30.03.2014 Views

Mastretta, Angeles - Arrancame la vida

Mastretta, Angeles - Arrancame la vida

Mastretta, Angeles - Arrancame la vida

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

Arráncame <strong>la</strong> <strong>vida</strong><br />

Ángeles <strong>Mastretta</strong><br />

Por suerte los intermedios terminan. No sé cómo hacían los ministros de Rodolfo para<br />

casarse con puras pendejas.<br />

La segunda parte del concierto era una cosa triste triste y <strong>la</strong>rga <strong>la</strong>rga que siempre parece<br />

que ya se va a acabar y cuando uno cree que llegó el final vuelve como una maldición. Esa era <strong>la</strong><br />

música que me había hecho subir los escalones buscándo<strong>la</strong>, que se me había quedado pegada a<br />

<strong>la</strong>s orejas, y que no podía tararear porque me daba miedo.<br />

Los primeros veinte minutos vi a Andrés hacer esfuerzos para no quedarse dormido,<br />

después se puso a p<strong>la</strong>ticar con Fito.<br />

Yo estaba mirando a Carlos. Le miraba <strong>la</strong> espalda y los brazos yendo y viniendo. Le miraba<br />

<strong>la</strong>s piernas. Lo miraba como si él fuera <strong>la</strong> música, como si no fuera el mismo tipo capaz de<br />

conversar, bur<strong>la</strong>rse de él y bromear con Andrés durante una comida. Era otro, puesto todo en<br />

algo que no tenía nada que ver con nosotros, que le venía de otra parte y lo llevaba a quién sabe<br />

dónde.<br />

—A este señor Mahler le hacía falta coger —dijo Andrés cerca de mi cuello.<br />

Varias veces hubo quienes intentaron ap<strong>la</strong>udir creyendo que un estruendoso tamborazo<br />

había sido el último, pero <strong>la</strong> música volvía a empezar, bajando hasta hacerse inaudible, hasta que<br />

quedaba sólo un silbido al que después se unía un violín, luego un chelo y después todos hasta<br />

ensordecernos. Por eso cuando el final llegó de veras, sólo yo que lo había oído muchas veces<br />

supe que sí era el final y empecé a ap<strong>la</strong>udir so<strong>la</strong>.<br />

Interrumpí <strong>la</strong> conversación de Fito con Andrés y <strong>la</strong>s cabeceadas de Chofi. Se pararon a<br />

ap<strong>la</strong>udir y con ellos todo el teatro.<br />

Carlos que había soltado los brazos y estaba quieto frente a su orquesta volteó por fin y<br />

pude ver su cara con el mechón de pelos caídos hasta los ojos. Hizo una caravana, se bajó del<br />

podio y desapareció.<br />

—¿Quién acompaña a quién a tomar un he<strong>la</strong>do? —quise que llegara a decirme mientras los<br />

ap<strong>la</strong>usos seguían. Cuando apareció no fue al podio, con los brazos señaló a <strong>la</strong> orquesta y otra vez<br />

agachó <strong>la</strong> cabeza hasta <strong>la</strong>s rodil<strong>la</strong>s.<br />

Tienen razón <strong>la</strong>s muy pendejas, pensé, es guapísimo. Y eso que el<strong>la</strong>s no lo han oído hab<strong>la</strong>r,<br />

no han caminado con él por Madero ni han querido insultarlo a media calle.<br />

Seguí ap<strong>la</strong>udiendo, como todos, como Andrés que gritaba como si fuera 15 de septiembre.<br />

—Algo bueno tenía que salir del general Vives. Este muchacho tiene aptitudes políticas,<br />

nadie sin aptitudes políticas puede sacar tantos ap<strong>la</strong>usos de un teatro. Míralo nada más, parece<br />

que ha hecho el discurso de su <strong>vida</strong>. Esto ni en tu toma de posesión —le decía a Fito entre<br />

carcajadas.<br />

—Vives, Vives, Vives —gritaba <strong>la</strong> gente mientras los de <strong>la</strong> orquesta sentados ap<strong>la</strong>udían o<br />

pegaban en los atriles con el arco de sus instrumentos.<br />

Por <strong>la</strong> puerta <strong>la</strong>teral regresó Vives muy peinado.<br />

Otra vez los ap<strong>la</strong>usos crecieron al verlo aparecer. Subió al podio, alzó los brazos para<br />

levantar a sus músicos, se volvió hacia nosotros y volvió a inclinar <strong>la</strong> cabeza hasta casi tocar el<br />

suelo.<br />

—Tiene que ser buen político —decía Andrés, es un excelente actor, un teatrero. Lástima<br />

que eso de <strong>la</strong> caravana no se usa entre nosotros, pero tendría buen efecto. ¿Por qué no lo<br />

impones Gordo? —le dijo a Fito. Nada más mira a nuestras mujeres, están enloquecidas. Yo voy<br />

a ensayar lo de <strong>la</strong> caravana si tú me prometes concederles el voto a <strong>la</strong>s señoras. La Cámara tiene<br />

un proyecto de ley que nunca le aprobó a Aguirre. Te aseguro que el<strong>la</strong>s votando y yo<br />

caravaneando llego a Presidente y ni quien diga que es de mal gusto que sea yo tu compadre. A<br />

Vives lo nombro presidente del partido al día siguiente de mi designación y ándale, a recorrer el<br />

país con todo y orquesta. ¿Cómo <strong>la</strong> ves Catín?<br />

Era <strong>la</strong> quinta vez que Vives desaparecía y volvía a aparecer, que <strong>la</strong> orquesta se sentaba y se<br />

paraba, pero nadie había dejado de ap<strong>la</strong>udir. Menos que nadie <strong>la</strong>s mujeres. Todas <strong>la</strong>s que<br />

estaban en los palcos de alrededor, <strong>la</strong>s feligreses de Chofi, le ap<strong>la</strong>udían como si se <strong>la</strong>s hubiera<br />

cogido.<br />

—Ya vámonos —le dije a Andrés. En <strong>la</strong> cena lo felicitamos pero esto ya es un exceso, ni que<br />

fuera qué.<br />

65

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!