JAVIER TUSELL - Prisa Revistas
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va, la disolución, la confusión,<br />
el desencanto, la protesta, la<br />
huida, lo que caracteriza y constituye<br />
la cuarta dimensión de<br />
su enigmática época”, ha escrito<br />
Linos Politis refiriéndose a<br />
esta Trilogía. El historiador de<br />
la literatura griega moderna se<br />
preguntaba, al mismo tiempo,<br />
si en estos relatos fantásticos e<br />
inquietantes se contienen los<br />
mismos símbolos o apuntan,<br />
como en clave cifrada y mistérica,<br />
a diversos aspectos del<br />
mundo. Resulta difícil dar una<br />
respuesta clara a tal cuestión;<br />
los decorados y ambientes son<br />
distintos: una casa de vecinos<br />
en un barrio moderno de una<br />
ciudad como Salónica, un campo<br />
solitario y algo desolado en<br />
Tasos, con el mar al fondo, y<br />
un centro de instrucción paramilitar<br />
de reclutas angélicos (es<br />
decir, en un sentido literal, aspirantes<br />
a ángeles alados) situado<br />
en un asteroide yermo de<br />
nuestra galaxia no parecen tener<br />
mucho en común.<br />
Con todo, hay factores que<br />
se repiten dentro de tan variados<br />
escenarios: la soledad del protagonista<br />
fascinado por el avance<br />
furtivo de su prodigiosa planta,<br />
la angustiosa excursión de Tanos<br />
al pozo amenazador y oscuro,<br />
o la nostalgia del ángel (que<br />
intenta salvar en sus cartas imposibles<br />
sus recuerdos y su amor<br />
truncado, con su vana esperanza<br />
en su estelar destierro) tienen<br />
una oscura inquietud y una melancolía<br />
común. Remiten a un<br />
mundo donde la rutina puede<br />
ser permeada por lo maravilloso,<br />
pero sin un horizonte alegre al<br />
final del camino, solitario y sin<br />
grandes ilusiones.<br />
Esa soledad del protagonista<br />
está presentada con una cierta<br />
Nº 85 n CLAVES DE RAZÓN PRÁCTICA<br />
compasión irónica.<br />
Y con<br />
una dosis<br />
de humor compasivo. Tal vez<br />
hubieran podido comunicarse<br />
con alguien y salvarse por el<br />
amor. Pero sólo en la vida terrestre<br />
de Ángel Angelidis ha<br />
ocupado el amor un espacio importante.<br />
Y hasta tal punto que<br />
su historia se presenta como una<br />
larga carta de amor urgente y<br />
desesperado, que el novicio angélico<br />
escribe a una amada ya<br />
irrecuperable. Una carta que no<br />
habrá de enviar, y que resulta así<br />
sólo un testimonio absurdo de<br />
su nostalgia hacia el pasado terrestre<br />
y el amor perdido. Todas<br />
las historias se saldan en un fracaso:<br />
la feraz y ubicua planta<br />
acabará cercenada y erradicada;<br />
el pozo alcanzado con tanto esfuerzo<br />
no dará agua, pues sólo<br />
contiene fango y restos ruinosos,<br />
y le acarrea la muerte a<br />
quien se aventura, como el pobre<br />
Tanos, en el descenso; la correspondencia<br />
de y con los ángeles<br />
es un mero truco para desviar<br />
por un breve tiempo sus<br />
nostalgias de su vida pasada en la<br />
tierra. Ninguno de estos tres personajes<br />
tiene ínfulas heroicas.<br />
Son decididamente vulgares, y<br />
viven una existencia vulgar y<br />
muy limitada (incluso el recluta<br />
angélico no destaca por ninguna<br />
virtud especial) por cuanto que<br />
no pueden salirse de sus mediocres<br />
circunstancias. No tienen<br />
ideales nobles y apenas se ilusionan<br />
en una breve aventura: una<br />
planta robada, un pozo misterioso,<br />
un amor limitado por las<br />
trabas de la rutina burguesa. Sin<br />
embargo, hay un cierto halo de<br />
poesía en la narración de sus raras<br />
peripecias, en esa desgarrada<br />
atmósfera y en esa desnuda pro-<br />
sa de Vasilikós, que los redime<br />
en algo de su mediocridad, y<br />
suscita en torno a todos ellos<br />
una sensación peregrina y angustiosa,<br />
una compasión que<br />
nos oprime y envuelve, misteriosa<br />
y un tanto kafkiana.<br />
No hay que pasar por alto su<br />
peculiar humor, más que negro<br />
un tanto oscuro, humor siempre<br />
inquietante, mordaz alguna<br />
vez, que ayuda a mantener las<br />
distancias del lector frente al suceso,<br />
con un buen distanciamiento<br />
crítico, casi brechtiano<br />
alguna vez. De ahí la diversión<br />
de estos relatos, de ahí también<br />
su chispeante misterio. Kafka y<br />
Camus laten bajo esas inquietudes,<br />
pero hay además un cierto<br />
tono irónico y un desasosiego<br />
muy personales que se combinan<br />
en esos diálogos y esos<br />
paisajes diversos. ¿Hasta dónde<br />
esas peripecias extrañas y sorprendentes<br />
no son enigmáticos<br />
símbolos, taimadas cifras, de<br />
nuestros propios riesgos?<br />
Creo que la traducción ha<br />
mantenido bien ese fresco ritmo<br />
Vasili Vasilikós<br />
y esa sencilla dicción, encontrando<br />
un buen equivalente castellano<br />
de los distintos niveles<br />
del texto, cuando el habla se hace<br />
más coloquial o campesina.<br />
(En algún momento percibimos<br />
un ligero acento mexicano, especialmente<br />
en los coloquios,<br />
que de ningún modo desentona).<br />
Guadalupe Flores Riera ha<br />
logrado transportarlos con mucho<br />
esmero al castellano con toda<br />
viveza. Y parecen relatos escritos<br />
ayer, pues, como decíamos,<br />
esta literatura fantástica de<br />
tan sobrio estilo sabe conservarse<br />
ágil y joven. n<br />
Carlos Garcia Gual es catedrático de<br />
Filología griega y escritor. Autor de<br />
La antigüedad novelada y Diccionario<br />
de mitos.<br />
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