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descargar libro - Biblioteca Virtual Universal

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pleitea no logra canas ni quijadas sanas. Más apaga buena palabra que<br />

caldos de agua, y a las querellas hay que decirles: marmolejo, aquí te<br />

hallé y aquí te dejo. A la mar, a la mar, chirlos mirlos a buscar; que<br />

pato, ganso y ansarón, tres cosas suenan y una son. No hay para qué<br />

tentarle el pulso al gato ni meterse en cosas de justicia, que ella es<br />

como mi compadre el del molejón, que a quien quiere amuela y a quien no<br />

quiere non. Quieta tú, Manonga Pérez, que te pareces a Daroca la loca,<br />

grande cerco y villa poca, o al sonso Tinoco, mucha fachada y seso poco.<br />

Y aproximándose a Veremunda le dijo muy a la oreja: «Dios te salve, vida y<br />

dulzura, que tuyo soy con todas mis coyunturas.<br />

»¡Salero, viva lo tuyo!<br />

¡Salero, viva mi amor!<br />

Salero, viva la madre,<br />

la madre que te parió».<br />

El alguacil mayor de rastros y mercados era de los que dicen: ciertas<br />

frutas en adviento, los sermones en el templo y la mujer en todo tiempo.<br />

-Bueno, bueno, bueno -contestó la rapaza-: mas guarde Dios mi burra de tu<br />

centeno, que aquí y en la Magdalena, hijito, el que no trae no cena.<br />

-¿No tiene toca y pide arqueta, la dargadandeta? Anda, conciencia de<br />

Puertoalegre, que vendes gato por liebre.<br />

Y la china, que no era de las que se muerden la lengua, sino muy criolla y<br />

decidora, repuso poniéndose las manos en la cintura como asas de jarra<br />

filipina:<br />

-¿Cómo te va, Mendo? Ni llorando ni riendo. Rebuzno de asno sin pelo, no<br />

llega al cielo; y sin pedernal y estrego, ni salta chispa ni brotafuego.<br />

-Con la que lo dices, lo atices, grandísima arrastrada; que ya dirá la<br />

gata al unto, te barrunté y te barrunto.<br />

Y el alguacil mayor se alejó, murmurando:<br />

-Coces de yegua, amor para el rocín. ¡Santa Librada! ¿Si será la salida<br />

como la entrada?<br />

Paréceme que los refranes de don Melchor Gaspar tenían para la chusma más<br />

elocuencia que todos los discursos y catilinarias de Demóstenes —75y<br />

Cicerón; porque se apaciguaron los ánimos, cesaron las hostilidades y hubo<br />

formal armisticio entre camaroneras y pescadoras.<br />

IV<br />

¿Cómo se las compuso el procurador general de los naturales para que los<br />

decretos de cuatro virreyes dejasen de ser, como hasta entonces, letra<br />

muerta? No sabré decirlo. Lo que sé es que a la vista tengo la siguiente

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