13.05.2013 Views

(Ripley 01) El talento de Mr. Ripley (a pleno Sol)(c.1)

(Ripley 01) El talento de Mr. Ripley (a pleno Sol)(c.1)

(Ripley 01) El talento de Mr. Ripley (a pleno Sol)(c.1)

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

18<br />

Lo primero que le vino en mente al <strong>de</strong>spertarse fue Marge. Cogió el teléfono y preguntó si la muchacha había llamado durante la noche. Le dijeron que no. Le<br />

asaltó la inquietante sospecha <strong>de</strong> que Marge ya se hallaba camino <strong>de</strong> Roma. Saltó disparado <strong>de</strong> la cama y luego, mientras se aseaba, la sospecha se esfumó y empezó a<br />

preguntarse por qué se preocupaba tanto por Marge, a la que siempre había sabido manejar. De todos modos, era imposible que llegase antes <strong>de</strong> las cinco o <strong>de</strong> las<br />

seis <strong>de</strong> la tar<strong>de</strong>, porque el primer autobús <strong>de</strong> Mongibello no partía hasta el mediodía y era muy poco probable que la muchacha alquilase un taxi para ir a Nápoles.<br />

Pensó que quizá podría salir <strong>de</strong> Roma aquella misma mañana. A las diez llamaría a la policía para saberlo.<br />

Encargó que le subieran caffè latte y bollos a la habitación junto con los periódicos <strong>de</strong> la mañana. Resultaba raro, pero en ninguno <strong>de</strong> ellos se hablaba <strong>de</strong>l caso<br />

Miles y <strong>de</strong> la lancha encontrada en San Remo y la ausencia <strong>de</strong> noticias le hizo sentir miedo, un miedo igual al <strong>de</strong> la noche anterior, cuando imaginó ver a Dickie en la<br />

habitación. Arrojó los periódicos lejos <strong>de</strong> sí.<br />

Sonó el teléfono y, obedientemente, Tom se dirigió a contestarlo, convencido <strong>de</strong> que sería Marge o la policía.<br />

—Pronto?<br />

—Pronto. Hay dos signori <strong>de</strong> la policía que preguntan por usted, signore . Están en el vestíbulo.<br />

—Muy bien. Haga el favor <strong>de</strong> <strong>de</strong>cirles que suban.<br />

Al cabo <strong>de</strong> un minuto oyó pasos sobre la alfombra <strong>de</strong>l pasillo. Era el mismo oficial <strong>de</strong>l día anterior, pero esta vez le acompañaba otro subordinado, también más<br />

joven que él.<br />

—Buon giorno —dijo el oficial, con su acostumbrada inclinación <strong>de</strong> cabeza.<br />

—Buon giorno —contestó Tom—. ¿Han averiguado algo nuevo?<br />

—No —contestó el policía, con cierto tono <strong>de</strong> interrogación. Aceptó la silla que le acercó Tom y abrió su cartera <strong>de</strong> cuero marrón.<br />

—Ha surgido otro asunto. Usted es también amigo <strong>de</strong>l americano llamado Thomas <strong>Ripley</strong>, ¿verdad?<br />

—Sí —dijo Tom.<br />

—¿Sabe dón<strong>de</strong> se encuentra?<br />

—Creo que regresó a América hará cosa <strong>de</strong> un mes.<br />

<strong>El</strong> oficial consultó su papel.<br />

—Entiendo. Eso tendrá que confirmárnoslo el Departamento <strong>de</strong> Información <strong>de</strong> los Estados Unidos. Verá, es que estamos intentando localizar al tal Thomas<br />

<strong>Ripley</strong>. Sospechamos que pue<strong>de</strong> haber muerto.<br />

—¿Muerto? ¿Por qué?<br />

<strong>El</strong> policía apretaba suavemente los labios, semiocultos bajo su espeso bigote, entre una frase y la siguiente, lo que le daba el <strong>de</strong> estar sonriendo. <strong>El</strong> gesto ya había<br />

<strong>de</strong>sconcertado a Tom el día antes.<br />

—Estuvo usted con él en San Remo, el pasado mes <strong>de</strong> noviembre, ¿no es así?<br />

Comprendió que habían indagado en los hoteles.<br />

—En efecto.<br />

—¿Dón<strong>de</strong> le vio por última vez? ¿Fue en San Remo?<br />

—No. Volví a verle en Roma.<br />

Tom acababa <strong>de</strong> acordarse <strong>de</strong> que Marge sabía que él había regresado a Roma al irse <strong>de</strong> Mongibello <strong>de</strong>finitivamente. Él le había dicho que se iba a Roma para<br />

ayudar a Dickie a instalarse.<br />

—¿Cuándo le vio por última vez?<br />

—No sé si podré darle la fecha exacta. Me parece que fue hace dos meses, más o menos. Creo que luego me mandó una postal <strong>de</strong>s<strong>de</strong> Génova... sí, creo que fue<br />

<strong>de</strong>s<strong>de</strong> Génova. Me <strong>de</strong>cía que regresaba a los Estados Unidos.<br />

—¿No está seguro?<br />

—Sé que la recibí, sí —dijo Tom—. ¿Qué les hace sospechar que haya muerto?<br />

<strong>El</strong> policía contempló su papel con cara <strong>de</strong> duda. Tom miró <strong>de</strong> reojo al más joven <strong>de</strong> los dos agentes, que estaba apoyado en el escritorio con los brazos cruzados<br />

mirándole <strong>de</strong> una manera fija e impersonal.<br />

—Cuando estuvo en San Remo con Thomas <strong>Ripley</strong>, ¿alquilaron una lancha juntos?<br />

—¿Una lancha? ¿Dón<strong>de</strong>?<br />

—En el puerto. ¿Acaso fue para dar un paseo por el mismo puerto? —preguntó el policía con voz sosegada, mirando a Tom.<br />

—Me parece que sí. Sí, ahora me acuerdo. ¿Por qué?<br />

—Pues porque se ha encontrado una lancha hundida y con unas manchas que podrían ser <strong>de</strong> sangre. Se dio por perdida el veinticinco <strong>de</strong> noviembre. Es <strong>de</strong>cir, no<br />

fue <strong>de</strong>vuelta al embarca<strong>de</strong>ro don<strong>de</strong> la alquilaron. <strong>El</strong> veinticinco <strong>de</strong> noviembre fue el día en que usted estuvo en San Remo con el signore <strong>Ripley</strong>.<br />

Los ojos <strong>de</strong> los dos policías estaban clavados en él, sin apartarse con una expresión que ofendió a Tom por su misma falta <strong>de</strong> malicia. Le pareció falsa. Pero hizo<br />

un tremendo esfuerzo para comportarse como <strong>de</strong>bía. Se veía a sí mismo igual que si se tratara <strong>de</strong> otra persona que estuviese contemplando la escena. Rectificó incluso<br />

su postura, apoyando una mano en el poste <strong>de</strong> la cama para darle un aire más <strong>de</strong>spreocupado.<br />

—Pero si no sucedió nada en la lancha. No tuvimos ningún acci<strong>de</strong>nte.<br />

—¿Y <strong>de</strong>volvieron la lancha?<br />

—¡Por supuesto!<br />

<strong>El</strong> policía seguía observándole atentamente.<br />

—No hemos encontrado el nombre <strong>de</strong>l signore <strong>Ripley</strong> inscrito en ningún hotel <strong>de</strong>spués <strong>de</strong>l veinticinco <strong>de</strong> noviembre.<br />

—¿De veras? ¿Cuánto llevan buscándole?<br />

—No lo bastante para haber investigado en todos los pueblos y pueblecitos <strong>de</strong>l país, pero hemos hecho indagaciones en los hoteles <strong>de</strong> las principales ciuda<strong>de</strong>s.<br />

Sabemos que se inscribió usted en el Hassler <strong>de</strong>l veintiocho al treinta <strong>de</strong> noviembre, y luego...<br />

—Tom no vino conmigo a Roma... Me refiero al signore <strong>Ripley</strong>. Se fue a Mongibello por aquellas fechas y pasó allí un par <strong>de</strong> días.<br />

—¿Dón<strong>de</strong> se alojó cuando vino a Roma?<br />

—En algún hotel <strong>de</strong> segunda, pero no recuerdo exactamente en cuál. No fui a visitarle.

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!