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(Ripley 01) El talento de Mr. Ripley (a pleno Sol)(c.1)

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20<br />

Pasaron cinco días, tranquilos y solitarios pero muy agradables, Tom se <strong>de</strong>dicó a callejear, <strong>de</strong>teniéndose aquí y allí para pasarse una hora en un café o en un<br />

restaurante, leyendo sus guías <strong>de</strong> viaje y los periódicos. Un día muy <strong>de</strong>sapacible alquiló una carrozza y se trasladó a Monte Pelligrino para visitar la fantástica tumba <strong>de</strong><br />

Santa Rosalía, la patrona <strong>de</strong> Palermo. Había una famosa estatua <strong>de</strong> la santa —<strong>de</strong> la que, en Roma, Tom había visto algunas reproducciones— en <strong>pleno</strong> éxtasis, aunque<br />

seguramente un psiquiatra lo hubiese llamado <strong>de</strong> otro modo. La tumba le hizo una gracia tremenda, sin po<strong>de</strong>r apenas contener la risa al ver la estatua: el cuerpo<br />

recostado, exuberante y femenino, las manos en actitud <strong>de</strong> buscar algo a tientas, los ojos en blanco, la boca entreabierta. Sólo faltaban los efectos sonoros que imitasen<br />

un ja<strong>de</strong>o. Pensó en Marge. Visitó un palacio bizantino, la biblioteca <strong>de</strong> Palermo, con sus pinturas y sus antiquísimos manuscritos conservados en vitrinas, y <strong>de</strong>spués<br />

estudió la formación <strong>de</strong>l puerto, que su guía <strong>de</strong> viaje mostraba mediante un meticuloso diagrama. Trazó un boceto <strong>de</strong> una pintura <strong>de</strong> Guido Reni, sin ningún propósito<br />

concreto, y se aprendió <strong>de</strong> memoria una larga cita <strong>de</strong> Tasso que aparecía en la fachada <strong>de</strong> un edificio público. Escribió a Bob Delancey y a Cleo, en Nueva York, a<br />

ésta una larga carta <strong>de</strong>scribiéndole sus viajes, sus diversiones y sus variopintos conocidos con el mismo ardor <strong>de</strong> un Marco Polo <strong>de</strong>scribiendo sus viajes por China.<br />

Pero se sentía solo. No era la sensación <strong>de</strong> estar solo sin sentirse tal cosa, como en París. Se había imaginado que iba a hacerse con un amplio círculo <strong>de</strong> nuevos<br />

amigos, con los que empezaría una nueva vida, llena <strong>de</strong> costumbres, pensamientos y sensaciones distintas a las <strong>de</strong> antes, y, por supuesto, mejores. Pero empezaba a<br />

compren<strong>de</strong>r que eso no era posible, que siempre tendría que mantenerse alejado <strong>de</strong> la gente. Tal vez las costumbres y las sensaciones nuevas las conseguiría, pero<br />

jamás lograría forjarse un nuevo círculo <strong>de</strong> amista<strong>de</strong>s... a no ser que se marchase a Estambul o a Ceilán, aunque no se sentía muy atraído por la clase <strong>de</strong> gente que en<br />

tales ciuda<strong>de</strong>s podía frecuentar. Estaba solo jugando a algo para lo que la soledad era necesaria. Precisamente, el peligro, la mayor parte <strong>de</strong>l peligro, lo constituían las<br />

personas con quienes podía entablar amistad. Si se veía obligado a vagar por el mundo completamente solo, tanto mejor, ya que menores serían las posibilida<strong>de</strong>s <strong>de</strong> ser<br />

<strong>de</strong>scubierto. Eso no <strong>de</strong>jaba <strong>de</strong> ser una forma optimista <strong>de</strong> enfocar el asunto, <strong>de</strong> modo que se sintió mejor por haberlo pensado.<br />

Modificó ligeramente su modo <strong>de</strong> comportarse, para que estuviese más en consonancia con alguien que observaba la vida <strong>de</strong>s<strong>de</strong> cierta distancia. Todavía se<br />

mostraba cortés y sonreía a todo el mundo, a la gente que le pedía prestado el periódico en el restaurante, a los empleados <strong>de</strong>l hotel., pero adoptaba una actitud un<br />

tanto más altanera, y cuando hablaba no lo hacía con la locuacidad <strong>de</strong> antaño. <strong>El</strong> cambio le gustaba porque le permitía hacerse la i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> que era un joven que acababa<br />

<strong>de</strong> sufrir un serio <strong>de</strong>sengaño sentimental o cualquier otra clase <strong>de</strong> <strong>de</strong>sastre emocional y que trataba <strong>de</strong> reponerse corno correspondía a una persona civilizada: visitando<br />

uno <strong>de</strong> los parajes más bellos <strong>de</strong> la tierra.<br />

Eso le hizo pensar en Capri. <strong>El</strong> tiempo seguía siendo atroz, pero Capri era Italia y lo poco que <strong>de</strong> él había visto, en compañía <strong>de</strong> Dickie, no había servido sino<br />

para estimularle el apetito. Se preguntó si <strong>de</strong>bía esperar hasta el verano y mientras mantener a la policía lejos <strong>de</strong> sí. Pero más que Grecia con su Acrópolis, lo que le<br />

hacía falta era pasar unas buenas vacaciones en Capri y, por una vez, mandar la cultura a paseo. Recordaba haber leído algo sobre el invierno en Capri: viento, lluvia y<br />

soledad. Pero seguía siendo Capri pese a todo, el mismo Capri don<strong>de</strong> había residido Tiberio. La plaza seguía siendo la misma, sin gente, pero sin que hubiese<br />

cambiado uno solo <strong>de</strong> los guijarros <strong>de</strong>l empedrado. Se le ocurrió que podía ir allí aquel mismo día y apretó el paso en dirección al hotel. La ausencia <strong>de</strong> turistas no<br />

menguaba las posibilida<strong>de</strong>s <strong>de</strong> la Costa Azul y probablemente habría servicio aéreo con Capri. Había oído <strong>de</strong>cir que había una línea <strong>de</strong> hidroaviones entre Nápoles y<br />

Capri, y se dijo que, si el servicio no funcionaba en febrero, fletaría uno para él solo. Al fin y al cabo, el dinero <strong>de</strong> algo servía.<br />

—Buon giorno! Come sta? —dijo al empleado <strong>de</strong>l mostrador, sonriéndole—. Hay carta para usted, signore. Urgentissimo —dijo el empleado <strong>de</strong>volviéndole<br />

la sonrisa.<br />

Era <strong>de</strong>l banco <strong>de</strong> Dickie en Nápoles. Dentro <strong>de</strong>l sobre había otro, más pequeño, remitido por la compañía fi<strong>de</strong>icomisaria <strong>de</strong> Nueva York. Tom leyó primero la<br />

carta <strong>de</strong>l banco napolitano:<br />

10 <strong>de</strong> febrero <strong>de</strong> 19...<br />

Muy señor nuestro:<br />

Nos llama la atención la Wen<strong>de</strong>ll Trust Company <strong>de</strong> Nueva York sobre ciertas dudas con respecto a su firma en el recibo <strong>de</strong> la remesa <strong>de</strong><br />

quinientos dólares correspondiente al pasado mes <strong>de</strong> enero. Según parece, las dudas son acerca <strong>de</strong> la autenticidad <strong>de</strong> dicha firma. Nos apresuramos a<br />

ponerlo en su conocimiento con el fin <strong>de</strong> po<strong>de</strong>r dar los pasos necesarios en este sentido.<br />

Nos ha parecido conveniente informar <strong>de</strong>l hecho a la policía, pero esperamos que usted se sirva confirmamos la opinión <strong>de</strong> nuestro Inspector <strong>de</strong><br />

Firmas y <strong>de</strong>l Inspector <strong>de</strong> Firmas <strong>de</strong> la Wen<strong>de</strong>ll Trust Company <strong>de</strong> Nueva York. Le estaremos muy agra<strong>de</strong>cidos por cuanta información pueda<br />

facilitamos y le rogamos que se ponga en contacto con nosotros lo antes posible.<br />

Suyo respetuosa y obedientemente,<br />

Emilio di Braganzi<br />

Segretario Generale <strong>de</strong>lla banca di Napoli<br />

P.D. En caso <strong>de</strong> que su firma sea auténtica, le rogamos que, pese a ello, se presente en nuestras oficinas <strong>de</strong> Nápoles cuanto antes para firmar otra<br />

vez en nuestra ficha. Le adjuntamos una carta que por mediación nuestra le ha enviado la Wen<strong>de</strong>ll Trust Company.<br />

Tom rasgó el sobre <strong>de</strong> la compañía <strong>de</strong> Nueva York.<br />

5 <strong>de</strong> febrero <strong>de</strong> 19...<br />

Apreciado míster Greenleaf.<br />

Nuestro Departamento <strong>de</strong> Firmas nos comunica que, a su juicio, la firma que aparece en el recibo <strong>de</strong> la remesa mensual, núm. 8747,<br />

correspondiente al pasado mes <strong>de</strong> enero, no es válida. En la creencia <strong>de</strong> que por algún motivo este hecho ha escapado a su atención, nos apresuramos<br />

a comunicárselo, con el fin <strong>de</strong> que pueda usted confirmamos el haber firmado el cheque en cuestión o, por el contrario, corrobore nuestra opinión en el<br />

sentido <strong>de</strong> que dicho recibo ha sido falsificado. Hemos llamado la atención <strong>de</strong>l banco <strong>de</strong> Nápoles sobre este particular.<br />

Le adjuntamos una ficha <strong>de</strong> nuestro archivo permanente <strong>de</strong> firmas rogándole se sirva firmarla y <strong>de</strong>volvérnosla.<br />

Le agra<strong>de</strong>ceremos sus noticias a la mayor brevedad posible.<br />

Atentamente,<br />

Edward T. Cavanach<br />

Secretario

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