia”, y emplazados a<br />
47 Robert Heilbroner, El capitalismo del siglo<br />
XXI, pág. 118, Península, Barcelona, 1996.<br />
48 Riccardo Petrella, El bien común. Elogio de<br />
la solidaridad, págs. 129 y 147, Debate, Madrid,<br />
1997.<br />
JACINTO PÉREZ IRIARTE<br />
batirnos entre ideologías o entre civilizaciones,<br />
queda no obstante lo obvio: el<br />
gran torneo –global, con cien mil banderas<br />
locales– entre los capitalismos. En el<br />
peor de los casos, la depredación entre los<br />
depredadores. En el mejor de los casos,<br />
tocando el cielo con la punta de los dedos,<br />
la utopía de quienes proponen un<br />
“contrato social mundial” 48 , quizá la primera<br />
propuesta global para la primera generación<br />
planetaria. n<br />
Jacinto Pérez Iriarte es periodista.<br />
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