13.05.2013 Views

(Ripley 01) El talento de Mr. Ripley (a pleno Sol)(c.1)

(Ripley 01) El talento de Mr. Ripley (a pleno Sol)(c.1)

(Ripley 01) El talento de Mr. Ripley (a pleno Sol)(c.1)

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

—Así es.<br />

—Entonces tomaré uno.<br />

Tom hizo el encargo.<br />

McCarron le miró, sonriendo aviesamente. Tom se imaginó tres o cuatro formas <strong>de</strong> empezar la acusación:<br />

«Usted mató a Richard, ¿no es cierto? Lo <strong>de</strong> los anillos es ya <strong>de</strong>masiado, ¿no le parece?», o bien: «Hábleme <strong>de</strong> la lancha <strong>de</strong> San Remo, míster <strong>Ripley</strong>, sin omitir<br />

ningún <strong>de</strong>talle»; o tal vez se limitaría a ir exponiendo sus conclusiones tranquilamente: «¿Dón<strong>de</strong> estaba usted el quince <strong>de</strong> febrero, cuando Richard <strong>de</strong>sembarcó en...<br />

Nápoles? De acuerdo, ¿pero dón<strong>de</strong> vivía usted por aquel entonces? ¿Dón<strong>de</strong> vivía en enero, por ejemplo?.. ¿Pue<strong>de</strong> probarlo?»<br />

McCarron no <strong>de</strong>cía absolutamente nada, sólo se miraba las manos regor<strong>de</strong>tas, sonriendo débilmente, como si le hubiese sido tan absurdamente fácil <strong>de</strong>scifrar el<br />

embrollo que casi le daba vergüenza expresar sus conclusiones <strong>de</strong> palabra.<br />

En una mesa cercana, cuatro italianos parloteaban como loros y soltaban gran<strong>de</strong>s risotadas. Tom sintió <strong>de</strong>seos <strong>de</strong> alejarse <strong>de</strong> ellos, pero permaneció inmóvil en su<br />

silla, preparándose para lo que iba a venir hasta que la tensión a que se estaba sometiendo a sí mismo se convirtió en una actitud <strong>de</strong> <strong>de</strong>safío. Se oyó <strong>de</strong>cir a sí mismo,<br />

con una voz que reflejaba una tranquilidad increíble:<br />

—¿Tuvo suficiente tiempo para hablar con el tenente Roverini al pasar por Roma?<br />

Y mientras formulaba la pregunta comprendió que lo hacía con un motivo concreto: averiguar si McCarron estaba al corriente <strong>de</strong>l asunto <strong>de</strong> la lancha <strong>de</strong> San<br />

Remo.<br />

—No, no me fue posible —contestó McCarron—. Me pasaron recado <strong>de</strong> que míster Greenleaf iría a Roma hoy, pero llegué tan anticipadamente que <strong>de</strong>cidí venir<br />

aquí para verle... y, <strong>de</strong> paso, hablar con usted también.<br />

McCarron bajó la vista sobre sus papeles.<br />

—¿Qué clase <strong>de</strong> hombre es Richard? ¿Cómo le <strong>de</strong>scribiría usted, refiriéndose a su personalidad?<br />

Tal vez McCarron ya había empezado a recorrer la senda que le llevaría a formular su acusación, y trataba <strong>de</strong> hacerse con más pruebas basándose en las palabras<br />

que Tom utilizase para <strong>de</strong>scribir a Richard. O tal vez lo único que pretendía era obtener la opinión objetiva que los padres <strong>de</strong> Dickie no podían proporcionarle.<br />

—Quería ser pintor —empezó a <strong>de</strong>cir Tom—, aunque sabía que nunca llegaría a ser un buen pintor. Se esforzaba en aparentar que eso no le importaba, que su<br />

vida era feliz y que la vivía exactamente tal como la tenía planeada...<br />

Tom se hume<strong>de</strong>ció los labios.<br />

—Pero creo que la vida que llevaba estaba empezando a pesarle. Su padre no la aprobaba, como probablemente ya sabrá usted. A<strong>de</strong>más, Dickie se había<br />

metido en una situación embarazosa con respecto a Marge.<br />

—¿Qué quiere <strong>de</strong>cir?<br />

—Marge estaba enamorada <strong>de</strong> él, pero él no lo estaba <strong>de</strong> la muchacha, aunque la veía tan asiduamente en Mongibello que ella no podía más que darse falsas<br />

esperanzas...<br />

Tom se daba cuenta <strong>de</strong> que empezaba a pisar tierra firme, pero siguió fingiendo que le costaba expresarse.<br />

—A <strong>de</strong>cir verdad, nunca llegó a hablar <strong>de</strong> ello conmigo. Siempre hablaba en términos muy elogiosos con respecto a Marge. Sentía un gran afecto por ella, pero<br />

cualquiera podía ver... Marge incluida... que nunca llegaría a casarse con ella. Pero Marge jamás abandonó la esperanza. Creo que fue por eso principalmente por lo<br />

que Dickie se fue <strong>de</strong> Mongibello.<br />

McCarron parecía estar escuchándole paciente y comprensivamente.<br />

—¿Qué quiere <strong>de</strong>cir con eso <strong>de</strong> que nunca abandonó la esperanza? ¿Qué hizo ella?<br />

Tom aguardó a que el camarero <strong>de</strong>jase las dos espumosas tazas <strong>de</strong> cappuccino y colocase la nota <strong>de</strong>l importe <strong>de</strong>bajo <strong>de</strong>l azucarero.<br />

—Pues no <strong>de</strong>jó <strong>de</strong> escribirle, pidiéndole verse, pero al mismo tiempo con mucho tacto, <strong>de</strong> eso estoy seguro, para no entrometerse en su ansiada soledad. Todo<br />

esto me lo contó él en Roma. Me dijo que, tras el asesinato <strong>de</strong> Miles, no estaba <strong>de</strong> humor para ver a Marge y que se temía que ella, al enterarse <strong>de</strong>l lío en que Dickie<br />

andaba metido, se presentara en Roma.<br />

—Según usted, ¿por qué estaba inquieto <strong>de</strong>spués <strong>de</strong>l asesinato <strong>de</strong> Miles?<br />

McCarron bebió un sorbo e hizo una mueca porque la bebida quemaba o tenía un sabor <strong>de</strong>masiado amargo. Metió la cucharilla en la taza y empezó a darle<br />

vueltas. Tom le explicó que Dickie y Freddie habían sido muy buenos amigos y que el asesinato <strong>de</strong> Freddie fue poco <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> salir <strong>de</strong> casa <strong>de</strong> Dickie, escasos<br />

minutos <strong>de</strong>spués.<br />

—¿Cree que tal vez fue Richard quien mató a Freddie? —preguntó McCarron en voz baja.<br />

—No, no lo creo.<br />

—¿Por qué?<br />

—Porque no tenía ningún motivo para matarle... al menos ningún motivo que yo sepa.<br />

—La gente suele <strong>de</strong>cir que Fulanito o Menganito no era capaz <strong>de</strong> matar a nadie —comentó McCarron—. ¿A usted le parece que Richard era el tipo <strong>de</strong> hombre<br />

capaz <strong>de</strong> convertirse en un asesino?<br />

Tom titubeó, buscando sinceramente la verdad.<br />

—Nunca pensé en ello. No sé cómo son las personas capaces <strong>de</strong> matar a alguien. Le he visto furioso...<br />

—¿Cuándo?<br />

Tom le <strong>de</strong>scribió los dos días en Roma, cuando, según dijo, Dickie estaba furioso y <strong>de</strong>cepcionado a causa <strong>de</strong> las preguntas que le estaba haciendo la policía,<br />

llegando a irse <strong>de</strong> su apartamento para no recibir llamadas telefónicas <strong>de</strong> sus amigos y <strong>de</strong> <strong>de</strong>sconocidos. Tom lo relacionó con la creciente frustración que se estaba<br />

apo<strong>de</strong>rando <strong>de</strong> Dickie a causa <strong>de</strong> sus escasos progresos en la pintura. Tom pintó a Dickie como un muchacho tozudo y orgulloso, temeroso <strong>de</strong> su padre y, por en<strong>de</strong>,<br />

empeñado en llevarle la contraria; un muchacho inestable que se mostraba generoso con los <strong>de</strong>sconocidos y también con sus amigos, pero que era presa <strong>de</strong> frecuentes<br />

cambios <strong>de</strong> humor que le hacían pasar <strong>de</strong> la sociabilidad al retraimiento más exagerado. Resumió su <strong>de</strong>scripción <strong>de</strong>l carácter <strong>de</strong> Dickie diciendo que era un muchacho<br />

<strong>de</strong> lo más corriente a quien le gustaba creerse extraordinario.<br />

—Si se suicidó —dijo finalmente Tom—, creo que fue por haberse dado cuenta <strong>de</strong> sus propios fracasos y limitaciones. Me resulta mucho más fácil imaginármelo<br />

como suicida que como asesino.<br />

—Pero yo no estoy completamente seguro <strong>de</strong> que no asesinase a Freddie Miles, ¿y usted?<br />

McCarron era sincero, <strong>de</strong> eso Tom estaba seguro. Incluso esperaba que Tom <strong>de</strong>fendiera a Dickie, porque habían sido amigos. Tom se sintió libre <strong>de</strong>l terror que<br />

le atenazaba, pero sólo libre en parte, igual que si se tratase <strong>de</strong> algo que iba <strong>de</strong>rritiéndose lentamente en su interior.<br />

—No puedo <strong>de</strong>cirlo con certeza —dijo Tom—, pero no creo que lo hiciese.<br />

—Tampoco yo estoy seguro. Pero sin duda eso explicaría muchas cosas, ¿no le parece?<br />

—Sí —contestó Tom—. Lo explicaría todo.

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!