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paramundi 2009 - InfoAndina

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El páramo: ¿paisaje cultural?<br />

Elías Mujica Barreda<br />

los pisos de valles interandinos por debajo del nivel del páramo. Por estar íntimamente<br />

relacionados al tema de los paisajes culturales, como veremos más adelante, me referiré<br />

exclusivamente a los campos elevados o camellones, una de las agropaleotecnologías más<br />

significativas del mundo andino. En los Andes Septentrionales, los mejores ejemplos los<br />

encontramos en la sierra norte ecuatoriana, por sus características y por su cercanía a los<br />

páramos que los circundan. Sobresalen los de la zona de Cayambe, asociados a asentamientos<br />

“Caras” del período tardío (Athens 1978, 1980, 1992), y que cubren un espacio<br />

de alrededor de 2 000 ha (Gondard y López 1983), la de mayor extensión en la región<br />

(Villalba 1998: 192). Existen igualmente en San Pablo, San Pedro y Zuleta (Knapp 1988,<br />

1991, 1992; Knapp y Preston 1987).<br />

Los de Zuleta son especialmente significativos para mi discurso, por encontrarse al pié del<br />

páramo del mismo nombre. Las tolas de la Hacienda Zuleta, que vemos con admiración<br />

cada vez que subimos al páramo, se encuentran asociadas a un complejo sistema de camellones,<br />

pero en realidad constituyen parte de un centro poblado de grandes proporciones,<br />

que se desarrolló aproximadamente entre los años 1250 y 1525 d.C. (Currie 2000). Pertenece<br />

también al cacicazgo de los Caranqui. El asentamiento se encuentra estratégicamente<br />

ubicado con relación al agua y a las tierras cultivables, pero también debieron de haber<br />

existido interacciones con el ecosistema de páramo, cuyas particularidades desconocemos<br />

ya que no han sido investigadas. Esta última propuesta se basa en información arqueológica<br />

que existe en otros páramos, y que nos demuestra que ellos si fueron utilizados, e<br />

incluso ocupados, por poblaciones prehispánicas. Pondré tan solo dos ejemplos.<br />

El primero se refiere a investigaciones arqueológicas realizadas en 1994 en tres transectos<br />

que cortan el altiplano nariñense, el valle de Sibundoy y la ceja de montaña andina en el<br />

Putumayo (Patiño 1994), en los departamentos colombianos de Nariño y Putumayo. Las<br />

investigaciones identificaron ocupaciones asociadas a los estilos cerámicos Piartal (750–<br />

1.500 d.C.) y Tuza (1.250–1.500 d.C.) en sectores de páramo, que como vemos cronológicamente<br />

se encuentran ubicados entre los siglos VIII y XVI. La presencia de esta cerámica<br />

significa solamente que poblaciones de valle están de una forma u otra en el páramo, y<br />

nada más. Es sólo un pedazo de información, como mucha de la existente dispersa en la<br />

bibliografía arqueológica, y como veremos más adelante se debe a la ausencia de investigaciones<br />

focalizadas en el ámbito del ecosistema.<br />

El segundo caso se refiere a los páramos de Cajamarca, en la zona de Yanacocha. Es tal vez<br />

una de las zonas de páramo, conocidos como “jalca” en la región cajamarquina, mejor estudiados,<br />

ya que durante más de una década se han realizado estudios arqueológicos detallados.<br />

En una extensión de aproximadamente 20.000 hectáreas se han registrado más de<br />

400 sitios arqueológicos, muchos de ellos cuevas y abrigos rocosos asociados a los inicios<br />

de la ocupación humana, pero también muchos de períodos posteriores que documentan<br />

una activa ocupación del páramo a lo largo de toda la historia prehispánica, y no solo usos<br />

esporádicos (Narváez 2007).<br />

Es importante resaltar que la información que he utilizado para los dos últimos ejemplos<br />

se basa en informes no publicados, o publicaciones iniciales de exploraciones arqueológicas<br />

contratadas por compañías que requerían “liberar” terrenos por medio de estudios de<br />

impacto ambiental: la primera para la construcción de la línea de transmisión eléctrica a<br />

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