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JAVIER TUSELL - Prisa Revistas

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“Ser de la izquierda es, como ser de la derecha,<br />

una de las infinitas maneras que el hombre<br />

puede elegir para ser un imbécil: ambas, en efecto,<br />

son formas de la hemiplejía moral”.<br />

(José Ortega y Gasset)<br />

“La única garantía de paz interior en España<br />

es un centro fuerte que sirva a la vez de bloque<br />

de choque y de puente entre rojos y negros… No<br />

en vano se habla de la nave del Estado. Lo más<br />

avanzado de la nave, con lo que corta<br />

las aguas de la Historia es la proa. Y la proa<br />

no está ni a babor ni a estribor, sino<br />

en el centro. Estado sin centro, nave sin proa”.<br />

(Salvador de Madariaga)<br />

Hace no tanto tiempo las citas precedentes<br />

formaban parte del bagaje<br />

intelectual de un partido político<br />

español. De él ya desde más de media década<br />

no queda nada; tan sólo una cena<br />

anual de los ex ministros de los Gobiernos<br />

de aquella significación y un tardío banderín<br />

de enganche para el PP que su gestión<br />

de gobierno en muchos puntos ha<br />

desmentido. En su momento no fue fácil<br />

encontrar esas citas porque lo más habitual<br />

en la política española no ha sido la<br />

existencia de opciones de centro. A veces<br />

quienes las buscaban no eran afortunados<br />

y traían a colación las de algún insolvente,<br />

tan escaso era dónde elegir. En ocasiones<br />

las frases han tenido una larga fortuna.<br />

Por extraños vericuetos una de ellas, empleada<br />

en un Congreso de Unión de Centro<br />

Democrático (UCD), acabó en los labios<br />

del actual presidente del Gobierno,<br />

José María Aznar. Quizá los redactores de<br />

discursos no son tan abundantes.<br />

Pero la pretensión de que el Partido<br />

Popular (PP) sea de centro resulta, en<br />

gran parte, injustificada. Veremos por<br />

qué, y descubriremos que algunas de las<br />

razones que emplea la izquierda para afir-<br />

EL CENTRISMO DEL PP<br />

Un sendero incierto<br />

<strong>JAVIER</strong> <strong>TUSELL</strong><br />

marlo tampoco se corresponden exactamente<br />

con la realidad. El PP es, en su núcleo<br />

decisorio, la derecha; pero no una derecha<br />

nostálgica o autoritaria, sino otra<br />

muy distinta, en muchos sentidos mejor,<br />

pero en otros, al menos, francamente discutible.<br />

Esa tertulia de ex ministros jubilados<br />

se peleó a menudo en el pasado y sólo se<br />

ha reconciliado definitivamente por el<br />

procedimiento de quitarse cualquier culpa<br />

acerca del triste final de la opción política<br />

a la que pertenecieron. Además, suelen<br />

coincidir en que la opción con la que se<br />

identificaron en el pasado carece de sentido<br />

en la actualidad. Lo atribuyen a razones<br />

objetivas que coinciden con las personales,<br />

pero las primeras resultan las más<br />

discutibles. El panorama político español<br />

está centrado pero todavía son los votos<br />

de centro los que deciden en última instancia.<br />

A menudo, ante el espectáculo de<br />

la política, se siente una cierta añoranza<br />

por el hecho de que no exista esta opción<br />

de manera más clara. En la vida pública<br />

las resurrecciones de difuntos son imposibles,<br />

pero las enseñanzas del pasado no<br />

debieran serlo.<br />

Lo que fue el Centro<br />

Ya que hemos empezado por esos distinguidos<br />

ex ministros que una vez al año se<br />

reúnen a cenar procuremos preguntarnos<br />

acerca de lo que en su día significó UCD,<br />

que desempeñó un papel tan importante<br />

en la transición.<br />

Empecemos por intentar la definición<br />

en sentido negativo, es decir, tratando de<br />

determinar lo que la UCD no fue. A pesar<br />

de lo mucho que se dijo en su momento,<br />

no se trató tan sólo de un grupo personalista,<br />

definido por la adhesión a un líder y<br />

arropado por el ejercicio del poder. La mejor<br />

prueba de ello es que en las encuestas<br />

anteriores a la elección de 1977 la mayor<br />

parte de sus electores no pedían tan sólo<br />

un dirigente, sino también que tuviera un<br />

partido tras de sí. Pero la prensa crítica<br />

con respecto a UCD durante la transición<br />

–y quizá también respecto a esta misma<br />

operación histórica– se dedicó a ningunear<br />

a Suárez como mejor procedimiento<br />

para descalificar a su partido. Lo hicieron<br />

los antiguos portavoces del poder dictatorial<br />

como Emilio Romero (que le llegó a<br />

denominar “milagro de Santa Teresa” porque<br />

nadie, proveniente de Ávila, había llegado<br />

a tanto siendo tan poco), pero también<br />

las más brillantes y recientes estrellas<br />

mediáticas que sólo llegaron a descubrir<br />

sus méritos con el transcurso del tiempo.<br />

Suárez tenía limitaciones evidentes; y<br />

esta afirmación, tan frecuente en el pasado<br />

como inhabitual con el paso de los<br />

años, ha sido recogida incluso por sus<br />

propios colaboradores más cercanos.<br />

Quien le sucedió –Calvo Sotelo– ha llegado<br />

a escribir que tenía el “candoroso complejo<br />

del estudiante mediano”. Esas insuficiencias,<br />

que él mismo admitió en cualquier<br />

momento y que le sirvieron para<br />

cautivar a sus interlocutores, venían<br />

acompañadas también de sorprendentes<br />

virtudes. No sólo residían en determinadas<br />

habilidades que supo practicar durante<br />

un año fulgurante en que supo mantener<br />

suspenso el ánimo de los ciudadanos,<br />

eso que Maquiavelo considera rasgo esencial<br />

de cualquier príncipe. Lo importante<br />

no fue eso ni su capacidad para sortear las<br />

dificultades. Lo que quedará en el balance<br />

positivo de Suárez como personaje histórico<br />

son otras virtudes y capacidades de más<br />

enjundia, propias de un político democrático:<br />

talante liberal, capaz de establecer el<br />

diálogo con gentes de procedencia contraria;<br />

voluntad de guiarse por los intereses<br />

colectivos; conciencia humilde de lo que<br />

es el poder político; deseo de concordia<br />

que le llevaba sistemáticamente a evitar la<br />

confrontación gratuita; y voluntad tenaz<br />

de encontrar caminos de concordia. Todo<br />

2 CLAVES DE RAZÓN PRÁCTICA n Nº 85

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