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—102<br />
V<br />
Conclusión<br />
Minuciosa investigación hemos hecho por averiguar si antes de 1747 se<br />
designó con el nombre de chalacos a los vecinos del puerto. Ni en <strong>libro</strong> ni<br />
en documento alguno hemos hallado escrita tal palabra, sino con<br />
posterioridad al año del famoso terremoto, lo que hasta cierto punto es<br />
argumento contra la creencia de que chalaco es corrupción de la voz<br />
indígena challahaque (hombre de la costa).<br />
Para la construcción del actual Callao, por ruina del antiguo a<br />
consecuencia del terremoto e inundación de 1746, se emplearon, en calidad<br />
de peones y albañiles, negros esclavos de la tribu o cofradías de los<br />
chalas. Dícese que los limeños, para burlarse de los nuevos pobladores del<br />
puerto, dieron en llamarlos chalas chalacos. Este origen no pasa de ser<br />
una tradición o conseja popular, y por lo tanto no puede ser considerado<br />
seriamente.<br />
Y como no sé más, en relación con las voces callao y chalaco, ni he de<br />
echarme por los espacios de la fantasía a rebuscar orígenes, pongo punto<br />
final a estos renglones.<br />
Un alcalde que sabía dónde le ajustaba el zapato<br />
Con este título escribió mi amigo y colega Perpetuo Antañón una tradición<br />
lindísima, que yo me he propuesto contar también a mi manera, si bien<br />
digan que en ello hago mala obra al verdadero padre. Pero el asunto es tan<br />
bonito, que ¡vamos! mi <strong>libro</strong> no puedo pasarse sin él. Mil perdones,<br />
camarada, porque me echo gentilmente a merodear en su propiedad.<br />
Por los años de 1756 era virrey del Perú el conde de Superunda; oidor de<br />
la Real Audiencia de Lima don Gregorio Núñez de Rojas, y alcalde de este<br />
Cabildo don Juan Antonio de Palomares y de la Vega, Fernández de Córdova y<br />
Pérez de lo Ríos, vizconde y preboste de San Donás, barón de Urpín y señor<br />
de Verdalla, en los reinos de Irlanda, mozo gallardo, rico, afable y<br />
rumboso, condiciones que lo hacían muy querido y popular en la ciudad.<br />
En cuanto a su señoría el oidor Núñez de Rojas, era un viejo más feo<br />
—104que un calambre, solterón y antipático. Vivía este señor en la<br />
calle que el pueblo conoce por la de Núñez y que ¡injusticia populachera!<br />
debía llamarse calle de Olavide, pues casa tuvo en ella el egregio limeño<br />
de este apellido.