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-¿Y por qué te ha pegado?<br />
-Por nada, taitay..., de malo, taitay.<br />
-Ayudante, tráigame usted al sargento Uribe.<br />
El gran mariscal don Antonio José de Sucre<br />
Y Sucre paseaba la habitación, murmurando:<br />
-¡Cobarde! ¡Indigno de haber combatido en Pichincha!<br />
Llegado el sargento le preguntó Sucre:<br />
-¿Por qué has cometido la vileza de maltratar a esta infeliz?<br />
-Mi general -contestó el sargento-, es mi mujer, la he sorprendido<br />
infraganti con un oficial, y me ha faltado valor para matarla.<br />
Sucre se volvió hacia su jefe de Estado Mayor, y le dijo al oído:<br />
-Coronel, indague usted el nombre de ese oficial, y delo de baja en el<br />
ejército.<br />
Acercose luego a la mujer, y la preguntó:<br />
-¿Es cierto lo que dice tu marido?<br />
-Celoso, taitay..., oficial abrazando..., yo no consintiendo...<br />
Sucre no pudo dejar de sonreírse; mas recobrando en breve su seriedad,<br />
dijo:<br />
-Desde hoy te está prohibida la entrada en el cuartel, y dentro de tres<br />
días te haré proporcionar bagajes parva que regreses a tu pueblo. El<br />
sargento Uribe ha muerto para ti, no lo olvides. Y usted, sargento, vaya<br />
arrestado por un mes, y sepa que un proverbio árabe dice que a la mujer no<br />
se le pega ni con una flor.<br />
El heroico Sucre murió asesinado en la montaña de Berruecos.<br />
La voz pública señaló como autor del crimen al coronel José María Obando,<br />
más tarde general y presidente de Colombia.<br />
—150<br />
Obando escribió artículo tras artículo y publicó <strong>libro</strong> tras <strong>libro</strong><br />
rechazando toda responsabilidad. Tarea estéril. La opinión proseguía<br />
acusándolo. A los veinte años ésta empezó a callar fatigada; pero la<br />
Providencia se hizo acusadora. ¿Cómo? Lean ustedes.<br />
En 1860 Obando cayó gravemente herido en el combate de la Cruz Verde; y<br />
como si la Providencia hubiera querido tomar también parte en el proceso<br />
histórico, el único sacerdote que la casualidad proporcionó en el campo de<br />
batalla para confesar y absolver al moribundo, se llamaba Antonio José de<br />
Sucre, como su tío el Gran Mariscal de Ayacucho.<br />
Otra fatal y curiosa coincidencia. De las letras de que se compone el<br />
apellido Obando y de Cruz Verde, sitio donde aquél murió, la malicia<br />
humana sacó un anagrama terriblemente acusador.<br />
De Obando y de Cruz Verde, con dos ligeras incorrecciones ortográficas,<br />
resulta Bandido de Berruecos.<br />
¡Oh, Providencia!