13.05.2013 Views

(Ripley 01) El talento de Mr. Ripley (a pleno Sol)(c.1)

(Ripley 01) El talento de Mr. Ripley (a pleno Sol)(c.1)

(Ripley 01) El talento de Mr. Ripley (a pleno Sol)(c.1)

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

29<br />

Venecia<br />

3 <strong>de</strong> junio <strong>de</strong> 19...<br />

Apreciado míster Greenleaf<br />

Al hacer hoy una maleta, me he encontrado un sobre que Richard me dio en Roma y que inexplicablemente había olvidado hasta ahora. <strong>El</strong> sobre<br />

llevaba escrito «No <strong>de</strong>be abrirse hasta junio» y da la casualidad <strong>de</strong> que ya estamos en junio. Dentro <strong>de</strong>l sobre encontré el testamento <strong>de</strong> Richard<br />

<strong>de</strong>jándome a mí su renta y sus bienes. Me siento tan atónito como probablemente se sentirá usted y, sin embargo, por el modo en que está redactado<br />

el testamento (escrito a máquina) parece escrito por alguien en posesión <strong>de</strong> sus faculta<strong>de</strong>s mentales.<br />

Lo que más siento es no po<strong>de</strong>r haber recordado antes que el sobre se hallaba en mi po<strong>de</strong>r, ya que hubiésemos sabido mucho antes que tenía la<br />

intención <strong>de</strong> quitarse la vida. Lo guardé en un compartimento <strong>de</strong> la maleta y luego se me fue <strong>de</strong> la cabeza. Me lo dio la última vez que le vi, en Roma,<br />

cuando se encontraba tan <strong>de</strong>primido.<br />

Pensándolo mejor, le adjunto una fotocopia <strong>de</strong>l testamento para que pueda comprobado con sus propios ojos. Es el primer testamento que veo<br />

en mi vida, por lo que <strong>de</strong>sconozco por completo qué pasos hay que dar seguidamente. ¿Me lo pue<strong>de</strong> indicar usted?<br />

Le ruego que transmita mis mejores <strong>de</strong>seos a mistress Greenleaf y sepa que los dos pue<strong>de</strong>n contar con mi más sentida simpatía y que me pesa<br />

tener que escribirle la presente. Le ruego que me conteste cuanto antes. Mi próxima dirección será:<br />

A la atención <strong>de</strong> la American Express<br />

Atenas, Grecia.<br />

Muy amablemente, Tom <strong>Ripley</strong><br />

Tom no ignoraba que en cierto modo estaba jugando con fuego, ya que la carta podía dar pie a que se abriese una nueva investigación <strong>de</strong> las firmas, tanto en el<br />

testamento como en los cheques, una <strong>de</strong> aquellas investigaciones implacables que las compañías <strong>de</strong> seguros y, probablemente también las compañías fi<strong>de</strong>icomisarias,<br />

ponían en marcha cuando veían en peligro el dinero <strong>de</strong> sus propios bolsillos. Pero no estaba <strong>de</strong> humor para seguir esperando. Tenía el pasaje para Grecia <strong>de</strong>s<strong>de</strong><br />

mediados <strong>de</strong> mayo, y el tiempo había ido mejorando día a día, mientras él sentía aumentar su <strong>de</strong>sasosiego. Había sacado el coche <strong>de</strong>l garaje <strong>de</strong> la Fiat en Venecia, para<br />

ir al Brennero, Salzburgo y Munich, bajando luego hasta Trieste y Bolzano. En todas partes el tiempo era espléndido, salvo un leve aguacero primaveral que le había<br />

sorprendido en Munich, cuando paseaba por el Englischer Garten. Tom ni siquiera se había guarecido <strong>de</strong> la lluvia, limitándose a proseguir su paseo, presa <strong>de</strong> una<br />

excitación infantil al pensar que era la primera lluvia alemana que caía sobre él. Tenía solamente dos mil dólares, transferidos <strong>de</strong> la cuenta bancaria <strong>de</strong> Dickie y<br />

ahorrados <strong>de</strong> la renta mensual. No se había atrevido a sacar más dinero habiendo transcurrido solamente tres meses. <strong>El</strong> mismo riesgo que corría al tratar <strong>de</strong> hacerse<br />

con todo el dinero <strong>de</strong> Dickie le resultaba irresistible. No podía más <strong>de</strong> aburrimiento tras las monótonas semanas en Venecia, cuando cada día que pasaba parecía<br />

confirmarle su seguridad personal y poner <strong>de</strong> relieve lo aburrido <strong>de</strong> su existencia. Roverini ya había <strong>de</strong>jado <strong>de</strong> escribirle. Alvin McCarron había regresado a Estados<br />

Unidos (sin haber dado más señales <strong>de</strong> vida que una llamada sin importancia <strong>de</strong>s<strong>de</strong> Roma), por lo que Tom daba por hecho que él y míster Greenleaf habían llegado a<br />

la conclusión <strong>de</strong> que Dickie estaba muerto o escondido voluntariamente, así que no valía la pena seguir buscándole. Los periódicos ya no publicaban nada sobre<br />

Dickie, ya que nada tenían que pudiera publicarse. Tom experimentaba una sensación <strong>de</strong> vacío e inactividad que, <strong>de</strong> no haber hecho el viaje en coche a Munich,<br />

hubiese acabado por volverle loco. Al regresar a Venecia para hacer el equipaje con vistas al viaje a Grecia, la sensación se había hecho aún peor: estaba a punto <strong>de</strong><br />

irse a Grecia, <strong>de</strong> visitar aquellas islas milenarias y heroicas, e iba a hacerla en calidad <strong>de</strong> Tom <strong>Ripley</strong>, el pequeño e insignificante Tom <strong>Ripley</strong>, sin más que dos mil<br />

dólares que ya empezaban a menguar en el banco. Tanto era así, que iba a tener que pensárselo antes <strong>de</strong> comprarse cualquier cosa, siquiera fuese un libro sobre el arte<br />

griego. La i<strong>de</strong>a le resultaba intolerable.<br />

Todavía en Venecia, había tomado la <strong>de</strong>cisión <strong>de</strong> hacer <strong>de</strong> su viaje a Grecia un acto heroico, enfrentándose a las islas como correspondía a un individuo valiente,<br />

que vivía y respiraba, y no como un don nadie <strong>de</strong> Boston. Si al <strong>de</strong>sembarcar en el Pireo caía en manos <strong>de</strong> la policía, nadie podría quitarle los días vividos antes, <strong>de</strong> pie<br />

en la proa <strong>de</strong> un navío, <strong>de</strong>safiando al viento y cruzando las aguas oscuras como el vino, como Jason o Ulises reencarnados en su persona. Así que había escrito la carta<br />

a míster Greenleaf y la había echado al correo tres días antes <strong>de</strong> zarpar <strong>de</strong> Venecia. Probablemente, la carta tardaría cuatro o cinco días en llegar a manos <strong>de</strong> míster<br />

Greenleaf, así que no le daría tiempo a retenerle en Venecia y hacerle per<strong>de</strong>r el buque. A<strong>de</strong>más, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> todos los puntos <strong>de</strong> vista, era mejor no aparentar <strong>de</strong>masiado<br />

interés por el asunto, pasando un par <strong>de</strong> semanas incomunicado, hasta llegar a Grecia, como si le diese lo mismo cobrar o no la herencia, y no pudiera permitir que un<br />

asunto semejante le obligase a aplazar un viaje que tenía pensado hacer.<br />

Dos días antes <strong>de</strong> la partida, fue a tomar el té en casa <strong>de</strong> Titi <strong>de</strong>lla Latta-Cacciaguerra, la con<strong>de</strong>sa que había conocido al empezar a buscar casa en Venecia. La<br />

doncella le acompañó hasta la sala <strong>de</strong> estar, don<strong>de</strong> Titi le saludó con unas palabras que llevaba semanas sin oír.<br />

—Ah, ciao, Tomaso! ¿Has visto el periódico <strong>de</strong> la tar<strong>de</strong>? ¡Han encontrado las maletas <strong>de</strong> Dickie! ¡Y sus cuadros! Aquí mismo, en la American Express <strong>de</strong><br />

Venecia!<br />

Los pendientes <strong>de</strong> oro <strong>de</strong> la con<strong>de</strong>sa vibraban a causa <strong>de</strong> su agitación.<br />

—¿Qué?<br />

Tom no había visto la prensa porque se había pasado toda la tar<strong>de</strong> haciendo el equipaje.<br />

—¡Léelo! ¡Aquí! ¡Dice que la ropa la <strong>de</strong>positaron en febrero! La mandaron <strong>de</strong>s<strong>de</strong> Nápoles. ¡A lo mejor está en Venecia!<br />

Tom leyó la noticia. <strong>El</strong> periódico <strong>de</strong>cía que al recibirse el rollo <strong>de</strong> telas, el cor<strong>de</strong>l estaba <strong>de</strong>satado y un empleado, al volver a atarlo, había reparado en la firma R.<br />

Greenleaf que llevaban las pinturas. A Tom empezaron a temblarle las manos <strong>de</strong> tal modo que tuvo que coger el periódico por ambos lados para po<strong>de</strong>r leerlo. <strong>El</strong><br />

periódico <strong>de</strong>cía también que la policía estaba examinándolo todo minuciosamente para encontrar huellas dactilares.<br />

—¡A lo mejor está vivo! —gritó Titi.<br />

—No lo creo... No veo <strong>de</strong> qué modo esto prueba que lo esté. Pudo suicidarse o ser asesinado <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> mandar las maletas. <strong>El</strong> hecho <strong>de</strong> que vayan bajo otro<br />

nombre... Fanshaw...<br />

Tuvo la impresión <strong>de</strong> que la con<strong>de</strong>sa, que, sentada en el sofá, le estaba mirando atentamente, parecía sorprendida por su nerviosismo, así que, serenándose<br />

rápidamente y haciendo acopio <strong>de</strong> valor, dijo:<br />

—¿Lo ves? Lo están examinando todo para encontrar huellas dactilares. No lo harían si estuvieran seguros <strong>de</strong> que fue Dickie quien mandó las maletas. ¿Por qué<br />

iba a <strong>de</strong>positarlas bajo el nombre <strong>de</strong> Fanshaw si esperaba recogerlas él mismo? Hasta han encontrado su pasaporte, junto con lo <strong>de</strong>más.<br />

—¡Quizá esté escondido bajo el nombre <strong>de</strong> Fanshaw!

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!