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-¿Y por qué no? De menos hizo Dios a Cañete -concluyó el compañero.<br />

Y desde ese día nadie volvió a ver en Lima ni a Ambrosio el Inglés ni a<br />

Juanito el Montañés.<br />

II<br />

—108<br />

El 6 de junio de 1796 fue día de fiesta solemnísima en Lima, como que en<br />

él se realizó la entrada del excelentísimo señor don Ambrosio O'Higgins,<br />

marqués de Osorno y virrey del Perú, conocido en la historia patria con el<br />

mote de El virrey inglés. Quien pormenores biográficos conocer quiera<br />

sobre este personaje y su rápido encumbramiento, búsquelos en nuestra<br />

tradición titulada ¡A la cárcel todo Cristo!<br />

Dice Perpetuo Antañón (y mucho de esto también cuenta en su <strong>libro</strong> el<br />

viajero Stevenson) que tan luego como las campanas de la catedral<br />

anunciaron que el nuevo virrey entraba en el palacio de Pizarro, salió del<br />

de Toribio de Mogrovejo una magnífica carroza arrastrada por seis robustas<br />

mulas piuranas, negras retintas, conduciendo al ilustrísimo señor don Juan<br />

Domingo González de la Reguera, caballero gran cruz de Carlos III y<br />

decimosexto arzobispo de Lima, a hacer la visita de etiqueta al<br />

representante del monarca. Cuando el venerable prelado se adelantaba a<br />

saludarle, descendió el virrey del solio, avanzó a su encuentro y le<br />

tendió los brazos, en los que se arrojó el arzobispo, quedándose largo<br />

rato tiernamente estrechados con gran asombro de los circunstantes.<br />

Mientras así se tenían, un oidor que estaba cercano diz que oyó, a fuer de<br />

buen oidor, que se cambiaron en voz bajísima estas palabras:<br />

-¡Juanito! ¡Quién nos dijera!...<br />

-¡Ambrosio! Te lo dije... De menos hizo Dios a Cañete.<br />

El pleito de los pulperos<br />

Algo a que no di por entonces importancia contome cuando era estudiante<br />

(porque han de saber ustedes que, aunque lo disimule mucho, yo he<br />

estudiado) un viejo grandísimo cuentero, sobre un ruidoso litigio que<br />

tuvieron los pulperos de Lima con el Cabildo de la ciudad por los años de<br />

1791 a 1797. Pero registrando ayer uno de los tomos de manuscritos de la<br />

<strong>Biblioteca</strong> Nacional, heme encontrado con el expediente auténtico, que<br />

aunque falto de páginas, conserva las precisas para justificar mi relato.<br />

En septiembre de 1791 se presentó por escrito ante el Cabildo Juan<br />

Carabajal, natural de los reinos de España, solicitando que para<br />

beneficiar —109a la República (sic), y beneficiarse él, agrego yo,<br />

se le permitiese poner en la plaza Mayor una barraca o recoba de madera,<br />

de seis varas en cuadro y montada sobre ruedas, para vender en la noche

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